EXCURSIÓN DE DOMINGO (BORRADOR)
Enviado por 7ernando • 12 de Septiembre de 2022 • Tarea • 1.056 Palabras (5 Páginas) • 51 Visitas
EXCURSIÓN DE DOMINGO (BORRADOR)
Abro los ojos, veo un rayo de sol entrando por mi ventana y al voltear observo un cielo despejado y de un tono azul intenso. “Al fin un día soleado” pienso en silencio, tal vez el mismo pensamiento que motivó a Juan Esteban Cordero a ir a la excursión que terminaría en su trágica muerte un Domingo 6 de junio de 1993, hace casi 30 años.
Mientras mentalmente hago una lista de pendientes me doy cuenta de que tengo algunas horas de tiempo libre y es una oportunidad perfecta para continuar con mi investigación para la escritura de mi crónica. Rápidamente salí de la cama, empaqué algunas cosas, le coloqué el arnés a Emiliana, mi perrita, y partimos hacia el sur por la Simón Bolívar.
Emisora tras emisora buscaba algo que amenizara el viaje; pero, al toparme con nada más que reguetón, salsa y programas deportivos, conecté el cable auxiliar y reproduje el disco “Improvisaciones”, una de las dos obras que Juan Esteban grabó antes de su muerte. Un pensamiento acompaño todo mi camino de ida: así como existen sucesos históricos que marcan la historia de la música para bien, también hay los que la marcan de forma opuesta, considero la muerte de Juan Esteban uno de ellos.
Juan Esteban empezó a tocar el piano a los cinco años y a los once ya había superado a todos los maestros de piano de Quito en ese entonces. Es por eso por lo que su familia decide mudarse a Paris, donde continuaría su instrucción musical. No solo culmina sus estudios, si no que gana varios concursos organizados por el conservatorio nacional, además de ofrecer varios conciertos por toda Europa. A pesar de todo el éxito que estaba obteniendo, interpretando música clásica, sus objetivos siempre estuvieron puestos en rescatar la música del Ecuador a través de fusionar sonidos de los andes con la música tradicional. Fue un musico prodigio, con un talento innato y una creatividad notable. El país perdió a quien quizá pudo haber marcado un antes y un después en la forma en la que la música nacional era percibida en el resto del mundo.
Un irregular camino de piedras interrumpe mi reflexión y se roba toda mi atención para poder sortear los agujeros del camino durante los próximos cuarenta minutos. El clima ha cambiado completamente, el azul intenso se fue tornando en un gris apagado y el frío del Cotopaxi se intensificaba con cada kilómetro recorrido.
Al bajar del auto un viejo y despintado letrero de madera nos da la bienvenida indicándonos el sendero a seguir para llegar a la cascada. Durante los próximos 15 minutos el sentimiento de soledad y calma es hasta abrumador, los únicos sonidos que existen son el de mis pisadas al caminar; el sonido metálico del arnés de Emiliana y el de las aguas del Río Pita que se deslizan por las rocas volcánicas formadas en alguna erupción muchos años atrás.
Toda esa paz termina cuando logro observar a lo lejos, en medio de la vegetación, la caída de agua de la cascada. De repente, el miedo me invade, el estruendo del agua cayendo sobre las rocas hace que deje de escuchar mis pasos, hace que deje de escuchar incluso mis propios pensamientos. Casi por inercia sigo acercándome mientras el estruendo aumenta más y más.
Una vez a orillas de la cascada el miedo se ha ido, se ha transformado en admiración por la fuerza que proyecta tan imponente paisaje. No puedo escuchar nada más que el agua cayendo y rompiendo en las rocas, mientras diminutas gotas de agua acarician mi rostro. Ese pequeño momento de paz se ve interrumpido por la sensación extraña de una presencia junto a mí.
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