EUROPA COMO ACTOR GEOPOLÍTICO GLOBAL

EUROPA COMO ACTOR GEOPOLÍTICO Y COMO PROYECTO COMPARTIDO

En los planes de construcción de la Unión Europea, con la aprobación del Tratado de Lisboa en 2000, y los posteriores planes de reafirmación y mejora que no se llevaron a cabo de la forma apropiada, se pretendía la construcción de un bloque sólido política y económicamente, sin fronteras para el movimiento y con una Constitución conjunta. Además de una política exterior que procuraba ampliar sus fronteras.

Ahora el ambiente es de lamento por las últimas adhesiones y el agotamiento económico y financiero es evidente, por lo que se habla del fracaso del supuestamente Tratado salvador.

El informe nos acerca a una realidad anunciada nada pesimista. Desde hace unos años la fortaleza de la Unión Europea como proyecto se ha puesto en duda debido a una serie de acontecimientos que la rodean: crisis económica global, envejecimiento demográfico, pérdida de competitividad, cambio climático, dependencia energética, terrorismo, crimen organizado, etc. Lo que es poco favorable para poder ver un progreso futuro. Además de que entre los países que la forman se están produciendo grandes fracturas y tensiones que llevan a la pérdida de liderazgo de la UE como conjunto unido en el extranjero.

Esta situación resulta desalentadora después de tantos años de trabajo colectivo en pro de esta unión. Pero en una crisis de tanta envergadura cada actor deja de verse como parte de un todo para empezar a mirar más hacia lo propio. Esta desconfianza genera que: habiendo países en mejor situación que otros, según el pacto de la unión el deber es el apoyo, pero esto no se cumple sino que se reniega de ellos temiendo verse afectados por la misma situación. Además es evidente que la UE ha perdido relevancia y capacitación como solucionador de problemas, por lo que se entra en un bucle difícil de salir y de recuperar la confianza cuando la situación no beneficia.

En las bases de esta alianza se encontraba la defensa de la democracia, la justicia, la igualdad y la libertad y demás derechos humanos. En la actualidad no apoyamos ni respaldamos a los países africanos de la manera que necesitan, más bien de forma poco significativa, para realizar la respectiva transición hacia la democracia. Ahora el problema es que su transición acarrea el éxodo de grupos humanos y no solo en el caso de África, sino la inmigración en general, tema en el que Europa se está volviendo mucho más cerrada ya que se piensa que es un agravante, y en algunos casos culpable, de la crisis.

Con esta situación de desconcierto acerca de lo positivo de la unión surge una gran defensa hacia lo nacional, con el consiguiente impulso de los partidos xenófobos y de las medidas anti-inmigración que han desarrollado muchos de los países miembros. Lo que no saben es que eso es un grave error, ya que la inmigración ha sido tajantemente necesaria y lo será en la esperada recuperación en lo relativo al rejuvenecimiento de la población con el aumento de la tasa de natalidad. Al contrario de lo que aquí ocurría donde aumentaba el consumo de seguridad social al tratarse de una población envejecida.

También cabe destacar que la actuación de estos partidos xenófobos no es apenas castigada por los gobiernos de los demás países, lo que es muy sorprendente y contradictorio debido a la historia que Europa lleva a sus espaldas en esta cuestión y cuando la lucha contra estos actos es la base de la Unión.

Otro aspecto importante y que influye considerablemente en el posible desmoronamiento de la UE, y que ya se ha nombrado anteriormente, es el hecho de que las nacionalidades, sobre todo las que se encuentran a la cabeza, dejan de velar por la unión y perdiendo su confianza en ella y empiezan a actuar de forma más aislada. Esto trae problemas a nivel interno: pérdida de la creencia de formar parte de un pacto; y externo: falta de liderazgo

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