Educación con sentido humano

Una educación con sentido humano, en mi opinión, es aquella que ha de regir el propósito de la vida. Desde antes de nuestra concepción estamos predispuestos genéticamente para ser luchadores y vencer cada una las adversidades puestas en el camino; sin embargo, no nacemos con una convicción diferente a la de sobrevivir día a día. Y es por ello que nuestro entorno es determinante en la construcción de un sentido propio de existencia. Si bien es cierto formamos parte de un ciclo natural, pero son nuestras decisiones las que encausan nuestro proceder y a su vez nos ubican en el espacio y tiempo correctos.

La familia es y será la primera fuente de educación; es nuestra fuerza de gravedad que ha de sostenernos y estabilizarnos. Sin embargo, la realidad circundante nos demuestra que poco a poco se ha ido perdiendo el valor familiar; el núcleo de la sociedad está en proceso de extinción y su feroz depredador es la deshumanización del hombre. Nos reproducimos por inercia y conformamos asociaciones regidas por lazos de responsabilidad sin compromiso, y son estas asociaciones las que pretenden inculcar valores a sus generaciones venideras. Hablan de derechos y deberes, pero en la praxis no encuentran fundamento a sus teorías.

La escuela como formadora se ha visto empañada por el mismo depredador de la familia. En principio, existe poca o nula coherencia entre los valores que las escuelas promueven y aquellos que se imparten dentro de la familia. Por otro lado, claman que la educación ha de desarrollarse en un ambiente de sana competencia cuando en realidad es la rivalidad la que se promueve, desestimándose la diversidad de estilos de aprendizaje y las aptitudes individuales.

Finalmente, la sociedad complementa el paquete de deshumanización, induciéndonos y sometiéndonos a sus disposiciones y pareceres. En este aspecto Rousseau estaba completamente en lo cierto: “El niño nace inocente y la sociedad lo corrompe” y de hecho puedo agregar  sin desmerecer su pensamiento: “El niño nace inocente y la sociedad lo corrompe siendo testigos la familia y la escuela”.

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