El Papa
Enviado por Alida50 • 4 de Junio de 2013 • Tesis • 2.116 Palabras (9 Páginas) • 338 Visitas
levación y purificación? ¿Cómo se debe vivir el amor para que se realice plenamente su promesa humana y divina? Una primera indicación importante podemos encontrarla en el libro el Cantar de los Cantares. En este contexto, se encuentran a lo largo del libro dos términos diferentes para indicar el « amor ». Primero, la palabra « dodim », un plural que expresa el amor todavía inseguro. Esta palabra es reemplazada después por el término « ahabá », que la denomina, con un vocablo de fonética similar, « agapé », el cual, se convirtió en la expresión característica para la concepción bíblica del amor. Ahora el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro.
El amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el tiempo. No podría ser de otra manera, puesto que su promesa apunta a lo definitivo: el amor tiende a la eternidad. « El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará » (Lc 17, 33), dice Jesús en una sentencia suya.
7. Ha surgido la cuestión de si el mensaje sobre el amor que nos han transmitido la Biblia y la Tradición de la Iglesia tiene algo que ver con la común experiencia humana del amor, o más bien se opone a ella. A este propósito, nos hemos encontrado con las dos palabras fundamentales: eros como término para el amor « mundano » y agapé como denominación del amor fundado en la fe y plasmado por ella. Con frecuencia, ambas se contraponen, una como amor « ascendente », y como amor « descendente » la otra.
A menudo, en el debate filosófico y teológico, estas distinciones se han radicalizado hasta el punto de contraponerse entre sí. En realidad, eros y agapé —amor ascendente y amor descendente— nunca llegan a separarse completamente. Cuanto más encuentran ambos, aunque en diversa medida, la justa unidad en la única realidad del amor, tanto mejor se realiza la verdadera esencia del amor en general. Por otro lado, el hombre tampoco puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don.
En la narración de la escalera de Jacob, los Padres han visto simbolizada de varias maneras esta relación inseparable entre ascenso y descenso, entre el eros que busca a Dios y el agapé que transmite el don recibido. El Papa Gregorio Magno, dice, debe estar anclado en la contemplación. En efecto, sólo de este modo le será posible captar las necesidades de los demás en lo más profundo de su ser, para hacerlas suyas.
8. Hemos encontrado, una primera respuesta, a las dos preguntas formuladas antes: en el fondo, el « amor » es una única realidad, si bien con diversas dimensiones; según los casos, una u otra puede destacar más. También hemos visto sintéticamente que la fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones.
La novedad de la fe bíblica
9. Ante todo, está la nueva imagen de Dios en la Biblia queda poco clara y es contradictoria en sí misma. En el camino de la fe bíblica, por el contrario, resulta cada vez más claro y unívoco lo que se resume en las palabras de la oración fundamental de Israel, la Shema: « Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno » (Dt 6, 4). En esta puntualización hay dos elementos singulares: que realmente todos los otros dioses no son Dios y que toda la realidad en la que vivimos se remite a Dios, es creación suya. Y el segundo elemento importante: este Dios ama al hombre. Su amor, además, es un amor de predilección: entre todos los pueblos, Él escoge a Israel y lo ama, aunque con el objeto de salvar precisamente de este modo a toda la humanidad. Él ama, y este amor suyo puede ser calificado sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente agapé.
La relación de Dios con Israel es ilustrada con la metáfora del noviazgo y del matrimonio; por consiguiente, la idolatría es adulterio y prostitución. La historia de amor de Dios con Israel consiste, en el fondo, en que Él le da la Torah, es decir, abre los ojos de Israel sobre la verdadera naturaleza del hombre y le indica el camino del verdadero humanismo.
10. El eros de Dios para con el hombre, como hemos dicho, es a la vez agapé. No sólo porque se da del todo gratuitamente, sin ningún mérito anterior, sino también porque es amor que perdona.
En la narración bíblica no se habla de castigo; pero sí aparece la idea de que el hombre es de algún modo incompleto, es decir, la idea de que sólo en la comunión con el otro sexo puede considerarse « completo ». Así, pues, el pasaje bíblico concluye con una profecía sobre Adán: « Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne »
Jesucristo, el amor de dios encarnado
Aunque hasta ahora hemos hablado principalmente del antiguo testamento, ya se a dejado entrever la íntima compenetración de los dos testamentos como única escritura de fe cristiana. La verdadera originalidad del nuevo testamento no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma de cristo, que da carne y sangre a los conceptos: un realismo inaudito. Tampoco en el antiguo testamento la novedad bíblica consiste simplemente en las naciones abstractas, sino en la actuación imprevisible y en cierto sentido inaudito a dios.
Este actuar de dios adquiere aun su forma dramática. Puesto que en Jesucristo, el propio dios va detrás de la oveja perdida, la humanidad doliente y extraviada. Cuando Jesús habla en sus parábolas de pastor que va detrás de la oveja descarriada, de la mujer que busca el dracma del padre que sale al encuentro del hijo prodigo y lo abraza, no se trata solo de meras palabras sino que es la explicación de su propio ser y actuar. En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse dios contra sí mismo, al entregarse, al dar nueva vida al hombre y salvarlos: esto es amor en su forma más radical.
Amar a dios y amor al prójimo
Poner la mirada en el costado traspasado de cristo, del que habla juan, ayuda a comprender lo que ha sido el punto de partida de esta carta encíclica “dios es amor”, es allí en la
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