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El director y su función dentro de las instituciones educativas


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2021  •  Apuntes  •  2.190 Palabras (9 Páginas)  •  80 Visitas

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Programa especializado en XXXXX

Módulo 1: la ESTRUCTURA de una institución educativa.

Clase 2: El director y su función dentro de las instituciones educativas.

Contenido

  • La dirección como ocupación.
  • Características del director como gerente de una institución educativa.

Desarrollo

Filosófica y empíricamente la conducción de la educación de cualquier país, a cualquier nivel, está en manos de los directores de instituciones educativas; pues ellos son los responsables de  motorizar las políticas educativas del Estado a través de la ejecución de planes, programas y proyectos dentro de las instancias que regentan.  

En tal sentido, si tenemos la intención de conversar de la dirección y del liderazgo en las instituciones educativas, es necesario iniciar por establecer ¿cuándo se dirige? ¿quién dirige? y ¿cuáles son los alcances del proceso de dirección?. Pues el tema es complejo y guarda muchas aristas contextuales, actitudinales y de competencias laborales.

Lo primero es entender que la dirección no está aislada. Yace integrada dentro de un colectivo humano en el cual aparece como columna vertebral, pero en realidad el director es parte integrante del grupo al cual administra.  Y es que:

Solamente es dirigente quien, sintiéndose parte de un grupo, influye en él y se deja influir por el grupo; solamente dirige quien es capaz de interpretar los anhelos, aspiraciones y deseos de la comunidad de la comunidad dentro de la cual se encuentra incluido (Prieto, 1979, p.142).

Ahora bien, en un sentido más preciso, debe comprenderse a la dirección como una ocupación administrativa neurálgica que ejecuta y garantiza el funcionamiento institucional, bajo una estrategia para lograr un fin y en el marco de alguna forma de liderazgo (que bien puede ser democrático, individualista, dinámico y hasta autocrático). Quien practique el ejercicio directivo debe desarrollarlo mediante la influencia personal sobre los empleados, sean o no docentes, para que orientados y conducidos apropiadamente efectúen de manera entusiasta y eficaz sus ocupaciones.  

Asimismo, es importante tener muy en cuenta que el director es la autoridad principal de un ente educativo y cuentadante de todo lo que sucede dentro del mismo, convirtiéndose a la sazón en el supervisor natural de cada tarea académica y administrativa. “Le corresponden funciones de: gobierno, orientación, asesoramiento, coordinación, supervisión y evaluación pedagógica y administrativa, de representación escolar y de relaciones con la comunidad” (López, 2009, p.39). En resumen, es el principal articulador de la política interinstitucional de cualquier centro formativo; pues es gestor de recaudos y beneficios asociados a otras instituciones, pero también ejerce tareas de representación y figuración ante tales entes.

Debe asimismo auspiciar el perfeccionamiento del personal confiado a su cargo, e inclusive procurar el bienestar de todos sus subordinados a través del fomento de un buen clima organizacional y el consiguiente aumento de la calidad de vida de cada trabajador (desde las gestiones que estén a su alcance para tal determinante social). Un director educacional preocupado por cada uno de los miembros de su plantilla de docentes, personal administrativo, obreros y comunidad educativa (en general) es un gerente empoderado y consustanciado con el espacio que bien dirige.

Para ello el rector de cualquier plantel debe guardar una serie de características que acompañen el buen ejercicio de su trabajo. Dichas habilidades se desarrollan y se perfeccionan, muchas veces, en el ejercicio mismo de sus funciones. Los directores no nacen, se hacen en su formación y en la experiencia diaria.

Características del director como gerente de una institución educativa.

La primera habilidad que debe tener un director es la de ser un buen escucha; pues debe atender distintas situaciones de orden humano que procuran el buen entendimiento y la comprensión de los sucesos para la mejor toma de decisiones bajo el principio de las normas establecidas. Sin comunicación podemos llegar hasta odiarnos seguramente.

De allí la importancia de la tolerancia como principio de convivencia humana. Entender a nuestros compañeros de trabajo en cualquier escalafón que detenten y en el momento que sea necesario. El mejor gerente es aquel que es capaz de colocarse, al menos un instante, en los zapatos de cada uno de sus empleados (por muy compleja que sea la situación). Y partiendo de esa comprensión, preguntarse y preguntarle a ese compañero: ¿cómo vamos a resolver o a abordar esa realidad? Para que el trabajador entienda que estamos en disposición de involucrarnos y de ayudarlo en la búsqueda de soluciones.  

El director debe comprender que cada quien tiene una naturaleza, y como líder no debe ir en contra de la personalidad de ninguno, pero tampoco debe permitir que la personalidad de alguno actúe en contra del grupo dentro del cual está inserto. A esto ayuda mucho el ejercicio democrático de su liderazgo, pues en el ejercicio de consulta se respeta la personalidad de los integrantes del grupo. “Se pide una colaboración consentida, se solicita a cada quien asumir una tarea querida por él, previamente discutida y en realidad tomada como tal” (Prieto, 1979, p.151).

El escuchar al personal en sus necesidades e ideas genera acercamiento con el mismo, lo cual se traduce en un mejor clima organizacional, más democrático y mucho más participativo. Produce también las condiciones de información necesarias para tomar las disposiciones más asertivas frente a los panoramas individuales o colectivos de la institución. Pues la empatía conlleva a praxis gerenciales más horizontales que hacen que el personal se involucre en la toma de decisiones o se consideren sus criterios incluidos dentro de las mismas (gerencia horizontal).  

Solamente la dirección democrática alcanza hoy efectividad educativa y social porque, en primer lugar, la dirección autocrática, al limitar la iniciativa de los miembros del grupo y al imponerle soluciones, está coartando toda forma de iniciativa, toda capacidad de colaboración, porque los individuos dan sólo aquello que se les solicita y a veces menos de esto (Prieto, 1979, p. 149).

Esa horizontalidad gerencial también debe conducirse desde la imparcialidad y la justicia, pues si se toma parcialidad por un grupo o por una causa específica se aviva el resentimiento de los desfavorecidos y eso pudiera desencadenar negligencia y ociosidad en algunos miembros del personal. Se debe evitar el favoritismo en función de respaldar la apreciación colectiva del equipo como conjunto. El trato debe ser siempre igual para todos.

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