El Regreso De Prinosaurio De Mexico

Me entristece y preocupa el regreso de los dinosaurios. Enrique ha demostrado a lo largo de su carrera que es un ejemplar conspicuo de la vieja clase política priísta para la cual el poder no puede ser ejercido sino es de manera absoluta y de acuerdo con las ideas y los deseos de su eje central, su poseedor, el presidente en turno.

Más tristeza me produce imaginar el enrarecido proceso político que habremos de enfrentar los mexicanos durante los próximos seis años. No hay nada más peligroso que un dinosaurio gobernando en pleno siglo XXI. Peña no se caracteriza por ser un buen lector político, y no me refiero a su muy conocida aversión por los libros sino a su incapacidad para decodificar críticamente el ambiente político. Los nombramientos de Luis Videgaray, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones son claros ejemplos de esa debilidad.

Reconocido como un hombre capaz que reúne características que muy difícilmente se encuentran en una sola persona, Videgaray, coordinador de la campaña de Peña, ha sido considerado como uno de los líderes del proyecto del próximo presidente. Sin embargo, su liderazgo ha sufrido desgastes en este ríspido y desagradable proceso postelectoral. Si Peña Nieto lo incluye, como se presume, en el equipo que conducirá las relaciones políticas del régimen tendrá problemas serios pues Videgaray ha perdido capacidad de interlocución especialmente con la izquierda. Por otro lado, al promover a Gamboa y Beltrones como líderes de la fuerza legislativa priísta, Peña Nieto ha dejado ver su verdadero rostro. Ambos personajes son conocidos como expertos controladores políticos. A pesar de que las aguas presentan turbulencia, el próximo presidente está decidido a imponer su proyecto. No hará concesiones; asumirá el poder y lo hará suyo. Punto.

Peña lee mal. El México de hoy no es el México que su partido acostumbraba a gobernar. Mucho ha cambiado. El éxito mesurado, nunca espectacular como mal previó, de su apuesta mediática debería ser suficiente para reparar en la necesidad de repensar su proyecto de revivir la vieja presidencia todopoderosa. Construyó imagen y se agenció votos, pero ni tantos como supuso y soñó; lo que no consiguió fue crear confianzas y lealtades. Peña previó gobernar con un congreso priísta. Los cálculos le fallaron. Tendrá mayoría opositora y eso le dificultará su quehacer, si bien es cierto que el PAN, por experiencia y conveniencia, ha decidido a jugar un papel diferente al que el PRI asumió cuando fue la oposición más numerosa.

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