Ensayo El arte de educar

UNIVERSIDAD FLORENCIO DEL CASTILLO

EDUCACIÓN PREESCOLAR

PROBLEMAS DE APRENDIZAJE

ENSAYO

“EL ARTE DE EDUCAR”.

Prof: Diana Cisneros Rivera

Realizado por: Roxana Alfaro Solís

Noviembre 2014

EL ARTE DE EDUCAR

“Educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía.” John Ruskin.

Ser educador es estar destinado a ser aprendiz. El educador debe perfeccionarse no solo para educar, debe prepararse para, demostrar, inspirar y construir.

¿Por qué demostrar?

Demostrar al estudiante pasión por la enseñanza y por el aprendizaje, lograr despertar el espíritu crítico y el deseo del conocimiento.

¿Qué se debe inspirar?

Entre muchas otras cosas, la inspiración se centra en la confianza entre la alumna y la educadora, la generación de un ambiente en el que el maestro es un ejemplo para sus alumnos y ellos, a su vez, son un reto para el educador.

¿Cómo construir?

El alumno, especialmente en la etapa preescolar, es prácticamente un libro en blanco, que debe ser escrito por su familia, profesores, sociedad, religión y otros. Hoy en día los niños pasan más de un tercio de su tiempo en relación directa con la educadora, con la “niña” de la guardería o del kínder. Es esta persona quien puede visualizar, con más acierto, el potencial de una niña o un niño. Es labor del educador preescolar empezar a darle forma y sustentar adecuadamente los cimientos de un futuro, empezar la construcción de futuras profesionales, futuros tecnólogos, técnicos, ciudadanos en general.

Destacar sobre las demás personas en cualquier campo de la vida es sinónimo de tener un don, como lo han tenido grandes artistas, cantantes, pintores, escultores, escritores, cineastas, etcétera. Aunque el educar no es una competencia para demostrar quién es mejor o tal o cual cosa si se puede decir que el arte de educar depende, en cierta parte de un don, una predisposición o una inclinación hacia el mundo del saber y enseñar, y por supuesto ese don debe fortalecerse con las bases académicas, teóricas y prácticas.

Educar es un arte, es tener la opción de esculpir, de trazar, de cimentar en algo mucho más complejo y lindo que cualquier material, en la mente y el espíritu de niñas y niños descubridores de un mundo, en la etapa preescolar solamente nos quedamos con este adjetivo, el de descubridoras, a esa edad las alumnas únicamente están explorando el mundo, día a día van desarrollando y captando toda la información que abonará la tierra en la que crecerá su futuro.

¿Cómo distinguir nuestra vocación?

Diferencias entre oficio y arte:

Uno de los placeres más grandes que un ser humano puede sentir es el de dedicarse a algo que le gusta y le apasiona, esa dedicación jamás será un simple trabajo, es su vocación y parte importantísima de su vida.

“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.

La frase anterior, atribuida a Confucio, resume el punto de vista que quise exponer en el párrafo anterior. El trabajo, más que un medio para subsistir, debe ser un complemento para nuestra vida. Nuestras ocupaciones deben ser sinónimo de bienestar, nos deben apasionar, así como un pintor entrega su vida a sus obras un docente debe entregar su vida a los alumnos, así como un actor experimenta sensaciones inigualables con sus interpretaciones, las maestras deben sentir satisfacción cuando logra sembrar en el alumnado la semilla del conocimiento y empieza un cambio positivo en cada persona y familia a la que es capaz de llegar.

No solamente la complacencia de los maestros se debe dar cuando los alumnos llegan a ser grandes profesionales, cualquier cambio positivo en el más humilde de sus estudiantes, cualquier afectación descubierta en proceso de crecimiento, o el mínimo detalle que cause una mejora en la calidad de vida actual y futura del alumno debe ser motivo de gozo por el deber cumplido.

Un educador de preescolar es el primer facilitador y el segundo enlace, después de la familia, con el conocimiento. El proceso de educación y aprendizaje está centrado en el bienestar del individuo, de tal forma que este pueda extrapolar dicho bienestar a sus seres más cercanos y por ende a la sociedad en general.

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