ENSAYO REFLEXION BIOCULTURAL
Enviado por jhosep1010 • 19 de Septiembre de 2018 • Ensayo • 1.791 Palabras (8 Páginas) • 180 Visitas
- TÍTULO
UNA REFLEXIÓN BIOCULTURAL
- OBJETIVO DEL TRABAJO
La evolución no se detiene, pero no ignora el entorno. Ese lejanísimo ancestro, genéticamente modificado parecía haber iniciado una ruta evolutiva que desembocaba en nuestro presente. Somos una especie emergente cuyo desarrollo demandó, aparte de lo estrictamente genético, una creciente dependencia de la cultura. Es menester conocer, por lo tanto el objetivo de este ensayo, que sin la base molecular no hay un problema que entender, pero sólo desde la base molecular, tampoco.
- DESARROLLO
Para sobrevivir en un mundo hostil, nuestros ancestros recurrieron a las herramientas de piedra, pero sobre todo, recurrieron los unos a los otros como nos lo recuerda Agustín Fuentes en su reciente libro (2017): The Creative Spark: How Imagination Made Humans Exceptional. Nuestro desarrollo como especie quedó condicionado por nuestra herencia genética y por la cultura a través de todas sus ediciones desde las más tempranas. Somos seres híbridos.
En su libro, The Cultural Origins of Human Cognition, Michael Tomasello (2005) avanza en esta dirección cuando sostiene que seis millones de años es un tiempo muy breve en términos evolutivos para que, en ausencia de un medio cultural y simbólico, emerjan las habilidades cognitivas necesarias para inventar y desarrollar herramientas, tecnologías y formas complejas de comunicación y representación. Las cosas se complican más si tomamos en cuenta que solamente durante los dos últimos millones de años el linaje humano mostró signos de estar cognitivamente por delante de las habilidades de los grandes simios. A partir de entonces la cognición humana, reiteramos, se distanció sensiblemente de cualquier otra.
Durante esos dos millones de años nuestros ancestros (género Homo) desarrollaron una serie de estrategias de supervivencia partiendo de la producción de herramientas líticas. Con ellas se inicia una adaptación del mundo a las necesidades y deseos de nuestro linaje. La velocidad de innovación y creatividad reflejada en sus herramientas fue en aumento: de un simple filo hasta un hacha bifaz con simetría. La simetría no era necesaria desde el punto de vista de la eficacia: más bien hay que considerar que en esas herramientas está ya incrustado un sentido estético. Más adelante, las pinturas parietales de cuevas como Altamira y Lascaux prueban el alto desarrollo de capacidad simbólica alcanzada por nuestros antepasados de hace ya unos cuarenta mil años.
¿Cómo se llegó hasta allí? M. Donald en su libro A Mind so Rare (2001), propone tres etapas para el desarrollo de las capacidades cognitivas de nuestra especie. La primera, marca el gran escape del homínido de su propio cuerpo en el momento en que adquiere control consciente de lo movimientos de su cuerpo y una memoria voluntaria. El escape se produjo cuando un antepasado fue capaz de producir un gesto deliberado que trasladó un significado a otro de su especie. Nace así la consciencia del otro como igual a uno mismo. Los movimientos controlados del cuerpo también se dirigen a la producción de herramientas líticas; la memoria voluntaria se refiere por ejemplo a la capacidad de traer al presente para activarlo, el proceso de elaboración de una herramienta cuya construcción uno presenció, digamos, el día anterior. Una situación que podríamos describir como “educar con el ejemplo”.
Una herramienta de piedra a la que se saca un filo hace tangible la intencionalidad propia de una acción que tendrá lugar posteriormente: nace la conciencia humana del tiempo. Se ha dicho que a partir de aquel tiempo el mundo se empezó a llenar de significado y fue justamente cuando nuestros ancestros cruzaron el Rubicón, saliendo de su cuerpo para establecer un vínculo con el otro.
La lengua oral, constituye el segundo momento del desarrollo cognitivo.
Aunque es muy arriesgado proponer fechas, con seguridad los últimos cincuenta mil años han sido testigos de una especie, homo sapiens, que poseía un lenguaje desarrollado que le servía para transmitir información sobre el mundo material y que además podía, a partir de su imaginación, describir simbólicamente un mundo derivado de sus acciones. La lengua oral, como una especialización del control consciente de los movimientos, ahora del rostro, constituye el segundo momento del desarrollo cognitivo. Hablaremos ahora de la tercera etapa de nuestro desarrollo cognitivo.
Comunicándose mediante gestos y vocalizaciones estos homos lograron actuar comunalmente y responder ante la agresión de un depredador. Esa coordinación social impulsaba una forma de aprendizaje colectiva que podía reproducirse para otros. El conocimiento se hacía distribuido. A nadie escapa la importancia que pudo tener el aprender de los demás, como estrategia de supervivencia. Sin dejar de lado la evidente herencia genética, la información extra genética que se acumula fuera del cuerpo ha tenido y tiene una importancia capital. En el arco de dos millones de años, pasamos de elaborar hachas de piedra a la invención del alfabeto y del sistema decimal. La mano sufrió transformaciones fundamentales que van desde asir una piedra a tomar un lápiz para escribir un poema, o tocar el piano.
Estas actividades intelectuales convocan una cantidad considerable de circuitos neuronales que de otro modo estarían, en el mejor de los casos, dedicados a otras funciones. Los movimientos de la mano para escribir son un ejemplo de “movimientos culturales”. Todos recordamos la lentitud y dificultad que vivimos durante los primeros tiempos de nuestra propia alfabetización.
La lengua y demás recursos simbólicos no sólo son mecanismos de comunicación…
La lengua y demás recursos simbólicos no sólo son mecanismos de comunicación sino, además, de representación. Se representa el mundo tangible y el intangible. Las pinturas de Altamira representan el mundo de las experiencias de nuestros ancestros y de su mundo imaginario. Los recursos simbólicos vinculan ambas formas de existencia. Más adelante, ahora a sólo cinco mil años de distancia, la escritura transformó de raíz el mundo de la oralidad al dar un cuerpo estable y externo, al símbolo.
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