Futbol
Enviado por sergiobeltran • 27 de Noviembre de 2013 • Examen • 2.300 Palabras (10 Páginas) • 218 Visitas
r qué se habla tanto de fútbol?
JUAN CARLOS ZUBIETA IRÚN/TALLER DE SOCIOLOGÍA. UNIVERSIDAD DE CANTABRIA
Publicado en El Diario Montañes el 27-06-06
Lo confieso: no he visto el partido de España con Ucrania y tampoco conozco el nombre de ningún jugador del Racing. Y no lo digo para llamar la atención: hace tiempo que se ha superado el prejuicio de que todos los aficionados del fútbol son individuos con poca formación, algo brutos y que no saben hablar de otra cosa que de cómo ha jugado su equipo, mientras que, por el contrario, las personas de "categoría" tienen otras aficiones más selectas: la música clásica, la novela (por supuesto siempre despreciando al best seller y, en consecuencia, al 'Código' de Dan Brown) y, si nos referimos a los deportes, la hípica o la vela. Como recuerda el Instituto Cervantes en un ciclo de conferencias sobre 'Fútbol y literatura', grandes narradores y pensadores del siglo XX han prestado atención a este deporte: Borges, Neruda, Kundera, Vargas Llosa, Cortázar, Eco, Vázquez Montalbán, Cela, Javier Marías, E. Galeano y muchos otros.
En 1986, el futbolista y después entrenador J. Valdano se refirió, en las páginas de la Revista de Occidente, a 'El miedo escénico', y desde las Ciencias Sociales, también en nuestro país, Vicente Verdú escribió 'Fútbol: mitos, ritos y símbolos'. Para concluir esta dispar relación de nombres puede ser oportuno prestar atención a los títulos de algunas de las contribuciones a la obra colectiva 'Fútbol y pasiones políticas': 'Un hecho social total' (I. Ramonet), 'Un resumen de la condición humana' (F. Brune), 'Una religión laica' (M. Vázquez Montalbán), '¿Un deporte o un ritual?' (M. Augé), 'Una apuesta económica' (J. F. Nys). Si nos detenemos en el ámbito de la política, los asesores de imagen saben que es bueno que el líder entienda de fútbol e incluso que interrumpa su trascendental gestión y debate para ver un partido, así muestra su cercanía al pueblo-votante: ya se sabe, los líderes también son humanos; eso sí, habrá quien haga una lectura política de la circunstancia de que Rajoy sea un seguidor del Madrid (¿el equipo representante del centralismo español?), mientras que Zapatero apoya al Barcelona, un equipo de la periferia (¿muestra así que aprecia la diversidad de España?). Por otra parte, también se ha superado el tópico de que «el fútbol es cosa de hombres» (hay quien dice que las jovencitas que acuden al campo se interesan más por los cuerpos de los jóvenes atletas que por sus habilidades técnicas, pero, si es así, ¿por qué criticarlo?, ¿no nos hemos liberado de la represión sexual?).
Decía que no sigo el fútbol, lo que sí me interesa es el fenómeno social que representa. A ello voy.
Igual que el Barcelona «es más que un club», el fútbol es mucho más que un juego. Es un fenómeno social de múltiples facetas: la deportiva, la económica y la política son las más evidentes, pero también se puede hacer una 'lectura' sociológica y psico-social.
De todas las funciones sociales del deporte en general y del fútbol en particular, seguramente las más importantes son las de integración y representación social. El equipo representa a la tribu y, por tanto, se le acompaña con todos sus símbolos: los colores, la bandera, el himno, el tótem (el toro impreso en la bandera o en la camiseta). Se trata del equipo de nuestro pueblo, de nuestra región, de nuestro país; por eso, todos, aunque no seamos aficionados, sentimos alegría cuando 'ganamos'. También por eso, es común que los gobernantes utilicen a los deportistas y a los equipos como imagen de la tierra y para reforzar el espíritu nacional. No ganan o pierden unos jugadores que ingresan mucho dinero por realizar una actividad profesional, quien gana o pierde es el país, nosotros conquistamos la gloria o somos humillados. El equipo nacional une a los pueblos; así, los aficionados del Betis y del Sevilla dejan sus diferencias y se unen cuando juega España. Por otra parte, el campeonato puede incrementar las rivalidades existentes. Se ha dicho que el enfrentamiento futbolístico es una representación simbólica de la guerra entre grupos (los aficionados, para ir a la 'guerra', se pintan el rostro con los colores tribales).
El estadio es un lugar de encuentro, y todo lo relacionado con el partido y los jugadores facilita las relaciones sociales. Cuando el equipo triunfa el hincha se abraza al desconocido de al lado que también alza los brazos, se hacen gestos de simpatía a aquel que luce nuestros mismos colores y se recela de quien porta otra bandera. Cuando al día siguiente del partido se recrea la jugada, se critica la mala actuación del árbitro, se ensalza a un jugador o, incluso, cuando de forma desenfadada el ganador se burla de los seguidores del equipo que ha perdido, el ambiente se relaja, se confraterniza, los individuos se unen en la discusión o en el acuerdo.
El partido se ve en grupo, en el estadio, en el bar de la esquina o invitando a casa a varios amigos. El juego y el resultado son importantes, pero el ambiente es fundamental. Leer es, básicamente, un acto solitario, íntimo, mientras que para disfrutar de un partido hay que sentir el calor humano, hay que emocionarse en grupo. Un anuncio de televisión, con gran ingenio, proclamaba: 'Por fin se acaban las vacaciones y comienza la liga', y es que para bastante gente el fútbol es una importante ilusión que rompe la gris cotidianeidad. Por cierto, todos conocemos a gente que habla de fútbol y de poco más.
El fútbol da la oportunidad de expresar en voz alta, a los cuatro vientos, nuestra emoción, y eso es sano. También sirve de catarsis ante algunas frustraciones cotidianas. Así, al menos una vez a la semana, en el estadio o frente al televisor, millones de personas pueden gritar, insultar, aclamar o condenar (sí, el árbitro y el equipo rival se convierten en chivos expiatorios). Por unas horas el público es el soberano, y cualquier aficionado está convencido de que posee más conocimientos que el entrenador; sentir esa autoridad, ese dominio, aunque sea fugaz, viene muy bien.
El fútbol mueve mucho dinero, es un gran negocio. Los sueldos de los astros del deporte son astronómicos, pero aún son mayores los intereses económicos que están detrás de la publicidad y de las retransmisiones deportivas seguidas por millones de espectadores.
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