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El Pensamiento - Sábato


Enviado por   •  7 de Mayo de 2014  •  1.650 Palabras (7 Páginas)  •  168 Visitas

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Probablemente la figura más destacada entre quienes constituyeron el “pensamiento latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo” fue Jorge Sábato. No la más polémica, ya que tal atributo le correspondería mejor a Oscar Varsavsky con sus arremetidas en contra del cientificismo, pero seguramente la de mayor influencia sobre toda una generación. Sábato fue quien con más claridad formuló la idea de que uno de los motores del desarrollo radica en los vínculos entre el gobierno, la estructura productiva y las instituciones académicas. Enfatizó la función de las empresas en el desarrollo tecnológico, si bien en el contexto del pensamiento de la época, que reconocía en el gobierno la mayor capacidad para dar el impulso inicial para la movilización de los restantes actores.

Sábato planteó, además, en forma novedosa para la época, que la tecnología es una mercancía y que, como tal, se produce y comercializa en el sistema económico. En un momento en el que las ideas desarrollistas aún tenían fuerza caracterizó a los laboratorios de I+D de las empresas como “fábricas de tecnología” productoras de ese bien y propuso estrategias para estimularlas.

Las empresas como fábricas de tecnología

Sábato definió a la tecnología “como el conjunto ordenado de conocimientos utilizados en la producción y comercialización de bienes y servicios”. En oposición a los enfoques más tradicionales que centraban las políticas en la materia sobre el binomio “ciencia y tecnología”, elevando el protagonismo de los conocimientos científicos, Sábato destacó que los saberes que la componen no provienen solamente del ámbito científico (si bien éstos tienen gran importancia), sino que también se cuentan en ella elementos aportados por la experiencia empírica.

Valor estratégico de la tecnología. Investigación y desarrollo

Además de su valor de mercado, señaló Sábato, la tecnología tiene un valor estratégico, dado que hay países y empresas que la poseen y otros que no, generándose así una situación de dependencia; para estos últimos, por lo tanto, se hace necesario lograr la provisión de este insumo central. En tal sentido, el autor recomendaba, como instrumento para resistir la dependencia, la implementación de programas de I+D cuyo objetivo fuera la “creación, propagación y aplicación de conocimientos científicos”, junto a otras medidas destinadas a “abrir el paquete” de la tecnología para comprar mejor cuando fuera necesario hacerlo y para reconocer aquellos conocimientos generados por la experiencia de la práctica productiva e incorporarlos en la cultura industrial local.

Fábricas de tecnología

Las empresas suelen tener sus propios laboratorios de I+D, a los que consideraba como verdaderas “fábricas” de tecnología que trabajan a partir de conocimientos científicos básicos o aplicados (ya sean desarrollados internamente o adquiridos) que puedan ser utilizados en el proceso productivo. Destacaba la conveniencia de contar con investigación propia, ya sea para generar conocimientos genuinamente nuevos, como para mejor incorporar los ya circulantes. Sin embargo, pese a la gran semejanza existente entre las fábricas de tecnología de las empresas y los laboratorios de investigación pura, advertía a quienes toman las decisiones que nunca debe olvidarse la lógica de unas y otros. Mientras los laboratorios de investigación trabajan con una dinámica de adquirir conocimientos, las “fábricas” lo hacen para generar tecnologías aplicables, y no sólo conocimiento, por relevante que éste sea. La frecuente confusión acerca de los objetivos fijados puede producir desilusión y la falta de incentivos, tanto para los investigadores académicos, como para el personal de I+D de las empresas. Las fábricas de tecnología -explicaba Sábato- nacieron en los países industrialmente avanzados ya en el siglo XIX, pero fue a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando se constató la enorme importancia de la I+D para el avance tecnológico, sobre todo debido al éxito del Proyecto Manhattan en el desarrollo de la bomba atómica. Así fue que se produjo una toma general de conciencia y creció el apoyo público y privado a la I+D: “pocos dogmas han permeado la industria de EE.UU. tan rápida y profundamente como la idea de que la investigación es indispensable”, enfatizaba.

A escala mundial se fue produciendo una marcada concentración de la producción de tecnología en favor de los países desarrollados. Dentro de éstos también se dio una notable centralización de la actividad en unas pocas firmas; a la vez, las industrias comenzaron a producir tecnología ya no sólo para sí mismas, sino también para venderla, acrecentando su dominio. Por último, observaba que ciertas regiones atraían particularmente a la I+D –como por ejemplo la bahía de San Francisco o la carretera 128 en Boston-, gracias a la convergencia de capitales, información y comunicaciones.

Estrategia de producción de tecnología

Según Sábato, hay una serie de cuestiones económico-financieras, industriales y comerciales que hacen difícil saber con exactitud cómo encarar el proceso de I+D, cómo evaluarlo e implementarlo, cuánto y cómo invertir en él y cómo articular las partes que lo componen. Por lo tanto, recomendaba tener en cuenta que no existe una estrategia segura que garantice el éxito en una materia tan compleja, la que depende principalmente de la creatividad y capacidad de los científicos y técnicos involucrados

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