Los Siete Saberes Necesarios Para La Educación Del Futuro
Enviado por bigstar • 23 de Septiembre de 2012 • 2.525 Palabras (11 Páginas) • 791 Visitas
LOS SIETE SABERES NECESARIOS
PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO
Iniciamos este ensayo con las palabras emitidas por Federico Mayor, Director General de la UNESCO, en el prefacio del presente libro: “Si queremos que la Tierra pueda satisfacer las necesidades de los seres humanos que la habitan, entonces la sociedad humana deberá transformarse”.
Lo anterior se alude en el sentido de que se requiere del trabajo crítico e intencional de todos para transformar y transformarnos. Se requiere pues de contar con una perspectiva innovadora para abordar las situaciones diarias y de ver al mundo con una visión ampliada.
Y es aquí donde la educación juega un papel preponderante, crucial e impostergable; porque es ella el motor sustancial para realizar el cambio, la transformación. Una educación que no se encuentre encasillada en barreras disciplinares, sino una educación sustentada en términos de durabilidad y para lo cual se requiere reformular las políticas y los programas educativos.
Es, en ese sentido, que Edgar Morín propone siete principios clave, o saberes necesarios para la educación del futuro, ya que, recalca, los grandes esfuerzos para que la educación trascienda no prosperarán, si no se atienden los serios y grandes obstáculos que impiden que ésta avance.
El primer saber se refiere a “las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión”
En primera instancia se subraya el hecho de que la educación, quien es la que comunica los conocimientos, permanece ciega ante lo que es el conocimiento humano; ya que, desde la aparición del homo sapiens, el error y la ilusión siempre han estado presentes en la mente humana.
Por lo tanto, el conocimiento es una interpretación limitada de nuestros sentidos (vista, oído, tacto, olfato), porque todas las percepciones son traducciones y reconstrucciones cerebrales. De tal manera que tengamos errores de percepción continuamente. (tal como lo manifiesta Roger en su teoría humanística)
Otro error más, además de la percepción, es el denominado error intelectual que desemboca en errores de concepción y de ideas, ya que éste implica la traducción/reconstrucción mediada por el lenguaje y el pensamiento.
Por lo que se requiere que la educación se incline a identificar precisamente el origen de los errores, las ilusiones y las cegueras. Para ello propone el camino de la racionalidad que favorece el debate argumentado de las ideas. Y distingue entre: Racionalidad constructiva -abierta siempre a la discusión para no encerrarse en una doctrina-; y la Racionalidad crítica -que se realiza justamente sobre los errores e ilusiones de las creencias, doctrinas y teorías-.
Por lo que es necesario y urgente reconocer en la educación para el futuro un principio de incertidumbre racional teórica, crítica y autocrítica.
Ahora bien, la educación debe tener presente también a los paradigmas, ya que éstos seleccionan los conceptos y determinan la validez y la universalidad de la lógica de las ideas que los sujetos integran y aceptan, o apartan y rechazan. Es decir, los individuos conocen, piensan y actúan según los paradigmas inscritos culturalmente en ellos.
Lo anterior se problematiza cuando se da paso a convicciones establecidas por imposición y a las creencias no discutidas, dando lugar a los conformismos cognitivos e intelectuales, encarcelando el conocimiento.
Por lo que es de vital importancia para cualquier educación una nueva generación de teorías abiertas, racionales, críticas, reflexivas, autocríticas. Y para ello es necesario favorecer y aprovechar la incertidumbre, ya que ésta elimina el conocimiento simplista (y a veces mecanicista), y posibilita el conocimiento complejo.
Se necesita entonces favorecer en los individuos la construcción y reconstrucción continua, ya que la realidad y su conocimiento cambian, a medida que nuestras ideas evolucionan.
El segundo saber: “Los principios de un conocimiento pertinente”
En el ámbito educativo, es indispensable iniciar y consolidar una reforma de pensamiento que desplace los saberes desunidos, fragmentados, disciplinares; por una reforma paradigmática que favorezca el contexto de los conocimientos y que éstos tengan sentido, y sean pertinentes.
Es decir, es necesario ya no fragmentar nuestros conocimientos en áreas específicas, sino que es preciso tener una visión del todo; y para ello es necesario partir desde la complejidad, es decir, desde la posición indisoluble de los diferentes elementos que constituyen un todo.
Ahora bien, también el ser humano es complejo y multidimensional, porque es, a la vez, biológico, psíquico, social, afectivo y racional. De la misma manera podemos caracterizar a la sociedad en sus dimensiones históricas, económicas, sociológicas y religiosas; por tanto, el conocimiento para que sea pertinente, con significado, debe reconocer esta multidimensionalidad y complejidad.
Por ello, la educación debe atender la complejidad, es decir, cuando son inseparables los componentes interdependientes de un todo. En ese sentido es necesario e indispensable que se favorezca el desarrollo de la aptitud natural de la inteligencia humana para ubicar todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto. Porque entre más poderosa sea la inteligencia general más grande es su facultad para tratar problemas especiales.
Y ¿cómo favorecer esto en el ámbito educativo? Se debe partir desde la movilidad de saberes que el cognoscente sabe del mundo, de utilizar los conocimientos existentes para hacer y resolver preguntas esenciales, y de despertar y estimular la curiosidad.
En suma, el aprendizaje por disciplinas limita o impide ver lo global y lo esencial, y dispersa el compromiso individual en la resolución de problemas. Es importante entonces posibilitar el desarrollo de la inteligencia general para resolver problemas, aplicando el conocimiento de una manera multidimensional, considerando la complejidad y el contexto y teniendo para ello una percepción global.
Pero no se trata de abandonar el conocimiento de las partes por el conocimiento de las totalidades, ni el análisis por la síntesis, sino se trata de conjugarlos. Asimismo se trata de comprender al pensamiento que separa y comprender al pensamiento que une.
El tercer saber: “Enseñar la condición humana”
En la actualidad, el sistema educativo tiene una característica paidocéntrica y la educación para el futuro deberá estar centrada en la condición humana, por lo que se vuelve necesario religar los conocimientos resultantes de las ciencias naturales
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