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El Espejo Manchado


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2012  •  933 Palabras (4 Páginas)  •  575 Visitas

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El Espejo manchado de Rafael Mejinvar Ochoa.

En la casa de mi tía Lila hay un espejo manchado.

Cuando le pregunté: -¿Lila porque ese espejo está manchado? Lila me dijo que porque era muy antiguo.

-¿Y por qué no lo cambiás por un espejo nuevo? Le pregunté. -Porque ese espejo pertenecía a mis padres, a mis abuelos y a mis tatarabuelos. Tiene mucha historia. No podría deshacerme de él.

Comencé a mirarlo más detenidamente.

-No te mires mucho en ese espejo. Dijo Lila.- Tu abuelo nos tenía prohibido mirarlo.

-¿Por qué? Pregunté con curiosidad. -No conozco el porqué pero tu abuelo nos dijo que por culpa del espejo nunca pudo montar un caballo. Y a él le encantaban los caballos.

Decidí no hacerle caso y continuar investigando.

La superficie del espejo, o sea la parte vidriada estaba en buen estado. Pero del fondo del mismo parecían aflorar manchas de color plateado como si fueran flores. Estaba rodeado por un marco de madera que parecía más antiguo que el espejo mismo. Me miré. Hice muecas. Saqué la lengua.

El espejo parecía devolver una imagen deformada. Volví a mirarme. Yo no parecía tener diez años, sino más de dieciséis. Parecía mucho más alto. Mi cara era más delgada, mi cabello estaba más largo y hasta vestía de otra manera.

Tenía un arito en la oreja. Dije: -Hola y el sonido que me devolvió era grave y profundo. No era mi voz actual.

Recordé inmediatamente la charla que tuve con Chacho hacía unos días, cuando nuestros padres no nos dieron permiso para ir solos al cine. Los dos nos dijimos:- Cómo nos gustaría ser grandes para poder ir solos al cine.

¿Sería este un espejo mágico? Le conté a Chacho, y a él, que le gustaba todo lo que estaba rodeado de misterio, me pidió ir a verlo.

Los dos nos paramos como dos estúpidos, acercando nuestras narices contra el vidrio, mientras observábamos las manchas con detenimiento hasta opacarlo con nuestro aliento.

Al alejarnos el espejo nos devolvió una imagen nuevamente deformada. Yo estaba igual que ayer, pero vestido diferente y Chacho era más alto que yo. Tenía el cabello teñido con un mechón verde sobre la frente y usaba una campera negra de jean. Nos reímos mientras observábamos nuestro aspecto desaliñado.

-¡Hablá! Le dije a Chacho.

Chacho preguntó: -¿Cuantos años tengo? El espejo devolvió la misma pregunta con una voz áspera y ronca. Chacho se quedó mudo del asombro.

De pronto apareció Lila y nos mandó cada uno para su casa.: -¡Basta de perder el tiempo con ese espejo! Tengo que salir y ya es hora de que preparen las tareas para el colegio.

Al otro día estuvimos todo el día pensando en el espejo. Sin lugar a dudas tenía propiedades mágicas.

La duda de Chacho era conocer la edad que teníamos en la imagen representada y quería volver a la casa de mi tía a toda costa. Lila trabajaba

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