En Tiempos De Moll
Enviado por alexita2 • 26 de Septiembre de 2012 • 350 Palabras (2 Páginas) • 424 Visitas
En estos tiempos de mall’s, ( Cristián Ortega, diría: mal) hipermercados, y todos aquellos centros comerciales superlativos; existe ( gracias a Dios) mi “paquetería de barrio”. En un espacio de no más de 2 metros cuadrados se hace realidad el eslogan de la publicidad de antaño: “desde un alfiler hasta un elefante”. De lunes a lunes, en distintos horarios, cuando surge la “emergencia” doméstica; los trabajos de última hora de los hijos escolares…ahí está, fiel, cual Penélope.
- ¡Buenas tardes! ¿Tiene, por casualidad, papel diamante?
¡Papel diamante!!!!... ¡Por favor!!! ¿Alguno de ustedes, queridos lectores, podrá imaginar un pedido de ese tipo, en un “almacén de barrio”? …, solo lo haría un demente.
La respuesta: ¡Sí! ¿Cuánto quiere?.
Y estos sí se repiten cada vez que uno consulta por un artículo. Excepto por Neoprén.
Obviamente, no es por casualidad que este negocio esté tan surtido. La frente amplia de sus dueños, permite que quienes somos sus vecinos, a pesar de todos las grandes cadenas comerciales, ( monopólicas, algunas) sigamos confiando en este local que estará cuando se necesite. Es decir, cuando el cliente lo necesite y no a la inversa, como ocurre en la actualidad; cuando nos bombardean con publicidad, cuyo único objetivo es crear en el público, la necesidad de comprar toda clase de artículos (muchas veces inútiles e innecesarios) y consumirnos en el consumo, como señalara Tomás Moulian en su Ensayo.
Con “mi” especial paquetería, no necesito perder tiempo en largos pasillos de productos:
“Caminamos de la mano por el supermercado
entre las filas de cereales y detergentes
Avanzamos de estante en estante
hasta llegar a los tarros de conserva
Examinamos el nuevo producto
anunciado por la televisión…
Y como el equilibrio del mundo se sostiene en los contrarios, en la esquina opuesta al Madaly, que así se llama esta panacea comercial; aparece el “otro” almacén que, sustenta y practica los preceptos consumistas de esta sociedad y que nos ofrece la posibilidad de comprar un kilo de papas con tarjetas de crédito.
Y de pronto nos miramos a los ojos
y nos sumimos uno en el otro
y nos consumimos”
(Sociedad de Consumo, Oscar Hahn)
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