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Evaluación De Los Aprendisajes

lebel7 de Noviembre de 2014

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Introducción.

El propósito de este trabajo es ofrecen diferentes posiciones teóricas acerca del concepto de evaluación educativa, las funciones y las normas que pueden marcar la diferencia entre los tipos de evaluación. También se realiza un recorrido por los períodos o evolución histórica de la evaluación y por los modelos de la evaluación educativa.

La evaluación a menudo se usa para caracterizar y evaluar temas de interés en una amplia gama de las empresas humanas, incluyendo las artes, la educación, la justicia, la salud, las fundaciones y organizaciones, los gobiernos y otros grupos humanos.

Unidad I.

1. La Evaluación.

1.1. Conceptualización.

La evaluación se puede entender de diversas maneras, dependiendo de las necesidades, propósitos u objetivos de la institución educativa, tales como: el control y la medición, el enjuiciamiento de la validez del objetivo, la rendición de cuentas, por citar algunos propósitos. Desde esta perspectiva se puede determinar en qué situaciones educativas es pertinente realizar una valoración, una medición o la combinación de ambas concepciones.

Algunas definiciones presentan una orientación meramente cuantitativa de control y medición del producto, se pueden concebir como “una fase de control que tiene como objeto no sólo la revisión de lo realizado sino también el análisis sobre las causas y razones para determinados resultados,…y la elaboración de un nuevo plan en la medida que proporciona antecedentes para el diagnóstico”. A la vez, la evaluación está orientada por una teoría institucional (leyes, reglamentos, decretos y circulares) y por la cultura evaluativa existente, entendida como la forma que se han realizado los procesos evaluativos. Ésta “se construye a través del conjunto de valores internalizados por docentes, alumnos, directores, supervisores padres y representantes de entes empleadores, acerca de la forma de concebir y practicar la evaluación en un determinado proceso educativo”.

El Joint Committee on Standards for Educational Evaluation señala que "la evaluación es el enjuiciamiento sistemático de la validez o mérito de un objeto" (Stufflebeam y Shinkfield, 1995). De tal manera, que en un estudio es importante tanto lo bueno como lo malo de la situación evaluada, de lo contrario no se trata de una evaluación. En consecuencia, Stufflebeam y Shinkfield, consideran que la evaluación es un proceso complejo pero inevitable. Es una fuerza positiva cuando "sirve al progreso y se utiliza para identificar los puntos débiles y fuertes, y para tender hacia una mejora". Las bases de valoración que deben considerarse al evaluar algo son: expectativas de los usuarios, mérito del servicio y hasta qué punto éste es necesario. Además, se deben considerar otros aspectos de la evaluación: así como la viabilidad y la equidad y si requiere ser comparada, centrándose en un producto o servicio. También se debe tener claridad en las principales utilizaciones tales como: el perfeccionamiento, la recapitulación y la ejemplificación y hasta qué punto los evaluadores requieren cualificaciones especiales.

Otra posición señala a la evaluación como una herramienta para la rendición de cuentas. El concepto no es solo rendir cuentas de los aciertos y desaciertos de un plan o programa de estudios o del desempeño profesional, sino también recibir retroalimentación para el mejoramiento académico y personal tanto del personal docente como de la población estudiantil y, por ende, de la institución educativa. La evaluación educativa, se puede considerar como un instrumento para sensibilizar el quehacer académico y facilitar la innovación.

En consecuencia, “…todo proceso que se asuma como evaluación institucional tiene como requisito y condición indispensable la participación de la comunidad educativa…de allí que la evaluación tenga como característica fundamental la auto-evaluación”

La evaluación realizada sólo por agentes externos a la vida institucional tiende a fracasar, dado que no contempla el desarrollo de un proceso participativo con las personas que componen la comunidad educativa, limitando su participación a ofrecer datos posiblemente mediante instrumentos de preguntas cerradas.

Finalmente se cita la evaluación curricular en el manejo de información cualitativa y cuantitativa para juzgar el grado de logros y deficiencias del plan curricular, y tomar decisiones relativas a ajustes, reformulación o cambios. Igualmente permite verificar la productividad, la eficacia y la pertinencia del currículo.

