Entra en la barca
Enviado por Mirellys • 2 de Noviembre de 2018 • Trabajo • 1.620 Palabras (7 Páginas) • 71 Visitas
Universidad Teológica de Liderazgo viérnes 5 de octubre del 2018
Tema: Entra en la barca
Reflexión
Título: El ancla, el timón y la lengua
Por favor, busquemos nuestras biblias en: Stg 3:4-5
Stg 3:4
Observad también las naves, aunque tan grandes y llevadas por impetuosos vientos, son gobernadas por un muy pequeño timón, a dondequiera que desea el impulso del timonel
Stg. 3:5
Así también, la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡Mirad cómo un fuego tan pequeño puede incendiar un bosque tan grande!
VOCABULARIO
Barca, Barco
1. ploion (hebreo) (πλοι̂ον, G4143), barco, nave. Se traduce preferentemente como «barca» en los Evangelios, donde es de uso frecuente; se halla 18 veces en Hechos donde, como en Stg 3:4-5; Apo 8:9; Apo 18:19, significa nave.
2. ploiarion (hebreo) (πλοιάριον, G4142), esquife, o bote pequeño. Es diminutivo de ploion (Nº l), (Mar 3:9; Mar 4:36; Juan 6:22, pero en la segunda parte del versículo; Juan 6:23, pero aquí algunos textos tienen el esquife; Juan 6:24; Juan 21:8).
Esquife (dingui) = Embarcación pequeña para pescar o traficar en las costas del mar, o para atravesar los ríos. Barcaje. Barca de pasaje. Lancha plana que se utiliza para atravesar los ríos.
La vida marítima de los hebreos
Los antiguos Israelitas no fueron grandes navegantes ni tampoco eran buenos manejando grandes embarcaciones según los datos históricos, preferían la vida en tierra. La única flota marítima que tuvieron fue destruida en el puerto llamado Ezion-geber, (1R 22:48) y fue hundida por una tormenta cuando se encontraba atracada en en el puerto.
Los expertos navegantes de aquella región fueron los filisteos, los fenicios, los micenios, los minoicos (o cretenses).
El mar Mediterráneo no sirvió para dividir a los pueblos, más bien para proveer un mejor acceso a las personas y al comercio. Los filisteos llegaron por mar desde la isla de Chipre, los micenios y los cretenses que vienen del área de las islas griegas aledañas a Israel, eran gente de mar.
No es hasta los tiempos del Nuevo Testamento que se habla del desarrollo de la pesca en Israel, (no les gustaba mucho mojarse, pero; le encantaba comer pescado). Una de las regiones de más actividad de la pesca fue en el mar de Galilea, también conocido como lago de Tiberiades; lago de Genesaret , (que no es un mar (agua salada) sino un lago (agua dulce)), y mide aproximadamente 12 millas de largo por 6 millas de ancho, con una profundidad de 48 metros (157.48 pies). Al estar a una altura de 212 metros (aprox. 600 pies) bajo el nivel del mar y al estar rodeada por montes hacen que la atmosfera del lugar sea inestable, en verano cuando la temperatura asciende hace que el agua se evapore y la corriente termal vertical choca con el aire más frio que viene del mar Mediterráneo haciendo que se forme una gran turbulencia y se crean estas tormentas repentinas, que se nos describen en la Biblia.
El negocio de la pesca para el tiempo de nuestro Señor Jesucristo, fue uno muy rentable que dejaba muy buenas ganancias; debió haber sido muy difícil para los discípulos del Señor dejar su oficio; muchos de nosotros tenemos el pensamiento herrado por creer que Pedro, Andrés, Jacobo y Juan eran discípulos pobres, pero, fue todo lo contrario, estos pescadores fueron socios accionistas en una empresa de pesca comercial.
Las barcas que se describen en la Escritura eran hechas de madera no de gran tamaño (es por este motivo que los esquifes eran tan vulnerables a las tormentas), donde podían caber holgadamente cuatro hombres, también se construían de mayor tamaño como las que se transportaban los discípulos con Jesús. Tenían el hasta en forma de T, que estaba ubicada en el medio de la embarcación y una vela en forma de triángulo, permitía tomar el viento en cualquier ángulo hacia donde soplara.
El ancla, el timón y la lengua
Stg 3:4 Observad también las naves, aunque tan grandes y llevadas por impetuosos vientos, son gobernadas por un muy pequeño timón, a dondequiera que desea el impulso del timonel.
Como ya leímos en el versículo de Stg 3:4, se le podría discutir a Santiago el terror que él le tiene a la lengua, tratándose de una parte del cuerpo tan pequeña que no se le puede tener en cuenta ni darle tanta importancia.
Fijémonos en los navíos, que por muy grandes que sean y aunque los impulsen vientos impetuosos, ¡cómo se puede dirigir su curso con un timón relativamente muy pequeño por donde quiere el timonel! Pues así es la lengua: un miembro del cuerpo tan pequeño pero; que mata. Para contestar a esa objeción, Santiago pone dos ejemplos de cosas pequeñas que controlan otras cosas muy grandes.
(1) A los caballos,
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