El Espiritismo
Enviado por rafael.guedez • 2 de Octubre de 2013 • 1.706 Palabras (7 Páginas) • 854 Visitas
ESPIRITISMO
“-¿Qué ofrecerás a la muerte el día que llame a tu puerta?
- Le tenderé el cáliz de mi vida, lleno del dulce mosto de mis
días de otoño y de mis noches de verano. ¡No se irá con las
manos vacías: Todas las cosechas y todas las ganancias de
mi afán, se las daré, el último día, cuando ella llame a mi puerta.”
“Ofrenda Lírica.” Rabindranath Tagore.
Allan Kardec ..................................... Dr. Armando Carnot
Precursor mundial. Precursor cubano.
El Espiritismo, es otra de las religiones populares más arraigadas en Cuba, tuvo su aparición en la Isla a mediados del siglo XIX proveniente de los Estados Unidos. El hecho de que no se lograra instaurar un catolicismo ortodoxo, ni aún en los sectores más encumbrados de la sociedad cubana de aquella época, contribuyó a que surgiesen todos tipos de creyentes que, mezclando los diferentes cultos religiosos, conformaron un sincretismo enriquecedor entre los diversos sistemas de creencias.
Pese a ocupar un lugar privilegiado en las creencias del pueblo, poco ha sido divulgada esta forma de religiosidad; no se ha reparado en el lugar privilegiado que ocupa en el espectro religioso del cubano donde su presencia es cada vez más notable y abarcadora con el resto de los sistemas religiosos que coexisten con él.
Actualmente, el espiritismo posee una enorme riqueza y, en la región occidental de la Isla la mezcla de espiritismo con otras prácticas de cualquiera de las demás religiones tradicionales cubanas como la Santería, la Regla de Palo, el Ñañiguismo y el catolicismo popular, dio origen a lo que se conoce como espiritismo cruzado.
ESPIRITISMO CRUZADO
Para los cubanos practicantes o que admiten los fundamentos de la religión de origen yoruba, la muerte no es más que otra forma de vida. Cuando una persona ha cumplido con éxito las tareas de depuración que le fueron encomendadas como ser encarnado; cuando además, por su obra material y espiritual se cumplen rigurosamente todos los rituales funerarios, ella logrará trascender a otras dimensiones que le convertirán en un “ku” o espíritu luminoso y, en posesión de esta condición, reencarnará en las esencias que le sean afines. En caso de que no se cumplan adecuadamente todas estas condiciones, la muerte supone su transformación en un “ba” o espíritu errante, que sólo podrá manifestarse como energía negativa, pues no contribuirá a incrementar su depuración espiritual, o lo que es lo mismo, no brindará aché a los seres encarnados.
La persona fallecida sólo alcanzará la categoría de “ku” cuando su alma llegue a ode orun, o mundo de los dioses, aunque en el camino a este grado espiritual, Olofi le encomiende diversas tareas de beneficio colectivo. Esto explica el por qué en los tratados teológicos yorubas –al igual que en los bíblicos-, la muerte de los más relevantes profetas se produce luego de muchos años de vida: la muerte no es sinónima de desencarnar, sino posibilidad de reencarnar como una partícula de luz divina.
Existe una gran contradicción entre los esfuerzos que debe hacer cada persona para procurarse los beneficios (ireses) para él, sus familiares y congéneres, y los perjuicios (osogbos) que le son enviados por Eshu para limitar y dificultar su existencia. Entre los esfuerzos para purificar el espíritu, se halla el llevar una vida religiosa íntegra, efectuar los sacrificios y ofrendas a los dioses y ancestros. Entre los osogbos aparecen: la muerte prematura y repentina, la enfermedad, los accidentes, etc.
“ Cuando Olorun procuraba materia adecuada para crear al hombre, todos los orishas partieron a buscarla; trajeron diferentes materiales, pero ninguno se prestaba para los fines requeridos. La muerte apareció con sus manos llenas de barro y no tuvo misericordia de su llanto, del agua que destilaba. Llevó el barro a Oloddumare, quien en principio lo entregó a Orichanlá y Olugama y más tarde él mismo, le insufló el hálito de vida. Olorun determinó que como Ikú había sido quien escogió el material adecuado, tendría el privilegio de recolocarlo en cualquier momento a su lugar de origen”.
Es por ello que al fin de la existencia, Ikú nos lleva de regreso al barro. Se trata de un retorno, de una regresión. En relación con esta leyenda, tenemos el oddu de Ifá “Irete Kutan”, que en uno de sus versos dice: “Lo que la tierra da, la tierra se lo come”,
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