ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Espiritu De Las Leyes


Enviado por   •  29 de Enero de 2012  •  10.339 Palabras (42 Páginas)  •  893 Visitas

Página 1 de 42

LIBRO VIGESIMO

DE LAS LEYES CON RELACION AL COMERCIO

CONSIDERADO EN SU NATURALEZA

Y SUS CONDICIONES

Docult maximus Atlas

(VIRGILIO, Eneida)

CAPITULO PRIMERO

DEL COMERCIO

Las materias que siguen debieran ser más extensas; pero no lo permite la índole de este trabajo. Bien quisiera deslizarme por un río tranquilo, pero me arrastra un torrente.

El comercio cura de las preocupaciones destructoras, siendo una regla casi

general que donde las costumbres son amables, hay comercio, y que donde hay comercio las costumbres son amables.

No se extrañe, pues, que nuestras costumbres sean menos feroces hoy que en

otros tiempos. El comercio ha hecho que se conozcan en todas partes las

costumbres de las diferentes naciones y de la comparación han resultado muchos bienes.

Puede asegurarse que las leyes del comercio mejoran las costumbres, por la

misma razón que algunas veces las perviertes; si el comercio corrompe las

costumbres puras, y de esto se lamenta Platón, en cambio pule suaviza las

costumbres bárbaras, como se ve diariamente. (1)

1.César dice de los galos que la vecindad y el comercio de Marsella los había transformado, hasta hacerlos inferiores a los germanos, a los que siempre habían vencido…. (Guerra de las Galias, libroVI).

CAPITULO II

DEL ESPIRITU DEL COMERCIO

El efecto natural del comercio es propender a la paz. Dos naciones que comercian entre sí dependen recíprocamente la una de la otra: sí la una tiene interés en comprar, la otra lo tiene en vender. Toda unión está fundamentada en necesidades mutuas.

Pero si el espíritu comercial une a las naciones, a los individuos no los une. En

los países donde domina el espíritu del comercio en todo se trafica, se negocia en todo, incluso en las virtudes morales y las humanas acciones. Las cosas más pequeñas, las que pide la humanidad, se venden y se compran por dinero (2)

El espíritu comercial produce en los hombres cierto sentimiento de escrupulosa

justicia, opuesto por un lado al latrocinio y por otro a las virtudes morales de

generosidad y compasión, esas virtudes que impulsan a los hombres a no ser

egoístas, a no mostrarse demasiado rígidos en lo tocante a los propios intereses y hasta a descuidarlos en beneficio del prójimo.

La privación total del comercio es, al contrario, conducente al robo, que Aristóteles incluye entre los modos de adquirir. El latrocinio no se opone a ciertas virtudes morales: por ejemplo, la hospitalidad, muy rara en los países comerciantes y muy común en los pueblos que viven de la rapiña.

Entre los germanos, dice Tácito es un sacrilegio cerrar la puerta de la casa a un

hombre, sea quien fuere, conocido o desconocido. El que ha practicado la

hospitalidad con un extranjero lo acompaña luego a otra casa donde es recibido con la misma humanidad. (3) Pero cuando los germanos hubieron fundado reinos, ya les pareció gravosa la hospitalidad, como se ve en dos leyes del código de los borgoñeses. (4) En una de ellas se impone cierta pena al que le indica a un extranjero la casa de un romano; la otra dispone que el que le diere albergue a un extranjero sea indemnizado por sus convencidos, mediante un prorrateo.

2.El comercio hace a los hombres sociables, o si se quiere menos ariscos, más activos e

industriosos, pero al mismo tiempo bravos, menos sensibles a los sentimientos de generosidad. El sistema del comerciante se reduce a este principio: que cada uno trabaje para sí mismo como yo trabajo para mí; a nadie le pido nada sin ofrecerle su equivalencia: haced lo propio. (Edición anónima de 1764).

3.Et qui modo hospes fuerat mostrator hospitili. (De moribus germanorum). Véase también CESAR, Guerra de las Galias.

4.Título XXXVIII.

CAPITULO III

DE LA POBREZA DE LOS PUEBLOS

Hay dos clases de pueblos pobres: los empobrecidos por la dureza del gobierno y los que nunca han tenido aspiraciones por no conocer o por desdeñar las comodidades de la vida. Los primeros no son capaces de ninguna virtud, porque su empobrecimiento es efecto de su servilismo; los segundos pueden hacer cosas grandes, porque su pobreza es una parte de su libertad.

CAPITULO IV

DEL COMERCIO EN LAS DISTINTAS CLASES DE GOBIERNO

El comercio está relacionado con la Constitución. En el gobierno uno solo está en relación con el lujo, pues aunque también lo esté con las necesidades generales, su principal objeto es procurarle a la nación lo hace todo lo que puede satisfacer su orgullo y sus antojos. En el gobierno de muchos, se basa más comúnmente en la economía. Los negociantes miran a todas las naciones de la Tierra, ven lo que cada una da y llevan a unas lo que sacan de otras. Así practicaron el comercio las repúblicas de Tiro, Cartago, Atenas, Marsella, Florencia, Venecia, Holanda.

Esta especie de tráfico es más propio del gobierno de muchos que del de uno

solo, porque se funda en la regla de ganar poco, pero continuamente; y esta regla no puede observarla un pueblo en que reine el lujo, que gaste mucho y busque principalmente las cosas caras y la ostentación.

Así pensaba Cicerón cuando decía: "No me gusta que un pueblo sea a la vez

dominador y proveedor del universo". (5) En efecto, habría que suponer en ese

Estado, y aún en los súbditos del mismo, que estuvieran pensando a todas horas en las cosas grandes y en las chicas; lo cual es contradictorio.

Esto no quiere decir que los Estados que deben la subsistencia al comercio

menudo no pueden llevar a cabo las más altas empresas, ni que les falte el

atrevimiento que no suele encontrarse en las monarquías: he aquí la razón.

5.Nolo eumdem populum imperatorem et poritorem esse terrarum

Un comercio conduce a otro, el pequeño al mediano, el mediano al grande; y el

que se contentaba con ganar poco, llega a ponerse en condiciones de querer

ganar mucho.

Además, las empresas comerciales están ligadas con los negocios públicos. Pero en las monarquías, los negocios públicos les parecen tan inseguros a los

comerciantes como seguros lo creen en las repúblicas. De esto resulta que las

grandes empresas de comercio no sean para los Estados monárquicos, sino para los gobiernos populares.

En una palabra, la confianza en el derecho propio que se tiene en las repúblicas hace posible que se emprenda todo; como cada cual cree tener seguro lo adquirido, procura adquirir más; todos los riesgos que corre el comerciante están en los medios de adquirir, y los hombres confían en su buena suerte.

Esto no quiere decir que el comercio de

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (64 Kb)
Leer 41 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com