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Enseñar a la gente que aman a los animales


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2013  •  Ensayo  •  2.833 Palabras (12 Páginas)  •  371 Visitas

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te educar a las personas que los animales son seres capaces de sentir dolor y de experimentar un sufrimiento intenso, y, en la medida en que los seres humanos éticamente activos podemos hacer juicios de valor sobre nuestros actos, estamos moralmente obligados a tratar de evitar el padecimiento ajeno, sea este "humano" o "animal".

Profundizar la indagación desde la perspectiva de la violencia hacia los animales, fue un interés académico. Asimismo, me interesa aportar estadísticas recientes sobre este problema.

Para todo esto, he trabajado con el método descriptivo, donde están los hechos que deseo investigar. Durante esta investigación no tuve ningún obstáculo para realizarlo; ya que había mucha información de este problema.

El objetivo del desarrollo de este trabajo es concienciar a las personas a respetar la vida de los animales.

Desarrollo:

Los animales suponen para el humano un recurso, un ser que ni siente ni padece o, al menos, que si lo hace no nos afecta de forma suficiente como para compensarnos el dejar de explotarlos. Tienen la ventaja de que se reproducen solos, que necesitan poca inversión para su mantenimiento y que se rentabilizan en poco tiempo. Así, los utilizamos como comida, material para vestirnos, elemento de diversión, base biológica para probar sustancias, saco de arena donde volcar nuestras frustraciones, máquina de sacar dinero, etc.

Pero se nos olvida que esos animales no humanos sí que sienten y padecen. Sí que les afecta que les privemos de su libertad, que los estabulemos, que los torturemos y que los asesinemos. No son meros recursos a nuestra disposición, son compañeros de planeta con tanto derecho a la vida y a su disfrute como nosotros. Son seres independientes, autosuficientes y únicos, con derecho (por encima de todas las otras consideraciones) a la vida y a la libertad.

La crueldad que se comete continuamente con los animales es atroz. Millones de ellos son sacrificados en las granjas intensivas, tras llevar una vida miserable. Son objeto de diversiones crueles, que nublan la razón. Son arrancados de sus hábitats naturales y objetos de un tráfico comercial degradante a través del cual la mayor parte de ellos muere. Son utilizados en los laboratorios en pruebas de experimentación hasta extremos inimaginables. A su costa, por diversión, es permitida la caza. No existe paz para ellos, ni tan siquiera para innumerables animales de compañía, nuestros amigos los perros y los gatos. Y todavía hay políticos, personas que se consideran inteligentes que ríen estúpidamente cuando pedimos se le reconozcan derechos: el derecho a la vida, el derecho a la integridad física, el derecho a la libertad, porque ellos, como nosotros, tienen capacidad de sufrir.

Millones de animales mueren diariamente víctimas de los hábitos de nuestra sociedad. Muchos morirán solos, asustados, esperando su turno en el matadero mientras ven morir a los que estaban por delante en la fila. Otros muchos morirán en laboratorios, víctimas de una ciencia mal entendida que antepone los beneficios económicos al interés por los experimentos alternativos. Millones más serán asesinados y despojados de su piel, que acabará convertida en prendas de vestir innecesarias, para las que existen alternativas sintéticas o vegetales. Para nuestro entretenimiento morirán más y más animales: en ruedos de plazas todavía no abolidas; en fiestas que en nombre de la cultura y la tradición creen tener carta blanca para torturar a inocentes animales indefensos; en circos, zoos y aquariums, donde morirán tras una vida en reclusión, condenados por el delito de no pertenecer a nuestra especie humana.

Su muerte será el punto y final a unas vidas cuyo valor será medido por la cantidad de beneficios que generen: vivirán hasta que valgan más muertos que vivos. Una vida en la que sus necesidades no contarán. No contará ni siquiera la necesidad de crecer con sus familias o de ver la luz del sol.

LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES

Está en la naturaleza de los animales el imponerse en el mundo animal pero esto en sí mismo no tiene nada que ver con tener derechos. Hasta cierto punto en el tiempo el hombre concebía la noción de 'derechos' y es sólo el hombre quien emplea tal concepto. ¿Por qué entonces nos referimos a derechos de los animales? La respuesta es muy sencilla: los derechos de los animales tienen como meta poner límites al comportamiento humano. Si fallamos al imponer límites legales claros al comportamiento humano en relación con los animales, será imposible iniciar procesos legales contra aquellos que excedan estos límites. Los animales son vulnerables, sin defensa y completamente en el poder de los hombres. Las personas que pasan por alto el bienestar de los animales deben ser llevados a la corte y hacerlos responsables por violar los derechos de los animales.

Aproximarnos a la cuestión de "los derechos de los animales" no requiere en sí mismo herramientas analíticas diferentes a las empleadas para abordar el tema de "los derechos humanos". Ambas expresiones conjugan dos términos. Y uno de ellos, además, compartido. Ya hemos expuesto algo sobre el confuso término "animal", que en este contexto nos remite a los ya conocidos "animales no humanos", por lo que parece apropiado enjuiciar la palabra clave en este debate: los derechos.

Lo primero que cabe decir al respecto es qué el término "derecho" es en realidad la representación lingüística de una intuición moral. El derecho no es algo físico, como no lo es el amor, la solidaridad o el deseo. La realidad fáctica del derecho surge de la propia naturaleza humana. Es incuestionable que todas las sociedades se organizan social y políticamente de alguna manera, y es un común denominador establecer normas de relación, como pueden ser determinadas obligaciones, permisos o prohibiciones.

Como seres morales, tendemos a clasificar nuestros actos fundamentalmente en dos categorías: buenos y malos. O, expresado en otras palabras, deseables e indeseables, siempre en función de las consecuencias que se deriven de ellos para los miembros de la comunidad. Estos valores son un elemento constante en todas las sociedades humanas, y su vida cotidiana gira en torno a ellos.

Es imprescindible resaltar el hecho de que, casi sin excepciones, se asocie lo bueno (deseable o digno de ser potenciado) con el placer, con las sensaciones agradables, con aquello que hemos calificado como "bienestar", en definitiva. Por el contrario, lo malo (indeseable) va parejo al sufrimiento en cualquiera de sus formas o grados. Como quiera que los seres humanos hemos desarrollado la misma facilidad para establecer normas de conducta que para transgredirlas, la sociedad trata de disuadir a sus

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