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El Planeta nómada


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2013  •  1.820 Palabras (8 Páginas)  •  337 Visitas

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Nos hemos vuelto nómadas de nuevo.

¿Qué quiere decir esto? ¿Se trata de viajes de placer, de vacaciones exóticas, del

turismo? No. ¿De la ronda de los hombres de negocios y de gente apresurada alrededor

del mundo, de un aeropuerto a otro? Tampoco. Los “objetos nómadas” de la electrónica

móvil no nos acercan tampoco al nomadismo de hoy. Esas imágenes del movimiento nos

remiten a viajes inmóviles, encerrados en el mismo mundo de significaciones. La carrera

sin fin por las redes de la mercancía es quizás el último obstáculo para el viaje. Moverse,

ya no es desplazarse de un punto a otro de la superficie terrestre, sino atravesar universos

de problemas, de los mundos vividos, de los paisajes de sentido. Estas derivas en las

texturas de humanidad pueden coincidir con las trayectorias balizadas de los circuitos de

comunicación y de transporte, pero las navegaciones transversales, heterogéneas de los

nuevos nómadas exploran otro espacio. Somos inmigrantes del subjetivismo.

El nomadismo de este tiempo tiene que ver ante todo con la transformación

continua y rápida de los paisajes científico, técnico, profesional y mentales. Incluso si no

nos moviésemos, el mundo cambiaría alrededor de nosotros. Pero nosotros nos

movemos. Y el conjunto caótico de nuestras respuestas produce la transformación

general. ¿Este movimiento no reclama de nosotros alguna adaptación racional y óptima?

¿Pero cómo saber que una respuesta conviene a una configuración que se presenta por

primera vez y que nadie ha programado? ¿Y por qué querer adaptarse

(¿Adaptarse a qué exactamente?) cuando se ha comprendido que la realidad no se

planteaba ahí, exterior a nosotros, preexistente, sino cuál era el resultado transitorio de

lo que hacíamos juntos?

Esta situación, imprevisible, riesgosa, se asemeja a bajar por rápidos

desconocidos. No viajamos solamente entre los paisajes exteriores de la técnica, de la

economía o de la civilización. Si solo se tratara de pasar de una cultura a otra, tuviéramos

ejemplos, referencias históricas. Pero pasamos de una humanidad a la otra, otra que no

solo continúa oscura, indeterminada, sino que rechazamos incluso interrogar, que no

aceptamos todavía reconocer.

La conquista espacial persigue explícitamente el establecimiento de colonias

humanas en otros planetas, es decir, un cambio radical de habitat y de entorno para

nuestra especie. Los avances de la biología y de la medicina nos obligan a un

redescubrimiento de nuestra relación con el cuerpo, la reproducción, la enfermedad y la

muerte. Avanzamos progresivamente, quizás sin saberlo y ciertamente sin decirlo, hacia

una selección artificial de lo humano preparada por la genética. El desarrollo de

nanotecnologías capaces de producir materiales inteligentes en la masa, de los

simbiontes microscópicos artificiales de nuestros cuerpos y de los ordenadores más

poderosos que los actuales por varias órdenes de magnitud podrían modificar

completamente nuestra relación con la necesidad natural y el trabajo, y ello de manera

mucho más brutal que hasta ahora lo han hecho las diversas fases de automatización.

Los avances de las prótesis cognitivas de base numérica transforman nuestras

capacidades intelectuales tan claramente como lo harían mutaciones de nuestro

patrimonio genético. Las nuevas técnicas de comunicación por mundos virtuales

replantean de manera diferente los problemas del vínculo social. En suma, la

hominización, el proceso de surgimiento de la especie humana no ha finalizado, incluso

parece acelerarse brutalmente.

No obstante, contrariamente a lo sucedido en el momento del nacimiento de

nuestra especie o en ocasión de la primera gran mutación antropológica (la del neolítico,

que vio el surgimiento de la ganadería, la agricultura, la ciudad, el Estado y la escritura),

tenemos la posibilidad de pensar colectivamente esta aventura y de influir en ella.

Las jerarquías burocráticas (fundamentadas en la escritura estática), las

monarquías mediáticas (navegando por la televisión y por el sistema de los medios) y las

redes internacionales de la economía (utilizando el teléfono y las tecnologías del tiempo

real) solo movilizan y coordinan muy parcialmente las inteligencias, las experiencias, las

competencias, las sabidurías y las imaginaciones de los seres humanos. Por ello, la

invención de nuevos procedimientos de pensamiento y de negociación que pueda hacer

surgir verdaderas inteligencias colectivas se plantea con particular urgencia. Las

tecnologías intelectuales no ocupan un sector como cualquier otro de la mutación

antropológica contemporánea; son potencialmente la zona crítica de ellos, el lugar político.

¿Se necesita subrayarlo? No se reinventarán los instrumentos de la comunicación y del

pensamiento colectivo sin reinventar la democracia, una democracia compartida en todos

los lugares, activa y molecular. En este punto de inversión total o de conclusión

aventurada, la humanidad podría reconquistar su futuro.

No poniendo su destino entre las manos de algún mecanismo pretendidamente

inteligente, sino produciendo sistemáticamente las herramientas que le permitan

constituirse en colectivos inteligentes, capaces de orientarse dentro de los mares

tormentosos de cambios.

El espacio del nuevo nomadismo no es el territorio geográfico ni el de las

instituciones o de los Estados, sino un espacio invisible de conocimientos, de saber, de

potencias de pensamiento en cuyo seno nacen y se transforman cualidades de ser,

maneras de actuar en sociedad. No se trata de los organigramas del poder, ni de las

fronteras de las disciplinas, ni de las estadísticas comerciales, sino del espacio

cuantitativo, dinámico, vivo de la humanidad en el proceso de hallarse produciendo su

mundo.

¿Dónde leer los mapas móviles de este espacio fluctuante? Terra incognita.

Incluso si usted lograra por su cuenta la inmovilidad, el paisaje no dejaría de pasar, de

girar alrededor de usted, de infiltrarlo, de transformarlo desde el interior. Ya no se

trata del tiempo de la historia, referido a la escritura, a la ciudad, al pasado, sino de un

espacio moviente, paradójico que nos llega también del futuro. No lo interiorizamos como

una sucesión, únicamente interrogamos

...

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