Gonzalez Brito Carol
Enviado por carolainhoa • 29 de Mayo de 2015 • 1.131 Palabras (5 Páginas) • 130 Visitas
Cultura, Valores y Occidente tres términos estrechamente relacionados entre si , y que nos permiten entender desde una mejor perspectiva la relación de ellos, relación que en el caso de Cultura-Valores se da por la afirmación de que “Toda cultura supone una manera de concebir el mundo y una jerarquía de valores” , jerarquía que dará la característica de una cultura con buenos o malos valores., dependiendo de la importancia que le den los individuos que la integran, y que las distinguen unas de otras, y Occidente que sería la gran influencia con la civilización griega que entrega el uso de la racionalidad como forma de entender y comprender la realidad y la romana que aporta el concepto jurídico que respeta los derechos civiles y de la persona tan característicos de nuestra cultura.
¿Por qué corrientes tan diversas y en algunos casos opuestas coinciden en que la cultura es toda manifestación humana, que estas manifestaciones tienen un sentido para el hombre, que expresa su interioridad y que por lo mismo contribuye al desarrollo del hombre?
A lo largo de la historia, la noción de cultura ha tenido distintos significados y matices. Durante muchos siglos fue un concepto inseparable de la religión y del conocimiento teológico; en Grecia estuvo marcado por la filosofía y en Roma por el derecho, en tanto que en el Renacimiento lo impregnaban sobre todo la literatura y las artes. En épocas más recientes como la Ilustración fueron la ciencia y los grandes descubrimientos científicos los que dieron el sesgo principal a la idea de cultura. Pero, a pesar de esas variantes y hasta nuestra época, cultura siempre significó una suma de factores y disciplinas que, según amplio consenso social, la constituían y ella implicaba: la reivindicación de un patrimonio de ideas, valores y obras de arte, de unos conocimientos históricos, religiosos, filosóficos y científicos en constante evolución y el fomento de la exploración de nuevas formas artísticas y literarias y de la investigación en todos los campos del saber.
En nuestro tiempo todo aquello ha cambiado. La noción de cultura se extendió tanto que, aunque nadie se atrevería a reconocerlo de manera explícita, se ha esfumado. Se volvió un fantasma inaprensible, multitudinario y traslaticio. Porque ya nadie es culto si todos creen serlo o si el contenido de lo que llamamos cultura ha sido usado de tal modo que todos puedan justificadamente creer que lo son.
La señal de confusión de lo que representa una cultura la dieron los antropólogos, inspirados, en una voluntad de respeto y comprensión de las sociedades más primitivas que estudiaban. Ellos establecieron que cultura era la suma de creencias, conocimientos, lenguajes, costumbres, atuendos, usos, sistemas de parentesco y, en resumen, todo aquello que un pueblo dice, hace, teme o adora. Esta definición no se limitaba a establecer un método para explorar la especificidad de un conglomerado humano en relación con los demás. Quería también, de entrada, retractarse del etnocentrismo prejuicioso y racista del que Occidente nunca se ha cansado de acusarse, por su influencia en gran parte del mundo. Todas las culturas merecen consideración, ya que, sin duda, en todas hay aportes positivos a la civilización humana, pero no todas por el mero hecho de existir, se equivalen. La corrección política ha terminado por convencernos de que es arrogante, inflexible, colonialista y hasta racista
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