Economía Cafetera En Colombia Del Siglo XX
Enviado por Doklar1234 • 10 de Septiembre de 2014 • 1.251 Palabras (6 Páginas) • 485 Visitas
El ensayo se inicia con una meditación acerca de las condiciones internas y externas de la expansión del grano. Las internas se refieren a las características físicas de la nación y las externas a las circunstancias del mercado mundial. Haciendo suya la generalización de Luis López de Mesa, “Colombia, una civilización de vertiente” (1934, 29-31 y 95-96), muestra que la población, después de un inicial asentamiento en las tierras altas y de clima frío, se fue desplazando paulatinamente hacia las faldas de las cordilleras oriental, central y
occidental. En ellas encontró un medio adecuado para la explotación del café, infusión de gran recepción en el mercado internacional a fines del siglo XIX y principios del XX. Esta colonización dio lugar a la fundación de pueblos y ciudades intermedias con vivencias no experimentadas en el pasado. En pocos años sus habitantes se familiarizaron con la administración municipal, los servicios públicos y la agitación política. A todo esto se sumaron las escuelas y colegios, las calles y avenidas asfaltadas, los transportes, el comercio, la banca, los clubes y el consumo de productos provenientes de la capital y del extranjero ofrecido por almacenes asentados en las calzadas y arterias centrales de los pueblos. En las vertientes de los departamentos
de Antioquia y Caldas, las más propicias para el cultivo del arbusto se fundaron Salamina, Aguadas y Pácora; en el Tolima, Fresno y El Líbano y, junto a estas poblaciones, los antiguos asentamientos de Armenia, Pereira y Manizales crecieron con celeridad hasta hacerse ciudades y dejar atrás, en una generación, la monotonía de los antiguos y todavía frescos vecindarios españoles. La expansión del café superó la producción local cerrada y autárquica del mundo colonial, que se prolongó hasta bien entrado el siglo XIX. La Colonia era una economía de archipiélago, dispersa, sin vínculos entre el conjunto de la Nueva Granada. Las comunicaciones eran precarias y los pueblos y aldeas vegetaban alejados del trabajo y la riqueza de las demás regiones.
Eran días en que se desperdiciaba la cosecha de trigo en el interior de la República y se lo demandaba con urgencia en el litoral Atlántico. El tabaco, la quina y el añil fueron el primer esfuerzo por crear una dinámica nacional, pero solo incluyeron zonas muy reducidas del país y no sobrevivieron mucho tiempo. El tabaco se localizó en la Costa, en el Valle del Cauca y en Ambalema sobre el río Magdalena, y la quina y el añil, de carácter extractivo, se esfumaron con la misma prontitud con la que se había anunciado su aurora. Con el café ocurrió algo diferente. Nunca desapareció ni retrocedió; siempre estuvo en franca expansión. En las vertientes halló un hábitat propicio y en la población que las habitaba, la mano de obra que requería su explotación. Era un producto para el consumo nacional y para el comercio internacional y, al afirmarse, florecieron los caminos, los ferrocarriles, las carreteras, los fondeaderos sobre los ríos y los puertos marítimos sobre el Atlántico y el Pacífico.
Detrás de todo esto vino la formación y expansión del mercado interno. La producción del interior se relacionó con la producción de la Costa, y la tierra fría intercambió sus mercancías con las de los climas cálidos y templados. El cultivo del café amplió, además, la capacidad de consumo y, tras ello, la industria y la actividad urbana. Aumentó el número de heredades y se democratizó la propiedad. El colono que llegaba a las deshabitadas tierras de las vertientes y descuajaba la selva con su familia, legitimaba la alquería recién abierta mediante el trabajo y la ocupación. Esto produjo una clase media rural de pequeños propietarios con ideologías de afirmación e independencia personales ajenas a la mentalidad feudal. Mientras que en otros países de América Latina “fue necesario eliminar el feudalismo mediante reformas agrarias leves o fundamentales”, en Colombia no hubo necesidad
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