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Entre inocencia y ceguera


Enviado por   •  21 de Octubre de 2012  •  Ensayo  •  1.686 Palabras (7 Páginas)  •  265 Visitas

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ENTRE INOCENCIA Y CEGUERA

La inocencia de un niño hace que viva alegre y feliz, lleno de gozo en su familia perfecta. Pero, ¿qué pasa cuando le preguntamos a sus padres recién divorciados sobre la misma vida en familia de la que el pequeño nos habla con tal devoción? La situación recién descrita nos introduce en el tema de las distintas apreciaciones que los diferentes actores en un momento o situación pueden elaborar.

Según la real academia de la legua española, inocencia es el “Estado del alma limpia de culpa”, y es así como la sociedad actual describe a los más pequeños habitantes del mundo. En este sentido, podríamos decir que la sociedad adulta es responsable, o incluso “culpable”, de su falta de inocencia y su rudeza al encarar la vida. Entonces cabe hacerse una pregunta: ¿Dónde está la brecha entre el crecimiento y la pérdida de la inocencia? ¿Acaso al crecer vamos cultivando el alma de culpa y malos hábitos?

Sin embargo, también podemos analizar la misma situación desde otra perspectiva un poco menos defensora de la tan popular inocencia infantil. Es igualmente válido hablar de que un niño no ha vivido lo suficiente como para darse cuenta de la “realidad”. Y aquí quisiera detenerme un momento. ¿De qué realidad estamos hablando? ¿Quién puede decir objetivamente cuál es la realidad digna de juzgar y cual no? ¿Quién puede asegurar que un niño no vive la misma realidad que un adolescente, un adulto o anciano? ¿Es acaso la realidad un asunto de amplia ambigüedad? Se supone que nos enfrentamos a un tema científicamente comprobado: La realidad. En una de sus acepciones, la RAE describe la realidad como “Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio”. Pero seguimos en la misma posición. ¿Qué es más real? ¿Existe un “rango” para la realidad? Está acaso un científico o más capacitado para describir una realidad que un niño de 11 años sin educación universitaria?

No es justo decir que alguien puede o no tener la verdad absoluta sobre un tema que aún con su definición de diccionario sigue siendo digno de discusión. La vida puede ser una sola, pero somos millones y millones de personas las que sumadas formamos las vidas de unos y otros entrelazadas en una sola realidad. Pero esta realidad, tiene sin duda interpretaciones que van desde la inocencia de un niño que no distingue entre lo bueno y lo malo, hasta la ceguera de un hombre que en toda su vida no se ha dado cuenta de la importancia de la imaginación, o la importancia de no perder la capacidad de asombro que en la infancia tanto se repite.

El cuento EL PRINCIPITO, escrito por Antoine de Saint-Exupèry, nos habla a grandes rasgos de lo que significa la gran diferencia entre la visión de un pequeño inocente y el sesgado mundo de los adultos que viven para satisfacer necesidades banales y superficiales que finalmente no son necesarias.

Lo increíble está en que socialmente se reconoce la sabiduría que la vida va entregando a medida que crecemos. Los estudios han formado parte de los detalles de mayor relevancia al momento de formar lazos con otros, al relacionarnos, al ver lo que nos trae la otra persona como “aporte” a nuestras vidas. Es así como la estructura de lo superficial se ha apoderado de las relaciones humanas, llevándonos incluso a perder grandes oportunidades de la vida por descartar o discriminar a personas simplemente porque “aparentemente” no están cualificadas para pertenecer a nuestros círculos.

Asimismo, se desmedra lentamente la sabiduría que los niños pueden entregar a nuestras vidas, simplificando los problemas que tanto amargan nuestras vidas, y logrando sacar de ellos la parte alegre y feliz que nos dejan. Volviendo al ejemplo del inicio del ensayo, podríamos hablar de lo triste que es la vida de dos jóvenes adolescentes cuyos padres se han divorciado recientemente. Por la cabeza de estos jóvenes podrían estar pasando las peores pesadillas existentes. Por la cabeza de los padres, sentimientos encontrados que luchan por la mejor decisión en base a la felicidad de sus hijos. Y lo increíble, viene al indagar en la cabeza de un niño. Un niño que desde que el divorcio surge, tiene dos casas para jugar, dos cumpleaños que celebrar, y posiblemente dos familias para disfrutar. ¿Acaso no viven la misma realidad? ¿Están viviendo vidas completamente diferentes? ¿Es el niño ciego para no darse cuenta de que los padres ya no se aman? Aun cuando la historia podría ser diferente, la perspectiva es lo que cambia los sentimientos y emociones que se viven en una situación que efectivamente, mantiene una realidad común. Tal vez la historia familiar podría tener otro desenlace. Los padres haciendo lo mejor posible, buscan la felicidad de sus hijos, y los adolescentes entienden la dificultad de que los padres sigan juntos y aceptan con total amplitud de mente que es lo mejor para todos. El caso es diferente, la realidad es

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