El Paso A La Nueva Vida: Slow Food

El paso a la nueva vida: Slow Food

Nathalie Castro Campos

Con el paso del tiempo, y ya estando en el siglo XXI, es claro que el ritmo de vida también está cambiando de la mano de nuevas corrientes y tendencias junto a la tecnología. Asimismo, vemos que cada vez más estamos inundados de máquinas que hacen “más fácil” nuestras vidas, incluyendo la propia comida rápida, y cuando de este tema se trata nos damos cuenta que cierto número de personas y sus ideologías están disminuyendo en algunos campos. Si bien hay quienes adoran la “Fast Food” pues se prepara rápidamente de manera que ahorra tiempo “sagrado” y asisten a restaurantes como McDonald’s, Burger King, Pizza Hut y KFC, donde se consumen hamburguesas, pastas y frituras; también encontramos a aquellos que abrazan la idea de la importancia de la buena comida y una significante compañía en la mesa, ya sea, en el cálido hogar o en un restaurante de comida tradicional. Pues bien, la multitud está tomando interés a todos los detalles de la alimentación. Es por ese motivo que se han desarrollado movimientos internacionales como réplicas de la tendencia “Fast Food” como el caso del “Slow Food”, que junto a su forma de apreciar la comida y los hábitos en relación, hará desaparecer gradual y eficazmente la adicción por la comida rápida.

Cuando en 1986 se inauguró una filial de la cadena McDonald’s junto a la gran escalinata de la Plaza España de Roma surgió la asociación ArciGola como manifestación dirigida por algunos periodistas para protestar en contra de la comida rápida e industrial. En base a este hecho se decidió poner una barrera a la estandarización del gusto en la gastronomía y promover la difusión de una nueva filosofía que combina conocimiento, apreciación y placer por la comida. Además, si la comparamos con el lado opuesto, llegamos a la conclusión de que este movimiento internacional toma interés en cómo se originan los productos alimenticios, cómo son preparados, e incluso cómo y con quién son consumidos. Existe, adicionalmente, un renovado interés en la cultura de tradiciones referentes a la alimentación, lo que comprueba la inminente contraposición a la inminente comida chatarra, que se nos presenta a diario con solo pasear por las calles o simplemente ver la publicidad televisiva. En este aspecto, es relevante considerar la promoción del consumo de alimentos orgánicos y la salvaguardia de la biodiversidad, ya sea hablando de productos, modalidades de producción, tradiciones familiares o hábitos como el uso de la televisión o del famoso microondas. Si nos ponemos a analizar, reconoceremos con mayor minuciosidad productos y tradiciones nacionales y, por ende, hará crecer nuestra economía y, por supuesto nuestra calidad de vida.

Tan solo en la cuna de esta corriente se cuenta con 35,000 socios inscritos, subdivididos en 330 sedes locales. Por tal motivo, hoy en día

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