Estetica De La Arquiectura
Enviado por Pachon.p • 21 de Abril de 2014 • 2.707 Palabras (11 Páginas) • 240 Visitas
Estética: Pertinencia y Ubicuidad Por: José Enrique Robledo O. 4º Aparte
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En el Conocimiento Estético, el gusto es condicionante fundamental. En el Arte, el autor se propone con el lenguaje de la representación impresionar la sensibilidad del perceptor, tocando y afectando su gusto, para expresarle y comunicarle emociones, sentimientos, ideas, pensamientos y sentidos. El filósofo italiano GALVANO DELLA VOLPE, enuncia lo siguiente en su “Crítica del Gusto”:
“El Arte en general, es pensamiento que se expresa o actualiza merced a determinados medios semánticos.”
Y agrega a este respecto ADOLFO SANCHEZ VASQUEZ en “Cuestiones Estéticas y Artísticas Contemporáneas” (los paréntesis los ha agregado el autor del presente Ensayo):
“Lo que diferencia a las Artes entre sí sería la naturaleza específica de los dos términos de esta relación: la idea o pensamiento (contenido), y el sistema de signos o medio semántico (forma).”
Con la Obra de Arte, el autor transmite su subjetividad a la propia del perceptor, quien la recibe o la rechaza, pero difícilmente permanece indiferente a ella. No sólo se atrae la atención con la belleza manifiesta; también con la fealdad, y de igual manera con lo sublime, con lo trágico, lo cómico, lo grotesco, lo ridículo o lo gracioso se provocan y se motivan reacciones de diversa índole en quien percibe. La belleza o lo bello, así como cualquier otro de los atributos citados que caracterizan a determinado Objeto de Conocimiento —trátese de sucesos o eventos externos que acontecen, por ejemplo—, constituyen las que se han denominado Categorías Estéticas.
El artista, como creador que es, le infunde vida a la Obra de Arte, una vida aparte, autónoma e independiente de quien la crea. En el Arte, entonces, el Objeto Artístico, la Obra de Arte, es materia espiritualizada por el hombre. Es materia que adquiere vida propia, una vida de la que se puede decir es a imagen y semejanza de la del autor, porque de él la recibe. El Ser Humano, artista y autor, a partir de un ideal, de los motivos y de las intenciones de su propia espiritualidad, se convierte en creador, cuando al transformar la materia inerte le infunde vida. Es el espíritu que le otorga el autor a la simple materia, y no tanto su racionalidad, el que la convierte en Obra de Arte. Refiriéndose al Arte, alguien en una entrevista dijo alguna vez:
“… Y el Arte no se hace con razones, porque no se hace sólo con la cabeza: se lleva a cabo con todo el cuerpo y fundamentalmente con la sensibilidad, con las razones del corazón.”
Al trabajar sobre la Apariencia inicial de la materia, al elaborarla y transformarla, se modifica su Esencia original, y se crea una nueva Esencia, inédita esta vez, y de naturaleza estética, con nuevos sentidos y significados. Éste es sin duda alguna un acto de legítima creación, de creación artística, de creación humana. Sólo que la creación humana, a diferencia de la “divina”, no es instantánea; no suele producirse por un “soplo mágico”, súbito o repentino. Trabajar sobre la Apariencia requiere de un proceso, de una elaboración que precisa de unas técnicas, de unas técnicas de diseño, de composición y de ejecución.
Al separarse del autor, la Obra de Arte se vuelve patrimonio de todos, se universaliza y se objetiviza, pero su vida permanece en suspensión, en espera de que un perceptor (o contemplador) propicio y receptivo la rehaga con el acto de la apreciación y la re-creación; es entonces, cuando él le da nueva vida con la subjetividad de su percepción. Y re-crear es volver a crear, es revivir. A su manera, el perceptor también tiene de artista, porque vuelve a crear la Obra de Arte. Dos actos, primero de creación, y segundo de percepción con re-creación, que enlazan dos subjetividades a través del puente vital de la Obra de Arte.
En algunas Artes, la Música, el Teatro y la Danza por ejemplo, se requiere de un ejecutante o intérprete, el cual sirve de mediador entre el autor y el perceptor, este último desempeñando en esta ocasión el papel de espectador. En su acto, el intérprete también es perceptor, y como tal recrea (re-crea) y revive la Obra de Arte; aquí re-crear es sinónimo de entretenimiento, de esparcimiento, de solaz, de juego y diversión. Con su subjetividad, el intérprete reelabora la creación del autor antes de entregarla al perceptor final. El intérprete es un artista porque crea y recrea. Es un intermediario, que en el proceso de transmisión del mensaje artístico le suma con su desempeño un aporte personal; es una subjetividad más en juego, involucrada en la función expresiva, comunicativa y representativa de la Obra de Arte.
Aparte del autor, del intérprete y del perceptor, puede intervenir en el cometido de la Obra de Arte un cuarto interlocutor, el crítico, quien hace parte del público espectador. Es un interlocutor, pues como perceptor recrea la Obra de Arte y, además, por ser él mismo un experto, con Ética primero, y siempre con rigor e imparcialidad como requisitos incuestionables, reflexiona sobre la Obra de Arte, la valora, y finalmente elabora conceptos para ilustrar al público y acercarlo a la comprensión y asimilación de la función artística en su totalidad. Al respecto, en “Sistema de la Estética”, F. LARROYO escribe:
“El crítico tiene una tarea creadora: tras la vivencia de los valores contenidos en una obra, elabora en concepto, en concepto filosófico, la esencia de la obra por valorar. Así transforma en palabras la intuición emotiva de las formas.”
En el documento “Historia y Estética en Arquitectura; el Modernismo o la Ausencia de Paradigmas”, el filósofo español ANGEL MEDINA refiriéndose a la polaridad estética de contenido-forma (Esencia-Apariencia) en el Arte, escribe:
“Ha sido Ernst Gombrich , quien nos ha proporcionado la más clara delimitación de las tres relaciones básicas entre forma y contenido en el Arte. Una forma artística puede representar, es decir, tomar el puesto de una cosa o cosas, o bien puede expresar una cualidad afectiva, o bien simbolizar una realidad inmaterial, una cualidad moral, o una idea. Esas tres relaciones significativas básicas son las que convierten a las formas plásticas y verbales en signos que apuntan a algo más allá de su apariencia perceptible. Aquello que es señalado más allá de la apariencia, bien sea una cosa tras de ella, una emoción “invertida” en ella, o una entidad inmaterial, moral o conceptual que le sobrepasa, es precisamente
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