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El acoso y las mujeres


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2015  •  Informe  •  888 Palabras (4 Páginas)  •  224 Visitas

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En épocas anteriores, la mujer era considerada como un ser que debía dedicarse únicamente a las tareas del hogar y los hijos, así como atender a su esposo en lo que él le solicitara. Durante las últimas décadas, la mujer ha demostrado ser capaz de desarrollarse en un trabajo como cualquier hombre, es por eso que ellos se han encargado de hacerlas a un lado discriminándolas y humillándolas.

Al crearse leyes que amparan los derechos de las mujeres gracias a la insistencia y el trabajo de muchas organizaciones que se preocupan por el bienestar de la población, los hombres (sobre todo aquellos que no aceptan a las mujeres como compañeras de trabajo y menos como sus jefas o posibles jefas) se han dado a la tarea de encontrar acciones sutiles para orillarlas a desistir de mantenerse en trabajos asalariados sin que recaiga sobre ellos el peso de la ley o sean rechazados por la sociedad al ser vistos como “machistas”.

En el 2007 Ibáñez, Lezaun, Serrano y Tomas mencionan que el problema del acoso sexual ha ido saliendo a la luz gradualmente como un fenómeno reconocido en todo el mundo y percibido como un problema de mucha importancia, debido a que se trata de un fenómeno social de múltiples y diferentes dimensiones, denunciado por distintas organizaciones en instituciones y constatado por diferentes investigaciones que han dado evidencia de la existencia, extensión y gravedad del problema.

La discriminación de las mujeres en el ámbito laboral está muy presente en la actualidad, en el estado español las mujeres cobran hasta un 3% menos que los hombres. Las causas pueden ser múltiples, pero los movimientos feministas denuncian la fuerte asociación que aún hay entre las mujeres y el ámbito privado, ya que ellas son las principales encargadas del cuidado de la familia y del hogar (Gil y Lloret, 2007).

El acoso sexual en el puesto de trabajo se caracteriza por una serie de conductas que persiguen un intercambio sexual no deseado por quienes las reciben, que implican una coerción dado que existe la intención de causar perjuicio o beneficio en función de si son aceptadas o no, y que producen sentimientos de malestar, humillación y angustia.

La incorporación de las mujeres al centro de trabajo se ve como algo anormal, como una desviación. La inclinación de las mujeres hacia la relación y cooperación choca directamente con muchos hombres; forzadas a perder su dignidad, obteniendo como respuesta aislamiento social de parte de su grupo de trabajo.

El acoso sexual es otra manifestación de la violencia hacia las mujeres y es importante darle una existencia social particular para que sea reconocida y debidamente sancionada. Esta conducta puede ser verbal, visual o física, pero tiene siempre una connotación sexual, que se manifiesta de forma intencional o repetitiva y provoca tensión, incomodidad, rechazo, y malestar en la persona a quien se dirige (Gil y Lloret, 2007).

Ibáñez, Lezaun, Serrano y Tomás (2007) mencionan que el acoso sexual es, por encima de todo, una manifestación de relaciones de poder. Es por esto que las mujeres están mucho más expuestas a ser víctimas del acoso sexual precisamente porque carecen de poder, se encuentran en posiciones más vulnerables e inseguras, les falta confianza en sí mismas, o han sido educadas por  la sociedad para sufrir en silencio. Pero también corren peligro de padecer semejante conducta cuando se las percibe como competidoras por el poder.

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