Ensayo Pedagogía De La Alteridad Y La Responsabilidad
Enviado por paosantiago • 25 de Mayo de 2012 • 1.631 Palabras (7 Páginas) • 2.405 Visitas
Pedagogía de la Alteridad y la Responsabilidad
El presente texto es un análisis y una reflexión sobre las ideas y conceptos de Pedro Ortega Ruiz, Ramón Minguez Vallejos y Alberto Gárate acerca de la educación moral como pedagogía de la alteridad y la responsabilidad como respuesta educativa a los desafíos del presente. El propósito es hacer una revisión de dichas ideas y ver cómo éstas influyen, de manera consciente o no, en el ejercicio diario de nuestra labor educativa. Asimismo, pretende ofrecer otro enfoque, al ya conocido debate educación vs instrucción y las implicaciones que ambos conceptos conllevan.
La idea de la educación moral y la educación en valores, no es una moda o una novedad que se esté intentando implementar en la actual práctica docente y en los sistemas educativos de todos los países. Es un tema que las últimas generaciones de docentes, hemos tratado de entender, vislumbrar y esclarecer. Una gran cantidad de autores han dedicado numerosas páginas de sus trabajos y estudios para exponer los distintos puntos de vista y conclusiones a las que han llegado, a través de su experiencia e investigación, y, cómo puede ésta educación moral, favorecer u obstaculizar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Algunos autores afirman que, la importancia de la educación radica en el refinamiento de las estrategias que el docente debe seguir para que los alumnos adquieran conocimientos. Otros autores, como los aquí revisados, ofrecen una concepción contemporánea donde afirman que “no es posible separar competencia pedagógica y competencia moral en la educación” (Ortega, s.f., p. 4).
Si bien es cierto que, la Universidad sienta las bases teóricas sobre la importancia de una pedagogía sana, sólo la práctica en el aula nos hace descubrir la verdad sobre lo que enfrentamos. Minguez (2011) puntualiza acertadamente que “la sociedad actual es una sociedad individualista y cambiante”; se debe educar tomando en cuenta las diferencias que presentan y el contexto en el que viven los alumnos. “Sin contexto no puede haber ni significado ni comprensión” (Ortega, s.f., p. 1).
La relación maestro-alumno también ha sido objeto de numerosos estudios, pero no puede seguirse viendo como una relación donde el que enseña vierte conocimientos sobre el que aprende, como si fuera un recipiente que hay que llenar. El docente tiene una función mucho más compleja. Gárate afirma (2011), que el educador en sus relaciones con el otro, tiene cualidades valorativas que lo llevan a una ética docente en la cual, funge un papel de sujeto moral. Debe reconocerse como modelo y formador de aprendizajes morales que formarán parte de las estructuras de los individuos de los cuales es responsable.
Al reconocer al docente como sujeto responsable, se debe hacer una pausa para reflexionar sobre la responsabilidad a la que los autores hacen referencia. La responsabilidad, como valor de la práctica humana, les ofrece a las personas las herramientas para desenvolverse adecuadamente dentro de su entorno social, personal y laboral. Pero Minguez (2011), señala que la responsabilidad debe ser contemplada desde su significado etimológico en el que se habla de responder, de dar respuesta... de hacerse cargo del otro. “Es, en su raíz, un acto ético. Pero se puede responder al otro y del otro. En el primer caso, respondemos a una pregunta, como lo hace la ética kantiana; en el segundo, a una demanda, a una apelación, como se da en la ética levinasiana” (Ortega, s.f., p. 8). El educador debe dejar de ver al alumno como un simple aprendiz. En el acto educativo, el docente deberá tener presente que tiene frente a él a un ser humano dentro de un contexto, con una historia personal, con sentimientos y emociones, pero sobre todo, con la angustia de enfrentar a una nueva persona que pretende enseñarle los conocimientos que necesita, pero que no sabe si lo recibirá con afecto y paciencia.
En efecto, para poder hacerse cargo del otro, el educador debe tener en cuenta los sentimientos y la historia del alumno; “volver la espalda a esta realidad es tanto como renunciar a educar. No se educa nunca en “tierra de nadie”. Y el compromiso con el otro, hacerse cargo de él exige asumirlo en toda su realidad
histórico-social” (Ortega, s.f., p. 22). Como docentes, hay momentos en que la frustración nos invade en el momento en que no obtenemos los resultados que esperamos de nuestros alumnos, pensamos que no estamos haciendo nuestro trabajo como debiéramos, sin tomar en cuenta que son muchos los factores que influyen en el aprendizaje de los seres humanos. Pero, cuando nos damos un espacio para conocer un poco más el contexto que rodea al alumno y la historia que trae a cuestas, podemos entender qué está afectando su aprendizaje y plantear nuevas estrategias para ayudarlo.
Con base en lo anterior, al decir que en esta relación ética el educador debe hacerse cargo del otro, se habla de una actitud de acogida. Minguez menciona (2011), que, cuando hagamos referencia al término acoger, pensemos en el acto de tomar en brazos a alguien que lo necesite. Como una madre a su hijo. Es un acto que demostrará cariño, afecto a un ser humano que necesita ser reconocido y apreciado en su individualidad.
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