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Giro Liguistico


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  1.611 Palabras (7 Páginas)  •  501 Visitas

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¿En qué consiste el giro lingüístico?

“Al trasladar la razón desde la conciencia del sujeto cognoscente al lenguaje vuelve a cambiar de sentido la dirección de la explicación. La autoridad epistémica pasa del sujeto cognoscente (que extrae de sí mismo los criterios para la objetividad de la experiencia) a la praxis de justificación de una comunidad de lenguaje. Hasta entonces la validez intersubjetiva de las creencias resultaba de la convergencia a posteriori de las ideas o representaciones. Y la coincidencia interpersonal se explicaba partiendo de un anclaje ontológico de los juicios verdaderos o en base a la dotación psicológica o trascendental de los sujetos cognoscentes.”

Efectos del giro lingüístico

“Después del giro lingüístico todas las explicaciones parten de la primacía del lenguaje común. La descripción de estados y situaciones de lo que sucede en el mundo objetivo, igual que la autopresentación de las vivencias subjetivas depende del uso interpretativo del lenguaje común. Por eso la expresión intersubjetivo ya no se refiere al resultado de una convergencia observable de pensamientos o representaciones de distintas personas, sino al hecho de compartir previamente una precomprensión lingüística o un horizonte del mundo de la vida dentro del cual los miembros de una comunidad de interpretación se encuentran ya antes de empezar a entenderse unos con otros sobre algo en el mundo. De esta primacía de la intersubjetividad de creencias compartidas sobre la confrontación con una realidad surge, en definitiva, la problemática contextualista.

¿En qué consiste el “giro lingüístico del que habla Echeverría en su libro?[1]

Como antecedente hay que establecer que desde los tiempos de la Grecia clásica (los tiempos de los filósofos y escritores griegos más importantes como Sócrates, Platón y Aristóteles), se había pensado que el ser humano debe su razón de ser a su habilidad intelectual, a su capacidad de pensar y razonar, de manera que a partir de esta habilidad los seres humanos captan la realidad a su alrededor con su inteligencia y esto es lo que comunican a otros. Este esquema el lenguaje humano no es otra cosa que un medio –muy secundario en importancia— que sólo sirve para comunicar, pero que no interviene en lo que se piensa ni en la forma en que se capta la realidad. Este fenómeno ha recibido varios nombres, en que, siendo lo mismo, la diferencia de términos sólo destaca énfasis distintos en lo que se analiza: dualidad mente-cuerpo o espíritu-materia, o sujeto-objeto[2]. En los inicios de la Edad Moderna Descartes, con su dictum de “Pienso luego existo”, volvió a legitimar esta forma de pensar, pero esta vez para constituir la filosofía de los tiempos modernos, hasta el siglo XX. Por otro lado al lenguaje sólo se le daba importancia a aquello que representara lo que Echeverría llama el lado asertivo del lenguaje, “la presuposición obstinada de que sólo tiene interés teórico las expresiones que describen algún estado de cosas o un hecho y que monopolizan la “virtud” de ser verdaderas o falsas”[3]

Lo que cambió en el siglo XX es justamente la importancia que se le da al lenguaje en el origen de nuestros actos, en primer lugar, y de cómo construimos nuestra convicción de lo que es real a partir de ese mismo lenguaje, en segundo lugar.

Según Rafael Echeverría, este cambio de importancia en el papel de lenguaje se inicia con Nietzsche, continúa con Wittgenstein, sigue con Austin y luego con Searle. Veamos en breves palabras qué es lo que aportó cada uno de ellos al giro lingüístico.

Friedrich Nietzsche, (1844 - 1900)[4]

Nietzsche quiere proponer un hombre con una forma de pensar, de sentir y de actuar, que supere al hombre de raigambre greco-cristiano de su tiempo (recuerde que Nietzsche escribe en 1860 al 1890), al que él llama el superhombre. Por lo que busca qué es lo que sustentaba los modos de pensamiento de su tiempo, Lo encuentra en el lenguaje, si bien su filosofía no es una filosofía del lenguaje.

Para Nietzsche, las palabras tiene un desarrollo en su significación. Nacen, se desarrollan y mueren. Tienen una genealogía[5], así que su significado no es único, estático o congelado en el tiempo.

El hombre no describe exactamente lo que siente porque no puede expresar las esencias de los fenómenos, sólo transmite sus impulsos, sus sensaciones, con las palabras que tiene más a mano. Es decir, hace retórica. Crea imágenes retóricas del mundo para decir lo que siente.

Pero, además, debe ayudarse de figuras o ideas que son parecidas a lo que siente, de similitudes. El lenguaje es metafórico, de descripciones, por eso es creativo, por su naturaleza misma.

Por eso es que los conceptos son estructurados por el lenguaje. La realidad se convierte en aquello que podemos decir solamente. Así que lo que creemos “conocer” es sólo lo que podemos decir. El conocimientos se hace, se constituye a través del

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