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El Perfume


Enviado por   •  22 de Junio de 2012  •  5.416 Palabras (22 Páginas)  •  305 Visitas

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Amigo mío. Antoine De Saint-Exupéry

Amigo mío,

tengo tanta necesidad de tu amistad.

Tengo sed de un compañero que respete en mí,

por encima de los litigios de la razón,

el peregrino de aquel fuego.

A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido,

y descansar, más allá de mí mismo,

en esa cita que será la nuestra.

Hallo la paz.

Más allá de mis palabras torpes,

más allá de los razonamientos que me pueden engañar,

tú consideras en mí, simplemente al Hombre,

tú honras en mí al embajador de creencias,

de costumbres, de amores particulares.

Si difiero de ti, lejos de menoscabarte te engrandezco.

Me interrogas como se interroga al viajero,

Yo, que como todos, experimento la necesidad de ser reconocido,

me siento puro en ti y voy hacia ti.

Tengo necesidad de ir allí donde soy puro.

Jamás han sido mis fórmulas ni mis andanzas

las que te informaron acerca de lo que soy,

sino que la aceptación de quien soy te ha hecho

necesariamente indulgente para con esas andanzas y esas fórmulas.

Te estoy agradecido porque me recibes tal como soy.

¿Qué he de hacer con un amigo que me juzga?

Si todavía combato, combatiré un poco por ti.

Tengo necesidad de ti. Tengo necesidad de ayudarte a vivir.

2. A modo de prólogo

Este pequeño texto de Saint-Exupéry lo encontré hace unos cuantos años. No sé a qué obra de este gran autor (a mi parecer, por supuesto) pertenece, tampoco me interesó demasiado saberlo. Lo cierto es que siempre me atrajo muchísimo por la profundidad de sus palabras. Yo, que siempre experimenté grandes amistades, me sentí superado por este concepto de amistad que se entrevé en esos renglones. ¿Es posible decirle todas esas cosas a un amigo? Siempre había alguno de estos "datos" que se me hacían ajenos. Me parecía utópica esa idea de amistad. Hablar de "sed", de "calor prometido", de "cita"; me generaba una especie de rechazo, seguro a causa de esos prejuicios que uno tiene y que ante estas palabras se hacían evidentes. Sin embargo, esa atracción delataba una búsqueda en mí, como si mi corazón se dirigiera hacia eso, la búsqueda de los sentimientos más nobles. Encontrar un amigo que me reconozca y ame simplemente como soy, sentirme puro en él y descansar en él. Esto me parecía una gran "descarga afectiva" que en mi psicología me costaba aceptar.

Y esto pasó; encontré un amigo a quien dirigirle todas y cada una de estas palabras. La búsqueda siguió interrogándome desde dentro de mí, aceptando que tengo carencias, que todos las tenemos, necesidades, afectivas sí, simplemente como algo natural, propio en nosotros los seres humanos. Necesité y necesito ponerle nombre a todo esto. Es un poco lo que estoy intentando hacer.

3. Introducción

El tema de los afectos es una cuestión esencial en el hombre. Tan esencial que creo que es por eso que nos cuesta tanto llegar a la "médula". Es un tema que camina al borde de lo psicológico y de lo antropológico. En este último caso es como lo intento encarar. Trataré de ser lo más preciso y específico posible dentro de mis limitaciones y mi poco conocimiento. Con esta humilde investigación, pobre seguramente, quisiera ponerle nombres a algunas realidades que nos tocan vivir, estoy seguro que a todos, en este campo afectivo.

Somos seres incompletos, necesitados de los demás, de su reconocimiento, de su cariño, de su amor y de su manifestación en los afectos. Necesitamos una sonrisa, un gesto cariñoso, un abrazo para poder seguir. Un abrazo nos puede descontracturar más que una sesión de kinesiología, nos puede consolar más que mil palabras. Y, sin embargo, nos ponemos centenares de limitaciones. Estas limitaciones pueden ser prejuicios, cuestiones culturales y hasta alguna traba psicológica.

Estas cosas nos hacen que seamos afectivamente inmaduros, nos dejan incompletos, nos hacen sufrir nuestra soledad. Alcanzar la madurez afectiva es tarea de todos los días.

El papel de la afectividad es un elemento fundamental en la formación de nuestra personalidad porque nos integra de una forma especial, en nuestra relación con nosotros, con los demás, en nuestra sexualidad, en nuestro trabajo o profesión, cultivando relaciones sociales amistosas. Podemos considerar la madurez afectiva como requisito indispensable para el óptimo funcionamiento de nuestra personalidad.

El tema es muy amplio. Me gustaría, en este caso, orientarlo en la línea afecto-amor-amistad; sin ser específicamente estricto en ninguno de estos temas en particular sino hacer un pantallazo general del asunto dejando sólidas algunas ideas fundamentales.

4. Definición

Para abordar un tema me parece necesario recurrir a su definición, a los conceptos que se tienen en algunos campos para dicho tema.

El hilo primordial de la investigación será el afecto.

La psicología lo define de muy variados modos. Puede equivaler a sentimiento, afección, estado de ánimo, comprendiendo los diversos elementos de la afectividad. Se entiende frecuentemente en el sentido de estado de emoción, sentimiento intenso y relativamente corto; en sentido amplio, es afecto todo proceso afectivo. También destaca las expresiones afectivas como movimientos y actos de causa afectiva y que tienen relación con los reflejos.

La filosofía lo define como emoción en un sentido muy similar a sentimiento. En ocasiones se distingue entre "sentimiento" y "emoción", considerándose la emoción como una especie de sentimiento. Los sentimientos pueden ser corporales, como cuando se siente frío. Las emociones, aún si se consideran fundadas en procesos corporales, no necesitan describirse en términos corporales. Así, se estima que sentir alegría, temor, amor, etc., son emociones.

"Ahora bien, para la mayoría de los autores, los sentimientos, afectos, emociones y pasiones, comprenden no sólo unas determinadas "sensaciones", o unas modificaciones de la conciencia, sino que habitualmente comprenden o implican ciertas alteraciones orgánicas, determinados deseos, un modo de conducta más o menos típico, etc., relacionados todos con un objeto específico."

Me parece destacar la concepción del hombre como unidad substancial y referir esto a que cuando sentimos no es una parte de nosotros la que siente, sino la integridad de nuestro ser. Lo que sentimos en nuestro interior, también lo siente y lo manifiesta nuestro cuerpo. Por este lado vamos a encauzar el tema de los afectos.

Edith

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