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Formulas Infantiles

kathe19913 de Septiembre de 2014

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FÓRMULAS INFANTILES

Diversos organismos internacionales se han encargado de realizar las recomendaciones y las normativas que deben cumplirse en la elaboración de dichos productos, que utilizan como materia prima la leche de vaca a la que se aplican diversas modificaciones.

El Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría (AAPCON) y, en nuestro medio, el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroentrología y Nutrición Pediátrica (ESPGAN) han dictado recomendaciones de carácter orientador, y el Comité Científico de Alimentación de la Comisión Europea ha dictado una normativa de obligado cumplimiento para la industria farmacéutica. Todas ellas hacen referencia a consideraciones previas realizadas por la Comisión del Codex Alimentarius, la Food and Agriculture Organization (FAO), la OMS y la United Nations International Children’s Emergency Fundation (UNICEF).

Clasificación de las fórmulas infantiles

La terminología que define las fórmulas para lactantes ha variado a lo largo del tiempo. En la actualidad, la nomenclatura aceptada denomina fórmula de inicio a la que se emplea para sustituir la alimentación del lactante hasta los 4-6 meses y fórmula de continuación, la que se emplea a partir de esa edad. El Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría no realiza la mencionada distinción por considerarla innecesaria y habla de fórmula infantil en todos los casos, y hace unas recomendaciones únicas. La Comunidad Europea prefiere el término preparado en lugar de fórmula, pero realiza también la distinción entre los preparados para lactantes de las fórmulas de inicio y los preparados de continuación. Cuando los preparados se elaboran exclusivamente a partir de las proteínas de la leche de vaca pueden denominarse leche para lactantes y leche de continuación, respectivamente.

Leches antirregurgitación

Con el objetivo de beneficiar a lactantes con frecuentes regurgitaciones, se han desarrollado unos productos lácteos especiales, las leches antirregurgitación con una serie de modificaciones en su composición.

1. Adición de espesantes. Los 2 tipos de espesantes utilizados son la harina de la semilla de algarrobo y los almidones, la amilopectina como almidón de arroz pregelatinizado y el almidón precocido de maíz. La harina de algarrobo es un glucogalactomanano no digestible que llega al colon, donde es fermentado por las bacterias colónicas, con lo que se producen ácidos grasos de cadena corta que sirven de sustrato energético a los colonocitos. Estos procesos fermentativos hacen que las heces sean más blandas y que se favorezca el tránsito intestinal, aunque pueden producir como efecto secundario dolor abdominal y diarrea de características leves.

Los almidones no consiguen el grado de viscosidad de la harina de algarrobo. Tienen una buena digestibilidad, lo que puede dar lugar a un leve incremento del aporte calórico, no modifican el tránsito intestinal y carecen de los efectos secundarios del otro espesante.

2. Utilización de la caseína como fuente principal de proteínas. La base teórica para su adición es que su precipitación en el estómago disminuirá las regurgitaciones, además de tener un mayor efecto tampón sobre la acidez.

3. Menor contenido en grasa, dentro de los valores aceptados para las leches infantiles. Una menor concentración de ácidos grasos de cadena larga favorecerá un mejor vaciamiento gástrico.

Desde el punto de vista clínico, estas leches disminuyen la incidencia y la gravedad de las regurgitaciones y son, en general, bien toleradas16. Sin embargo, los estudios que han valorado el efecto de los espesantes sobre el reflujo gastroesofágico mediante pH-metría intraesofágica de 24 h han evidenciado que, aunque disminuye el número de reflujos, el tiempo con pH inferior a 4 permanece igual, lo que hablaría de un peor aclaramiento esofágico del material espeso y, por lo tanto, este tipo de leches estarían contraindicadas en casos de esofagitis por reflujo. Asimismo, no hay estudios concluyentes sobre el efecto de los espesantes sobre la biodisponibilidad del resto de los nutrientes de la dieta, el crecimiento y las respuestas endocrinas y metabólicas.

La recomendación de estos agentes espesantes por comisiones de expertos como la segunda medida que se debe aplicar, tras tranquilizar a los padres, en los primeros pasos del tratamiento del reflujo gastroesofágico ha dado como resultado una utilización generalizada y exagerada de estos productos, cuyas características difieren en varios aspectos de las leches infantiles. Ante esta situación, el Comité de Nutrición de la ESPGHAN20 publicó en 2003 su posicionamiento frente a los productos lácteos antirreflujo y antirregurgitación, donde indicó que, hasta que se tenga una mejor información, las leches que contienen espesantes "sólo se deben utilizar en niños seleccionados cuya ganancia ponderal se vea comprometida por las pérdidas de nutrientes asociadas a las regurgitaciones, junto con un tratamiento médico adecuado y bajo supervisión.

