Etica Para Amador
Enviado por atia • 23 de Septiembre de 2014 • 3.411 Palabras (14 Páginas) • 183 Visitas
Introducción
Ética para Amador Difícil es decir que Ética para Amador es un libro mediante el cual Fernando Savater desee llenar al lector de datos, autores, y reglas de la vida que en poco se olvidan.
Mucho más adecuado me resulta definirlo como una charla dividida en nueve capítulos que mantiene con su hijo Amador, a quien únicamente pretende transmitirle el arte de vivir la buena vida, el secreto de saber elegir el bien y el mal, eso que él llama ética y libertad.
Planteando muchas preguntas intenta llegar al fondo de ellas sin que eso implique dar una respuesta concreta o un recetario exacto de cómo es que se debe vivir, pues su intención es sólo la de dar las herramientas necesarias para que cada individuo, con su propio criterio e inteligencia, logre decidir el camino por el cual conducirá su vida.
Ética para amador
Capítulo I: De qué va la ética.
De entre todas las cosas que pueden formar nuestro saber, existen unas básicas como lo es el saber qué cosas son convenientes o buenas y cuáles inconvenientes o malas. Cuando se presentan ambigüedades, es que comienzan las dificultades del saber vivir y entra en juego la libertad. Los animales, por estar programados por la naturaleza, conocen una sola forma de comportamiento para cada situación. Los seres humanos, aunque en cierta medida estamos también programados por fidelidades que nos son inculcadas desde la cuna, somos seres imprevisibles, pues tenemos una serie de alternativas en nuestro proceder que aunque en ocasiones resulten raras, muy pocas veces son imposibles. La libertad nos permite elegir, inventar e incluso equivocarnos. Dos importantes aclaraciones al respecto es que no somos libres de elegir lo que nos pasa, sino de responder a ello de un modo u otro; y que el ser libres para intentar algo no tiene relación alguna con lograrlo, pues en ocasiones mezclamos libertad con omnipotencia y es entonces que intentamos elegir dentro de lo imposible. Lo importante es encontrar nuestro propio arte de vivir que nos permita acertar, y eso es la ética.
Capítulo II: Órdenes, costumbres y caprichos.
Un motivo es la explicación propia más aceptable acerca de tu conducta. Dentro de los motivos existen las órdenes, las costumbres y los caprichos, que no hacen más que inclinar la conducta y preferencias. Las órdenes y las costumbres, cuya fuerza es el miedo y la comodidad respectivamente, son impuestas por factores externos, mientras que los caprichos surgen del interior de cada quien. Respecto a las primeras es recomendable establecer hasta qué punto pueden ser obedecidas y de las segundas, saber que sirven exclusivamente para aspectos de rutina.
Capítulo III: Haz lo que quieras.
La libertad no es sólo decidir sino darse cuenta qué se está decidiendo. Por ello sólo es válida cuando se ha pensado dos veces: con la primera se descubre el motivo y con la segunda se cuestiona el mismo. Nunca una acción es buena sólo por ser una orden, una costumbre o un capricho A veces con eso basta, pero casi siempre se necesita del razonamiento para determinar si es o no conveniente algo. Todo esto forma parte de inventar nuestra propia vida y no vivir de a acuerdo a lo que los otros inventan por nosotros. Moral son aquéllas reglas o normas que consideramos válidas, mientras que la ética se encarga de cuestionar por qué lo son. Hay cosas buenas y malas que nada tiene que ver con la moral y de las cuales conocemos concretamente su utilidad; tratándose de seres humanos, sin embargo, resulta difícil esta clasificación, pues ignoramos para qué sirven. Lo único que se sabe es que la ética se basa en una frase: Haz lo que quieras
Capítulo IV: Date la buena vida.
Haz lo que quieras es abandonar lo que nos rige desde el exterior y enfocarse a lo que la propia voluntad reclama desde el fuero interno. La misma contradicción que hay en Haz lo que quieras (que así como abre una infinita gama de posibilidades puede reducirla a una elección entre dos), se presenta en la libertad, pues no somos libres de elegirla o no, sino que estamos condenados a la libertad, como afirmó Jean−Paul Sartre. Para no reducir la frase a un simple capricho, es importante establecer prioridades entre los deseos repentinos y aquellos a largo plazo. La ética es alcanzar la buena vida humana, que es la que incluye relaciones con otros seres humanos, no a costa de ellos. Todos tenemos una realidad biológica pero, para llegar a ser hombres, se necesita de otros que fundamenten nuestra realidad cultural mediante enseñanzas. La base de nuestra cultura es el lenguaje, por lo que hablar y escuchar a alguien, es tratarlo como persona. Es un proceso recíproco igual que la humanización, pues darse la buena vida es al final igual que dar la buena vida.
Capítulo V: Despierta baby!
No tener perspectiva de conjunto es simplificar, el dinero e incluso la muerte es simplificar. La vida en cambio es complejidad y complicaciones. Lo que poseemos nos posee y pasamos la vida creyendo que atesorar cosas es vivir, y no reparamos en pensar que de las cosas sólo salen cosas. Como humanos necesitamos una complicidad fundamental que sólo se da entre iguales. Las traiciones y los abusos se dan, pero convertir a los demás en cosas es la forma incorrecta de defender el derecho propio a no ser tratado como tal. Ya que ninguna buena vida puede ser sin cosas, es básica la atención, es decir, la reflexión acerca del sentido de esa buena vida. Como condición ética principal está no tomar la certeza de la muerte como un pretexto para vivir de cualquier modo, sino intentar comprender a cada momento de qué está tratando la vida y cómo se la hace buena para uno, no para los demás, pues nadie puede ser libre por ti.
Capítulo VI: Aparece Pepito Grillo.
Imbécil es aquél cuyo carácter es débil, y nuestra obligación es evitar serlo. Hay quienes creen que no quieren nada y todo les da igual, otros que lo quieren todo a la vez y caen en propias contradicciones, otros que no saben lo que quieren ni intentan averiguarlo, algunos tienen una voluntad muy débil o, en el caso contrario, muy fuerte y no distinguen la irrealidad. Si se es imbécil, se necesita de fuerzas exteriores en que apoyarse y con dificultad se llega a la buena vida. Lo contrario de ser imbécil es tener conciencia, para lo cual se requiere de cualidades innatas. Después del mínimo de condiciones sociales y económicas adecuadas, la conciencia depende de la atención y esfuerzo de cada individuo. Debe haber interés por vivir humanamente bien, concordancia entre actos y deseos, desarrollar el gusto moral y enfrentar la responsabilidad. Un auténtico egoísta es quien quiere y busca lo mejor
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