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El Pocho Insúa, de crack a manosanta.

Un Tweeter levantó la perdiz y 180 caracteres después nos enteramos que el Pocho encontró su destino en un fratacho y hoy estaría meditando en el Tibet.

Sergio Iñiguez twitteó en su cuenta que había asistido a una sesión de tarotismo y fue atendido por el Pocho Insua. Nos pusimos en contacto con Sergio y, efectivamente, nos contó que fue a una sesión de adivinación y la persona que le tiró las cartas no era otro que el Pocho Insua. Nos cuenta que el número lo consiguió de unos volantes que estaban pegados en un poste de luz; tratamos de ponernos en contacto con ese número pero estaba fuera de servicio por falta de pago. Nos contó que el desempeño de volante distaba mucho del mostrado partido tras partido dentro de la cancha; nombró 9 de los 12 signos zodiacales antes de acertar Tauro, antes de tirarle las cartas le preguntó si jugaban con jardinera, y que en ningún momento dejó de decirle Mauro a Sergio. Nos pusimos en contacto con sus allegados y un amigo, que pidió mantener su identidad en secreto, nos contó que el Pocho había comenzado sistemáticamente a levantar paredes por toda la casa, donde hacía falta una pared, el Pocho iba y construía una, estaba en su naturaleza. Pero una tarde haciendo la mezcla vio la cara del Bocha Bochinni dentro de unos de los fratachos y sus días cambiaron para siempre; tuvo una revelación mística, una epifanía, y decidió comenzar una búsqueda interior. Comenzó con libros de María Dominguez, rápidamente pasó acVictor Sueiro, encaró para Orangel y con un quiebre de cintura se definió por Blanca Curi. Comenzó un pequeño emprendimiento en las artes adivinatorias, pero el fracaso lo abrumó. Decidió que su destino estaba allá afuera, lejos del area, lejos del futbol, lejísimos; en el Tibe, meditando con unos monjes.

Fue lo últimos que supimos de la vida del Pocho, de un jugador exquisito, que dejó su tierra para ir en busca de algo desconocido para nosotros, pero deseamos que eso que busca lo traiga de nuevo al verde cesped.

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