ENSAYO: Y NO SABÍA LO QUE ME ESPERABA
Enviado por Ignacio Oñate Benvenuto • 22 de Marzo de 2016 • Apuntes • 1.149 Palabras (5 Páginas) • 233 Visitas
Y NO SABÍA LO QUE ME ESPERABA
Capitulo 1
Ok, por donde empiezo. Estaba yo, un pendejo de 24 años paseando por allí por la vida, pensando en mujeres, en alcohol, en tabaco, en mujeres, lo que piensa un pendejo de 24 años, ¿no?
En fin, me dirigí al parque para encontrarme con Miguel e ir a fumar un cigarrillo, cosa que no hacía desde el verano, por todo lo que conlleva una vida escolar, los deberes…sí los malditos deberes del estudiante, que en resumen son: Levantarse, tomar desayuno, bañarse, vestirse, ir al establecimiento educacional (sea liceo, colegio, 2x1, universidad, preuniversitario y un largo etcétera), poner atención en la clase, después presentarse en la evaluación y rendir como se debe, para luego salir de esa vendita educación.
Cuando llegué al parque esperé a Miguel en una salida de una bocacalle, ya que allí había una banca, y procedí a encender un cigarrillo. Era largo, blanco, lleno de tabaco y otros incipientes químicos que recorrerían mi organismo para consumirme lentamente, pero yo era un pendejo de 24 años, no me importaba nada. Acto seguido, pensé en lo que haría esa tarde noche, ir con él a un bar, buscar un tema de conversación (los cuáles generalmente eran los tópicos de: qué hiciste ayer, qué hiciste hoy, que harás mañana, qué escuchaste hoy en la tarde, etc.), y luego ir borracho a la casa de mi madre,
Luego de unos minutos llegó él en casi las mismas prendas que yo, más un cigarrillo en la boca y una guitarra en un rockcase.
Nos saludamos, nos reímos, recordamos cosas, nos pasamos el tiempo armando una canción que nunca salió, me dijo que fuera a su departamento, que él tenía un teclado en casa y un par de bongós, que llevara mi guitarra y armáramos esa canción de verdad, que podría resultar algo bueno.
Volví a mi casa después de un largo rato de cantar y divagar melodías, me senté al piano y divagué también, alrededor del tema recién creándose. Primero iba una sucesión muy rápida de notas que decrecía a medida que íbamos avanzando, y fue allí donde lo imaginé: violines siguiendo el tempo original, un timbal que serviría de pedal durante toda la obra, y un clarinete haría la melodía a juego de diálogo con el piano. Encendí un cigarro y llamé a Miguel para que viniera a casa y trajera su guitarra, que tenía un vecino amigo mío y que yo tenía una magnífica idea para la melodía que habíamos planeado.
Dos horas después llegó Miguel a la casa, dijo que había un tráfico vehicular infernal. Presenté a Fernando, el baterista, y a Miguel para que se conocieran, y le dije que Fernando quería ser parte del proyecto que recién comenzábamos, me dijo que estaba bien.
Ya de acuerdo, pensamos con una botella de vino sobre la mesa, y tres cajas de cigarrillos sobre el piano y me dirigí a servir un poco de vino a mis invitados. Conversamos un poco, Miguel me dijo que no tenía donde quedarse, así que le ofrecí una de las habitaciones del departamento. Aceptó. Brindamos toda la noche, pensamos en el proyecto y procedimos a armar algunas canciones con piano, guitarra y batería. Era el comienzo de algo nuevo.
El sacó su guitarra, y Fernando trajo, del departamento de al lado el hi hat y la caja con unas escobillas[1], yo me puse al piano, y comencé a improvisar una melodía con la pentatónica de do mayor[2], luego Fernando me siguió con un ritmo pausado en 5/4.
Era hermoso, todo fluía como si lo hubiéramos pensado, o puesto de acuerdo para que estuviera allí, preciso, puro, sin maquetas de por medio, sin escalas predeterminadas, estábamos listos para grabar.
Nos mirábamos las caras, nos reímos un rato y precisamos un estudio de grabación, pero antes debíamos crear mucho más, muchos temas que nos venían en ese minuto a la cabeza.
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