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Espacio Urbano Y Sentido


Enviado por   •  24 de Febrero de 2014  •  3.920 Palabras (16 Páginas)  •  213 Visitas

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ESPACIO URBANO Y SENTIDO.

De las teorías urbanas al semanálisis

Álvaro Niño Ramírez

Arquitecto Universidad de Los Andes

Docente investigador U.P.C

Coordinador de Investigación Facultad de Arquitectura y Artes

1. El término “recomposición” es relativamente nuevo para los arquitectos;

normalmente las intervenciones que desde esta disciplina se realizan sobre el espacio

urbano responden a conceptos diferentes como renovación, refuncionalización o

rehabilitación, entre otros. En ese orden de ideas, puede resultar útil empezar esta

ponencia inaugural del Taller Interdisciplinario con algunas consideraciones sobre el

concepto de recomposición y sus relaciones con las distintas teorías que sustentan el

trabajo de los arquitectos y urbanistas sobre la ciudad.

“Recomposición” implica, como el prefijo “re” indica, una acción que no se desarrolla

por primera vez: se trata pues de una acción cuyo propósito es replicar algún hecho o

fenómeno que ya ha existido en el pasado; ese algo tiene que ver con el otro

componente de la palabra, es decir, con el sentido de “composición”. Recomponer es,

en suma, “volver a componer”.

Ahora bien, si examinamos el significado usual del término “composición”,

encontramos que la palabra puede entenderse de tres maneras, como acción y efecto

de:

• Formar una cosa de otras, juntándolas y colocándolas con cierto modo y

orden.

• Ordenar, concertar, reparar lo desordenado.

• Hacer, producir obras literarias, científicas o artísticas

Es claro que estas tres acepciones tienen mucho que ver con la intervención

urbanística; si asumimos que el urbanismo tiene su condición de existencia no sólo en

la ciudad, sino en la ciudad que requiere que se le restablezca una armonía o una

unidad perdida o por construir, los tres significados en realidad se revelan como

complementarios: el urbanismo siempre ha buscado: 1) recuperar la unidad

conceptual entre las partes y el todo de la ciudad, con el propósito de configurarla con

cierto orden; 2) construir una lógica de relaciones, ordenando y concertando aquello

que de una u otra manera se considera “desordenado”, ya sea desde el punto de vista

físico-espacial o desde el sociocultural; y 3) intervenir la ciudad con base en la idea de

obra, en el sentido de producción nueva o proyecto, a la vez científico y artístico. En

ese orden de ideas, puede afirmarse que la idea de urbanismo es inseparable de la

noción de “recomposición”.

Ahora, el término recomposición asume diversos sentidos según la visión que se

tenga de la ciudad; podría decirse que lo que diferencia una teoría urbana de otra es

precisamente la manera como cada una asume las necesidades de unidad, orden y

proyecto. Puede decirse que la historia de la teoría urbana es una historia de los

intentos por recomponer la ciudad, para restablecer esas

cualidades de orden, unidad y prefiguración que al parecer se perdieron a partir de la

Revolución Industrial. Esa historia es la que se intenta evidenciar brevemente en esta

ponencia.

2. La teoría urbana más sólida que se ha producido en cualquier época es

probablemente la que se consigna en la Carta de Atenas (1923); se trata de una

auténtica declaración de principios y de una propuesta orgánica para el tratamiento de

la problemática urbana moderna. Puede decirse que es uno de los pilares

fundamentales del urbanismo, tanto en lo teórico como en lo metodológico.

Si analizamos sus tesis fundamentales podemos ver que su principal propósito se

relaciona con la idea de recomposición: el énfasis sobre las relaciones entre

naturaleza y ciudad y sobre la complementariedad de las cuatro funciones urbanas

(habitar, circular, recrear cuerpo y espíritu y trabajar) tiene un claro sentido de

recuperación de una unidad y una armonía –conceptuales y prácticas– entre las

dimensiones de lo urbano que en ese momento habían entrado en conflicto de

manera dramática. La funcionalidad, la racionalidad de volúmenes y espacios y la

eficiencia de la infraestructura, especialmente de la relacionada con la movilidad, se

consideran principios incontrovertibles y expresión de los nuevos valores que deben

regir la sociedad. El proyecto moderno de renovación, democratización y

emancipación, planteado a escala mundial, es entendido por los arquitectos modernos

como la gran obra que debe construir la sociedad en su conjunto, y cuyo escenario,

razón de ser y objetivo final confluyen en la ciudad. Para los arquitectos de la época

heroica de la modernidad el propósito colectivo asimilaba la recomposición de la

sociedad a la reconstrucción de las ciudades, o a su re-creación con base en una

lógica geométrica y funcionalista; este propósito seguiría animando de una u otra

forma, con mayor o menor énfasis, el desarrollo posterior de la disciplina una vez

abandonada la fe en la función y en la geometría euclidiana.

A pesar de los nobles ideales que la animaron, la ciudad pensada por los arquitectos

modernos demostró con el tiempo que era, si no imposible, muy difícil de realizar. La

segunda mitad del siglo XX fue un período de crisis de la arquitectura moderna y de

surgimiento de alternativas; todas ellas, en su momento agrupadas bajo la ambigua

noción de “postmodernismo”, tienen su origen en el cuestionamiento de la viabilidad

de una recomposición tan integral como la que soñaron los modernos: naturaleza,

ciudad y sociedad se mantenían en conflicto sugiriendo que ese conflicto era la regla

de sus relaciones.

Los teóricos orientaron entonces sus esfuerzos a recomponer las dimensiones que el

urbanismo moderno había paradójicamente contribuido a disociar en la medida en que

ignoraba o destruía las relaciones que las definen. Los temas del urbanismo serían a

partir de entonces, sucesiva y reiteradamente, la percepción y la imagen urbana, la

memoria colectiva, las desigualdades sociales y la comunicación como fin último de

todo producto cultural.

3. En directa relación con la filosofía postestructuralista de los años 60, e incluso

citando a Lévi-Strauss como una de sus fuentes, se desarrolló la llamada teoría de la

ciudad análoga por parte del arquitecto italiano Aldo

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