El Capote
Enviado por tuturux • 26 de Mayo de 2014 • 968 Palabras (4 Páginas) • 207 Visitas
Nikolai Vasilievich Gogol (1809-1852) Escritor ucraniano, de lengua madre rusa. Hijo de
un terrateniente, a los diecinueve años se trasladó a San Petersburgo para intentar, sin tener
éxito, labrarse un futuro como burócrata de la administración zarista. En 1831 se incorporó
como profesor de historia a la universidad, donde conocería a Pushkin poeta ruso (1799-
1837).
De su colaboración regular con distintas publicaciones nacieron las Veladas en la finca de
Dikanka (1831-1832), que constituyeron un enorme éxito y lo llevaron, en 1835, a
abandonar la universidad para centrarse definitivamente en la literatura. Ese mismo año
publicó Mirgorod y Arabescos, que suponían su paso al realismo crítico. Mirgorod es una
continuación de las Veladas y contiene cuatro relatos, entre ellos el poema épico Taras
Bulba.
En 1836 publicó la comedia El inspector, una sátira de la corrupción de la burocracia que
obligó al escritor a abandonar temporalmente el país. Instalado en Roma, en 1842 escribió
buena parte de su obra más importante, Almas muertas, donde describía sarcásticamente la
Rusia feudal. También en ese año publicó El abrigo, obra que ejercería una enorme
influencia en la literatura rusa. Después de una corta estancia en Moscú, y de regreso en
Roma, empezó a escribir la segunda parte de Almas muertas.
Una profunda crisis espiritual le llevaría, en 1848, a peregrinar a Jerusalén. En los últimos
años de su vida escribió artículos; en los Fragmentos escogidos de la correspondencia con
los amigos (1847) defiende la religión ortodoxa. Al borde de la locura, poco antes de morir
quemó el manuscrito de la segunda parte de Almas muertas. Gogol marcó el inicio de la
tradición realista en la literatura rusa. Parece imposible superar el patetismo que plantea Gógol en las pocas páginas de este
relato. El personaje de Akaki Akákievich apenas se nos presenta en unas cuantas líneas;
poco sabemos de él, nada sabemos de su pasado ni de sus circunstancias. Sin embargo, esto
no es óbice para que inmediatamente establezcamos una conexión con él, para que sintamos
a este pobre desdichado como alguien cercano. Alguien íntimo.
Esa empatía generada por el protagonista es un elemento intangible sobre el que,
paradójicamente, se sustenta “El capote”. Reza la contraportada que Akaki prefigura
a Bartleby o a Gregor Samsa, y aunque la afirmación (como casi siempre ocurre con los
textos de promoción) sea exagerada, sí que es cierto el hecho de que los tres encarnan
figuras de perdedores, de descastados o de inadaptados, personajes todos que suelen
motivar una especial empatía.
En este caso, Akaki es un hombre insignificante, entregado en cuerpo y alma a su trabajo de
funcionario, al que sus compañeros miran con repudio y malicia. Su vida gira en torno a las
tareas que lleva a cabo y en las que pone un empeño reverencial, sin darse cuenta de las
miserables condiciones de su existencia. Todo esto cambia cuando descubre que su viejo
...