“El control de la arquitectura y su expresión condicionada al consumo”
Enviado por Gaby Diaz Cervantes • 14 de Noviembre de 2017 • Resumen • 1.302 Palabras (6 Páginas) • 225 Visitas
“El control de la arquitectura y su expresión condicionada al consumo”
Hemos crecido en la sociedad del consumo, somos personas quienes basan gran parte de sus juicios y opiniones en juzgar por el físico, y lo que éste te venda, y después juzgamos por verdaderas razones “éticas”. No podemos evitarlo, y objetivamente no es que éste acto este del todo mal, porque ni siquiera es del todo bien, la moralidad y la ética carecen de objetividad, son completamente subjetivos, al margen de quien lo denote. Cegando la imagen de lo bueno y lo malo, lo cierto es que si algo hemos conseguido con el molde consumista que nos acecha día a día, es la capacidad de vender, vender lo que somos, lo que hacemos, y lo que pensamos. Somos seres sociales, necesitamos la aprobación de manera inconsciente, para algunos carga mayor peso que para otros, sin embargo es una realidad de nuestra especie, estamos atados a la colectividad y a la búsqueda de aceptación tortuosa de nuestros semejantes.
Soy estudiante de arquitectura, y a estas alturas de la carrera, disfruto lo que hago, no me veo en ninguna otra facultad haciendo cualquier otra cosa, pero no por ello no he de admitir los demonios que atormentan la formación y educación en torno a ser arquitecto. Somos seres ególatras, característica innata de las mujeres y los hombres, sin embargo, alcanza una nota aguda en nosotros, tomamos una paleta con colores carmesí para pintar nuestro gris entorno en llamativos anuncios de nuestra cultura, nuestras creaciones, y nuestros saberes, manchamos nuestros pasos al andar con estelas de poesías de la vida y los quehaceres arquitectónicos, y aun así, para la sociedad, a la que “servimos”, casi siempre pasamos desapercibidos. Justo por eso, creemos que nuestras proyecciones deben ser construidas, inclusive, queriendo no ver que posiblemente solo el 0.3% de esas ideas se materializarán. La cuestión es, ignorando un poco el bajo y desalentador porcentaje de trabajo proyectual para un arquitecto, fijándonos en una sociedad utópica en donde todo tenga mayores posibilidades, ¿realmente toda la arquitectura debería ser construida? Más allá de decidir cuál debería ser construida o no o cual posee mayor posibilidad en cuanto a las oportunidades laborales, la incógnita se centra en porqué uno de los proyectos es más merecedor que el otro, o porqué menos merecedor, es difícil establecerlo, sin embargo podríamos establecer pautas, razones y justificaciones generales y constantes en las opiniones de los arquitectos.
Es esto una muestra de lo vulnerable y dócil que resulta la arquitectura, ya sabemos que desde tiempos medievales, pasando por la modernidad y aterrizando en el siglo XXI, la arquitectura ha sido utilizada como simbolismo más que como recurso necesario para la vida humana y estabilidad común. ¿Cuánto status proporciona una casa socialmente sólida, en comparación a una más modesta y en satisfacción directa a las necesidades directas?
Si quisiéramos olvidarnos un poco del poco control que la arquitectura de arquitectos tiene sobre sí misma, entonces, ¿cuáles serían las condicionantes para construir algunos y otras no? Podríamos intentar por cumplir con estéticas, funcionalidades, capacidades constructivas, sentimientos que evoca el ver, oler, tocar, sentir perceptivamente, y algo más, la cantidad de experiencias que genere, entre más experiencias, mayores recuerdos, y entre mayores recuerdos, mayor presencia del tiempo, pues el tiempo a fin de cuentas es aquel que nos marca todo, nos da parámetros, significados, entendimientos.
El tiempo ha estado con nosotros, nos acompañará, nos dará algunas ventajas, pero jamás nos esperará, y al final de la historia, vendrá con dulces campanadas anunciando el término de un ciclo. Deberíamos entender y jerarquizar al tiempo dentro de nuestros diseños, y no es que esté hablando de empezar a caer en simbolismos y banalidades, sino en algo más profundo y al mismo tiempo más simple, y es que parece una tendencia la búsqueda de ciega e incontrolable de la durabilidad y la permanencia, una vez más como hegemonía del poder y control que un objeto materializado en puertas, muros y ventanas proporciona. Lo eterno y lo permanente rechazan la flexibilidad y lo dinámico, nosotros mismos somos seres completamente móviles, los pensamientos aún más, ni se diga de las sociedades y su inscripción en la realidad, que llamamos ciudad, y a pesar de ello, el egoísmo y el renombre por generaciones se apropia de todo y lo que debería ser arquitectura cinética se vuelve arquitectura potencial, estancada y con tintes un poco aburridos.
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