El Perro Y La Pulga

¡Se agitaba fuerte el suelo!, los cabellos sedosos que parecían árboles de primavera despertaron abruptamente a la diminuta pulga; esa mañana algo la hizo despertar antes de tiempo, todo se movía muy fuerte.

Aquella mañana, no fue distinto solo el temblor, también vio caer gotas de algo que parecía estar húmedo, se asustó, nunca había sentido algo como eso, brincó tan rápido como sus diminutas patas se lo permitieron; brincando llegó a algo que parecían dos ojos gigantes, se movían de lado a lado, parecían asustados; se estrelló con ellos de un salto y volvió al peludo suelo, parecían estar llorando. ¡Bam! Sonó, la pulga quedó estupefacta, los ojos la estaban mirando, nadie respondía nada pero parecía que los ojos captaban lo que estaba mostrando.

¡Primer brinco! El reflejo de un cachorro que lloraba viendo en una caja la fotografía de sus amos, la pulga estaba sola pero no era algo nuevo para ella, mientras oscureció se recostó en el suelo con la esperanza de que al despertar el cachorro ya hubiere hallado a sus dueños. El sol salió, estaba algo enojado por cierto; sus patas no eran lo suficientemente grandes para comunicarse, así que empezó a morder:

Primera mordida: El perro giró su cara y volvió a ver a la pulga con aquellos ojos tristes.

Segunda mordida: El corazón del cachorro se alegró, no estaba tan solo, tomó delicadamente a la pulga con sus dientes y la llevó a la parte más alta de su cabeza.

La Pulga improvisó una silla con algunos pelos y decidió manejar al perro como si tuviera un timón, el cachorro aún no sabía mucho y era ella quién debía cuidarlo.

Un, dos, tres… un, dos, tres… caminaba el cachorro al paso, primera parada: EL bello hogar de una anciana, ¡El cachorro necesitaba agua!, la pulga brincó hasta volver a la panza, le mordió, el cachorro calló boca arriba y movió sus patas para rascar su panza; la anciana vio aquel tierno acto y se acercó con algo de comida y agua al cachorro, la buena mujer los cuidó aquella noche y como llovía le permitió dormir adentro, indicándole un poco de periódico para cuando necesitara.

Un bombillo a medio encender que estaba sobre el cachorro le permitió a la pulga ver una esquina seca con la fotografía de una triste familia que publicitaba un anuncio:

¡Sonó un silbido! ¡La anciana había despertado! , el sol intenso había vuelto, despidieron a la anciana con un amable lambetazo y se sentaron junto al buzón a ver al creído sol flirteando con las nubes ¡La silla de la pulga se empezó a mover de lado a lado!, el cachorro cruzó la calle de un salto, se paró en dos patas y asustado empezó a rasguñar una puerta, la pulga pegó un salto, una niña abrió la puerta y llorando abrazaba al cachorro como si fuese la primera vez que lo viera; la niña en su descuido, había olvidado al cachorro junto a la casa del frente y solo bastó

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