La búsqueda de alternativas a la solución de problemas es el reto fundamental de la evaluación como proceso para el mejoramiento de la calidad de la educación. Para ello es necesario crear un clima organizacional donde se facilite y propicie la práctica evaluativa. En los procesos participativos que ha realizado la autora en sus proyectos de investigación, el clima organizacional de la evaluación se inicia con la indagación de la forma en que las personas interesadas entienden el proceso evaluativo y como se han llevado a cabo otras evaluaciones anteriores; es decir, que ha sido lo positivo de esos procesos y qué se debe mejorar. Este paso se considera necesario, dado que la experiencia ha demostrado que las personas no están dispuestas a emprender procesos participativos sino encuentran motivación y justificación para cambiar las prácticas tradicionales de la evaluación. También se indaga acerca de sus necesidades, expectativas y del compromiso que se asume ante el desarrollo de la evaluación. Luego se plantea un anteproyecto, se analiza con las personas interesadas y se realizan los ajustes pertinentes. En un proyecto participativo es necesario definir los niveles de participación de las personas involucradas y trabajar coordinadamente, es importante que se sientan parte del proceso y de la toma de decisiones.

El tipo de evaluación que la institución elija se relaciona con el propósito de la misma; seguidamente se hace referencia a las funciones y a las normas de la evaluación.

1.2. Polisemia del Significado.

Se conoce como polisemia a la variedad de acepciones que posee cada término que forma parte de nuestro vocabulario o que se le atribuyen a los signos lingüísticos. El concepto también hace referencia a la multiplicidad de significados que tiene una frase o expresión más allá de las particularidades de sus signos.

Cabe resaltar que la polisemia puede surgir por diversos motivos. Por un lado, el vocabulario figurado produce polisemia por medio de las metáforas y las metonimias. Por ejemplo: los brazos de un río, las patas de una mesa. La especialización y el lenguaje técnico también atribuyen un significado específico a ciertos términos (como en el caso del ratón en la informática).

La influencia extranjera y las modificaciones de aplicación son otras condiciones que favorecen la polisemia: una muestra de esto es el vocablo botón que nació con la indumentaria y luego pasó a utilizarse también en los artefactos electrónicos.

Para introducir este tema es importante plantear que la noción de evaluación posee varias acepciones y guarda relación con otros términos. Como dice Angulo Rasco, un buen diccionario de la lengua castellana no podría soportar tantas ambigüedades. Si, además, se introduce la calificación de “educativa” al sustantivo “evaluación”, se agrega una nueva complejidad que vuelve imprescindible su definición, aun cuando pareciera que ambos términos no requieren explicación, porque los actores educativos los emplean cotidianamente.

Por un lado, la evaluación puede estar asociada con términos que remiten a cuestiones del orden de lo preciso (comparar, constatar, medir, posicionar, cifrar), como también a otros que reenvían a lo aproximado (comprender, apreciar, entender, conocer). “Evaluar es, en consecuencia, un término bien singular que puede expresar una cosa y su contrario, lo preciso y lo aproximado, lo cuantitativo y lo cualitativo”. Pero, más allá de los matices, o aún divergencias, que suelen rastrearse en la bibliografía especializada sobre el tema, pueden encontrarse algunos rasgos recurrentes en diversos autores.

Entre dichos rasgos, cabe señalar que la evaluación supone siempre la formulación de un juicio de valor sobre un objeto determinado que se recorta para tal fin. Este objeto puede ser un sistema educativo, una política determinada, una institución escolar, un proyecto específico, el aprendizaje de los alumnos, los desempeños docentes, una propuesta curricular, etc. En este sentido, siempre implica una lectura orientada; y en toda ocasión, supone algún pronunciamiento sobre el objeto de evaluación.

Planteada de este modo, la evaluación se debe entender como una práctica abierta a la interrogación, la problematización y la producción de conocimiento.

Polisemia presente en las prácticas evaluativas.

-Entre el referente y lo referido.

El referente puede definirse como el conjunto de normas o de criterios que sirven de grilla de lectura del objeto a evaluar.

Constituye una especie de “ideal” o “deber ser”, y hace que la evaluación implique, tal como se afirmó anteriormente, una lectura orientada por la óptica o perspectiva de análisis privilegiados por el evaluador.

Por el contrario, lo referido está constituido por el conjunto de observables que se recortan de un objeto de evaluación y que se consideran representativos de éste. Cabe aclarar, también

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