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Ensayo De Un Asilo


Enviado por   •  19 de Junio de 2012  •  3.087 Palabras (13 Páginas)  •  1.896 Visitas

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El servicio en el asilo.

El asilo llamado “Casa hogar Santa María de Guadalupe” donde presté mi servicio, se encuentra ubicado en la calle Calvario esquina con Montevideo.

Es atendido por la congregación “Misioneras del Calvario”, el nombre que llevan es para los pies de la Cruz. Se reúnen gran número de hermanas que acompañan a la victima de Gólgota en el lugar de tormentos, en donde Jesús se sintió abandonado de los suyos y donde se llevó a cabo el gran Misterio admirable de la Misericordia y de amor Redentivo.

Uno de los pilares que delinea su perfil espiritual es el servicio a la humanidad doliente, son convocadas a ejercer su caridad como Cristo con los pobres, trabajan con la humanidad doliente, allí donde se encuentre y cualquiera que sea su sufrimiento, físico, moral o social.

Los servicios que se ofrecen son para aliviar el sufrimiento del mundo a través de la educación a los niños adolescentes, jóvenes y adultos.

Desarrollan su servicio en la pastorela Parroquial, en la asistencia y acompañamiento a los adultos mayores en las casas hogar, atención a los hermanos enfermos en los hospitales, dispensarios y víctimas del Sida. Desarrollan su misión con la gente más pobre y abandonada, a favor de la dignidad humana y en defensa de la vida.

La misión del asilo es: “ofrecer espacios especializados de promoción al envejecimiento activo, a la población adulta mayor en condiciones vulnerables en la dimensión económica, familiar y social, su visión es ser un instituto líder en el impulso del envejecimiento activo con la población adulta mayor institucionalizada.(Platica con la trabajadora social 19/noviembre/2012)

Su objetivo general es: “brindar atención integral a las adultas mayores, en pro de una vida digna y sana; promoviendo el envejecimiento activo en nuestra población institucionalizada, garantizando su interacción, participación e integración a la sociedad”.

El asilo cuenta con los servicios necesarios para cuando los familiares de los ancianos no se puedan hacer cargo de ellos. De igual forma, cuando el adulto mayor desee entrar por su propia cuenta, puede escoger su habitación o compartirla con otro integrante del asilo del mismo sexo.

Realizan diferentes tipos de actividades como baile, gimnasia, pintura, asisten a misa. Son motivos por los cuales ellos se encuentran activos sin necesidad de quedarse en cama, no se les obliga a participar, pero la mayoría asiste para no aburrirse.

En muchos relatos de los Evangelios descubrimos que Jesús se interesó siempre por todo lo que le sucedía a los hombres. Él siempre estuvo preocupado del espíritu, el alma y cuerpo, para todos ellos quería la sanación. Recordemos algunos sucesos: la mujer enferma de hemorragias, primero creyó en Él y luego recibió la curación física (Marcos 5, 25-34); el ciego sanó físicamente y luego conoció a Jesús como su Señor (Juan 9, 1-38), y muchos empezaron a creer en Él por las curaciones milagrosas que presenciaron.

En efecto, Jesús vino a curar a los enfermos, librar a los oprimidos por los espíritus impuros, Él nos trajo la buena noticia, nos enseñó lo mucho que nos ama nuestro Padre Bueno. Una de las cosas más importantes que hizo por nosotros fue enseñarnos a orar y darnos ejemplo de cómo orar. Él lo hacía en un lugar tranquilo, apartado y siempre antes de algo importante se retiraba a orar.

Al principio yo no estaba de acuerdo en hacer un servicio social con adultos mayores, debido a que mi manera de pensar era muy diferente. Creía que me desesperarían y la idea de cambiarlos para mi no era de lo más grato. Desde el primer día que fuimos al servicio iba con una actitud negativa, pero al convivir con los señores me di cuenta que estaba muy equivocada. Ellos solo querían compartir sus anécdotas. Otra de las cosas que pensé fue: cuando yo llegue a esa edad, si Dios me lo permite, me gustaría compartir con las demás personas lo que viví, cómo fue mi pasado y cómo fue que cambió poco a poco.

No me justifico, pero una de las causas por las que tenía esa idea fue porque nunca había convivido con gente adulta. Mis abuelos murieron cuando yo era muy pequeña y casi no los veía debido a la distancia.

Al convivir con las personas del asilo los recordé, la última vez que los vi, los momentos que pasamos juntas, las historias que nos contaban. Aunque no lo recuerde del todo sé que los amaba demasiado y que aún siguen vivos en mi corazón. Cuando me siento muy sola pienso en ellos, en los pocos recuerdos que tengo y eso hace que no me sienta triste.

Desde que voy al asilo siento que soy otra, soy más tolerante con las demás, me gusta escucharlas. Cada que veo a un señor en la calle le doy algo de dinero para que coma o le doy comida, pues me recuerda a las personas que habitan en el asilo al que asistí. Sé que por lo menos ellos tienen gente que se preocupan por ellos, como familiares o los mismos encargados de que el asilo siga en buenas condiciones; como las madres o la gente voluntaria que los visita.

“No me deseches en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando mi fuerza se acabe. Aun en la vejez y en las canas, no me desampares, oh Dios, hasta que proclame a la posteridad las proezas de tu brazo, tu poderío a todos los que han de venir”. (Salmo 71:9)

Descubro a Dios en estas personas porque siempre lo mencionan en su manera de hablar, tienen siempre a Dios por delante, son católicos y tienen mucha fe en Él. Cuando se expresan de sus familias hablan de que la voluntad de Dios fue que estuvieran en el asilo. Acostumbran a ir a misa y rezar el rosario todos los días y eso a la vez hace que se mantengan con ganas de seguir adelante.

Al entrar al asilo nos comentaron que dos personas se habían enamorado estando ahí y se casaron. Al platicar con Alicia cuenta que fue su único novio y su gran amor, y aunque estén viejos se demuestran el amor con más fuerza, debido a que no saben los años que les queden por vivir y lo disfrutan al máximo (plática con Alicia).

El apóstol San Pablo en su primera epístola a Timoteo, le encomienda:

“No reprendas con dureza al anciano, sino exhórtale como a padre;

a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; y a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza”.

(1ª. Timoteo 5:1)

Dentro del asilo hay una señora que tiene más de 100 años y aunque la edad ya no le permite estar despierta o de pie cada que hacen llamado a misa ella pide que la lleven. Si le dicen que se quede ella se niega e insiste

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