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Funcion Materna


Enviado por   •  16 de Julio de 2013  •  1.363 Palabras (6 Páginas)  •  309 Visitas

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La Sociedad de Beneficencia No tenía la Sociedad de Beneficencia, cuando fue creada por Bernardino Rivadavia, el mismo carácter que adquiriría después. En 1821 volvía Rivadavia de Europa, donde había alternado en los salones con Madame de Récamier, Madame de Staél y otras mujeres célebres de su tiempo.

Este contacto le hizo cambiar la idea conservadora y tradicionalista que se tenía de la mujer en la sociedad porteña, y decidió darle también a ella un papel activo en la vida pública. Así nació, por decreto del 2 de enero de 1823, la Sociedad de Beneficencia, cuyo principal objetivo sería prestar atención "a la educación de las mujeres, a la mejora de sus costumbres y a los medios de proveer a sus necesidades, para poder llegar al establecimiento de leyes que fijen sus derechos y sus deberes y les aseguren la parte de felicidad que les corresponde".

Fácil es, imaginarse la resistencia que este proyecto tuvo en un comienzo en la pacata sociedad porteña de la época. Contra esa resistencia alentaba Rivadavia en las damas "la necesidad de que éstas debían constituirse para hacer una oposición enérgica a los que alguna vez trataran de ridiculizar cualquiera de las operaciones o actos de la Sociedad, bien entendido que éste sería uno de los mayores males que podían sobrevenirles, en razón de que el ridículo de este género degrada al bello sexo y le impide elevarse hasta el grado a que verdaderamente debe aspirar".

La ocupación fundamental a que se consagraría la actividad de las damas de beneficencia sería la organización de la enseñanza femenina, tan descuidada hasta entonces. Al hacer el balance del primer año de existencia, la presidenta, doña Mercedes de Lasala y Riglos, dijo: "La Presidenta de la Sociedad de Beneficencia se cree con derecho de asegurar que todas las señoras que la componen han puesto de su parte, para satisfacer a la confianza con que el gobierno las ha distinguido, aquellos sentimientos de interés por la humanidad que les son peculiares, junto con la actividad y economía propias de su sexo".

A los cuatros años de fundada la Sociedad se educaban en sus escuelas cerca de novecientas niñas; a nueve años el número de alumnas se elevaba a mil doscientas. Sin embargo, no debemos dejarnos engañar al reápecto: la educación que se brindaba en esas escuelas no propendía de ningún modo a la modificación de los viejos hábitos coloniales ni a la transformación de! concepto conservador que sobre la mujer se tenía.

En 1832, siendo presidenta de la Sociedad la famosa Mariquita Sánchez de Mendeville, manifiesta bien claramente la orientación tradicionalista de la educación que allí se impartía. La educación, dice doña Mariquita, "está distante de ser demasiado elevada, como lo han temido algunas personas respetables del pueblo. Los deseos de la Sociedad son, al contrario, que las niñas se complazcan más en su estado, conociendo mejor sus deberes, y que acepten con resignación su destino".

La enseñanza consistía principalmente en enseñar a las alumnas a planchar, a cocinar, a zurcir y remendar. Muy lejos estaba, pues, la Sociedad de Beneficencia de ser un instrumento de liberación femenina;; nada se impartía en sus escuelas que sirviera para desarrollar una personalidad libre y autónoma, sino, por el contrario, se trataba de "que acepten con resignación" el papel subordinado a que las destinaba la sociedad patriarcal. Durante el gobierno de Rosas, la Sociedad de Beneficencia fue presidida por la hermana del dictador, Agustina Rosas.

El gobierno trató por todos modos que la Sociedad se convirtiera en un instrumento de su política. Entre otras directivas dadas a la Sociedad se contaban "no admitir a la cabeza de los establecimientos de educación ninguna maestra que no conformase sus ideas a la política del gobierno", a las alumnas de los colegios de la Sociedad se les imponían vestidos "que no tengan nada de celeste ni verde...; esclavina punzó, pañuelo de una y tercia vara en invierno de lanilla punzó, y en el verano de espumilla del mismo color, llevando un moño también punzó, al lado izquierdo de la cabeza, en todo tiempo".

Las maestras debían prestar juramento de fidelidad a la Santa

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