Leches antiestreñimiento

Quinlan, en 1995, realizaron un estudio comparativo detallado de la composición de las heces de niños alimentados con lactancia materna y con fórmula infantil, y objetivaron la existencia de una relación entre la dureza de las heces y su contenido de jabones cálcicos. Estos autores demostraron que las heces de los niños lactados al pecho eran más blandas y prácticamente no contenían jabones cálcicos, mientras que las de los niños con fórmula eran significativamente más duras, y en ellas los jabones cálcicos llegaban a constituir el 40% de su composición.

La leche materna tiene una estructura esteroisomérica de los triglicéridos diferente de la mayoría de las grasas vegetales y animales y, desde luego, de la estructura de los triglicéridos de las leches infantiles. En la leche materna, el 70% de los ácidos grasos se localizan en la posición β, y el resto se reparte en las posiciones α (fig. 1). Sin embargo, en las fórmulas infantiles la cantidad de palmítico en posición β es del 6-12%. La importancia de esto radica en que la colipasa dependiente de la lipasa pancreática hidroliza de manera preferente la posición α y da lugar a los ácidos grasos libres correspondientes. Sin embargo, no hidroliza la posición β, con lo que el ácido graso queda unido al glicerol formando un 2-monoglicérido que forma micelas mixtas con las sales biliares y es fácilmente absorbido. Sin embargo, los ácidos grasos libres se absorben mal y tienden a unirse al calcio formando jabones cálcicos insolubles, que son eliminados por las heces.

Debido a los recientes avances en tecnología de los lípidos, actualmente se pueden sintetizar triglicéridos con palmitato en posición preferente β. Se trata de una preparación a base de aceites vegetales (BETAPOL®) en la que se realiza una interesterificación de una grasa rica en tripalmitina con ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados en presencia de una lipasa pancreática selectiva para la posición α. En este proceso se reemplaza el palmítico de estas posiciones por oleico y linoleico. Mediante esta técnica es posible obtener triacilgliceroles sintéticos con varias proporciones de palmitato en posición β.

Los estudios realizados con leches que contienen esta modificación de los triglicéridos han demostrado que las heces de estos niños presentan una dureza significativamente menor que las de los alimentados con fórmula infantil estándar, y que esto se corresponde con un menor contenido de jabones cálcicos. Asimismo, se abre la posibilidad de que estas leches modificadas, además de mejorar el estreñimiento, mejoren el contenido mineral óseo de estos niños, al permitir una mejor absorción del calcio de la leche24-26.

Fórmulas infantiles y desarrollo cognitivo

Las fórmulas infantiles contienen de forma obligada los ácidos grasos esenciales, linoleico y alfa-linolénico. Desde hace pocos años, algunas fórmulas han introducido sus derivados, los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LC-PUFAS), araquidónico y docosahexanoico (DHA) en cantidades similares a las encontradas en la leche materna.

La base que lo justifica está en que los niños alimentados con fórmulas infantiles, tanto a término como prematuros, tienen una cantidad significativamente menor de araquidónico y DHA en plasma y en los fosfolípidos de la membrana de los eritrocitos, y menos DHA en la corteza cerebral que los alimentados con leche materna. Por tanto, aunque hay evidencias que indican que el lactante es capaz de sintetizar el araquidónico y DHA a partir de sus precursores los ácidos grasos esenciales, este proceso no es lo suficientemente eficaz como para dar lugar a la cantidad que satisfaga las demandas durante este período de rápido crecimiento cerebral. Por todo ello, parece existir una dependencia de la oferta dietética de estos ácidos grasos, y no es suficiente el aporte abundante de sus precursores, como ocurre en las fórmulas infantiles estándar.

Durante los últimos años se han realizado diversos estudios con el objetivo de valorar el efecto de los LC-PUFAS sobre el crecimiento, la función visual y el desarrollo psicomotor. La Cochrane Library ha publicado en 2003 una revisión de los 9 mejores estudios realizados en este campo hasta junio de 200127. La mayoría de los estudios indican que los niños alimentados con estas leches tienen un crecimiento normal. En el momento actual existe escasa evidencia que apoye que la complementación de las leches infantiles con LC-PUFAS confiera un beneficio en el desarrollo visual y general de los niños a término. Sólo han podido observarse efectos menores sobre la

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