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ENSAYO SOBRE: LOS SIETE SABERES NECESARIO PARALA EDUCACION DEL FUTURO. AUTOR: EDGAR MORIN


Enviado por   •  5 de Julio de 2013  •  2.839 Palabras (12 Páginas)  •  941 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior

Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez

La Grita – Estado Táchira

ENSAYO SOBRE:

LOS SIETE SABERES NECESARIO

PARALA EDUCACION DEL FUTURO.

AUTOR: EDGAR MORIN

PARTICIPANTE:

REDONDO URREA STEFANY MADELEY

C.I. N° 24.781.070

FACILITADOR:

LABRADOR ENRIQUE

LA GRITA MAYO 2013

Edgar Morin en su libro Los Siete Saberes Necesarios para La Educación del Futuro considera siete principios claves, o saberes, necesarios para la educación del futuro, con éstos busca contribuir en el quehacer de los educadores, así como aclarar su pensamiento sobre este tema vital de la humanidad: la educación del futuro.

En lo que se refiere al primer saber, Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión, Morín habla sobre los riesgos más comunes que acompañan al ser humano en la búsqueda de la construcción del conocimiento. En lo que respecta a El talón de Aquiles del conocimiento, advierte de la siempre presente amenaza del error y la ilusión, otorgando a la educación el deber de avocarse a la identificación de los orígenes de errores, ilusiones y cegueras del conocimiento. Los errores mentales, los errores intelectuales, los errores de la razón y las cegueras paradigmáticas son los primeros peligros. La mente, las emociones, la percepción, la palabra, la idea, la teoría, las emociones, la afectividad y la inteligencia. Y es a partir de la interacción de éstos como se suscitan dichos errores.

En impresión y la normalización, el poder imperativo y prohibitivo de los paradigmas, doctrinas reinantes y verdades establecidas; que determina los estereotipos cognitivos, bajo este conformismo cognitivo, señala Morin, “hay una impresión cultural, huella matricial que inscribe a fondo el conformismo y hay una normalización que elimina lo que ha de discutirse.”

Por tanto, Morin concluye que si la primera tarea es la de enseñar un conocimiento que forme a la humanidad para criticar el conocimiento; el primer objetivo de la educación del futuro será apropiar a cada uno de los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del mismo, en un escenario social de reflexión, crítica y, sobre todo, de convivencia ideológica.

En el segundo saber Los principios de un conocimiento pertinente, es primordial percibir el conocimiento en el contexto global. Acceder a la información sobre el mundo, considerarla y organizarla en todas sus dimensiones. Para ello es necesaria una reforma de la educación, que se encuentra parcelada y especializada, y lograr una integración de las partes en el todo, para hacerlo evidente, y del todo en las partes.

La educación debe promover una inteligencia general capaz de referirse de manera multidimensional a lo complejo, al contexto dentro de una concepción global. La educación del futuro debe saber estimular a la mente para la solución de problemas, estimular la curiosidad, básica para el descubrimiento. Debe empujar a la mente a utilizar los conocimientos que posee superando las antinomias, la dispersión y disgregación de los conocimientos a la que nos hemos visto llevados por la especialización. Debe seguirse una visión global del mundo, pero sin olvidar las partes. El no ver lo global lleva a perder el sentimiento de responsabilidad que tenemos del mundo. Esta pérdida de conciencia de formar parte, de ser causa y consecuencia de un todo, lleva al debilitamiento de la solidaridad, al sentir o pensar ajenos y aislados de lo que pase en el todo del que no se es parte.

Hablando de los problemas esenciales que tiene el conocimiento para lograr ser un conocimiento pertinente, se tiene la disyunción y especialización cerrada, que dificulta la contextualización; la reducción, que limita el conocimiento del todo al conocimiento de las partes, y la disyunción que nos impide organizar todo el saber disperso en un saber general contextualizado; y la falsa racionalidad de la que somos víctimas los seres humanos, creyendo ser los únicos poseedores del conocimiento y de la razón, en nuestra ilusión de ser omnipotentes, sabios y los únicos racionales, cuándo estamos en camino de convertirnos en unos subordinados de nuestra propia ciencia y tecnología.

Nos deberíamos librar de la falsa racionalidad, cambiar nuestro pensamiento por un pensamiento que reúna, un conocimiento que sintetice el todo y las partes, conjugue el análisis y la síntesis, que nos permita un análisis lo más acertado posible de la realidad y por tanto, un comportamiento consecuente.

En el tercer enfoque Una educación que enseñe la condición humana: Morin confirma que conocer el ser humano es situarlo en el universo y, al mismo tiempo, separarlo de él: la humanidad debe reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural implícita en todo lo humano.

En cuanto al arraigo y desarraigo, es necesario recordar las condiciones del ser humano: la cósmica, la física, la terrestre y la humana. Parte de la formación del Cosmos, ubicando ahí la creación de nuestro Sistema Solar y de nuestro Planeta Tierra como auto-organización relacionada con el sistema planetario y el Universo.

Lo humano del humano es una descripción de la especie a partir de su condición biológica y social. No podemos escapar ni negar lo animal. Además, la relación cerebro-mente-cultura se presenta como inseparable, pues la mente o conciencia surge por la capacidad cerebral, pero sólo a partir de lo social en la cultura. Así esta última requiere de seres consientes para ser creada, conservada y transmitida. En el plano de lo antagónico, pero sin dejar de ser complementario, se describe la existencia de lo afectivo y lo racional; la relación inestable pero permanente entre estos y, a la vez, con la impulsividad humana.

El capítulo termina con la unidad y la diversidad humana. Aquí se encomienda a la educación del futuro para velar que “la idea de unidad de la especie humana no borre su diversidad, y que la de su diversidad no borre la de unidad.” Los campos a considerar en esta encomienda son lo individual, lo social, la diversidad cultural y plural de los individuos y sus dualidades (racional-delirante, trabajador-lúdico, empírico-imaginador, económico-dilapilador, y prosaico-poético). En este capítulo nos damos cuenta de la inevitable visión miope de lo humano, pues todo aquello que negamos de nosotros mismos o de los demás no nos libera de ello, lo deseable y lo indeseable van de la mano y, así somos, encontramos una invitación

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