Guatemala
Enviado por • 12 de Enero de 2015 • 2.351 Palabras (10 Páginas) • 194 Visitas
EL KAQ’IK (Comercial)
Comida ancestral de ascendencia prehispánica, es de color rojo, el cual es la sangre ritual de la ceremonia de los antepasados. Es una sopa de pavo (chunto o chompipe). Es el plato típico de Cobán.
INGREDIENTES PARA EL KAQ’IK COMERCIAL
(para 15 personas)
7 Litros de agua
6 Libras de pavo (chompipe, guajolote)
4 Chiles pimientos rojos
4 Chiles pasa grandes
1 Chile guaque
3 Cebollas
1 Cabeza de ajo
4 Onzas de miltomate
1 Manojo de cilantro (si encuentra cilantro silvester, es el mejor)
1 Manojo de hierbabuena
2 Libras de tomate
4 Clavos de olor
3 Pimientas gordas
2 Pimientas de castilla
PREPARACION:
Se cose la carne de pavo, en los 7 litros de agua durante 45 minutos o cuando la carne este casi cocida. Luego se asan todos los ingredientes en una sartén, teniendo sumo cuidado de no quemarlos.
Cuando ya está la carne, se separa del caldo. Se colocan todos los ingredientes y asados en una licuadora y se le agrega el caldo, cuando ya está bien fina la mezcla (preferiblemente pasarla por un colador fino o pedazo de gasa), se pone en un recipiente adecuado y en este se coloca la mezcla licuada de todos los ingredientes, dejarlo que hierva durante 10 minutos, seguidamente se agrega la carne de pavo y se deja hervir durante otros 10 o 15 minutos. Puede acompañarlo con arroz, tamalitos de masa con aceite y sal, chile Cobán en polvo.
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LOS FANTASMAS DEL PALACIO.
Era la noche del domingo 15 de febrero del año 1767. Un movimiento inusitado se notaba en la Muy Noble y Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros. Un gran baile se daría aquella noche en el Palacio de los Capitanes Generales con motivo de la boda de la Señorita Elvira, la hija del Excelentísimo Capitán General del Reino de Guatemala, considerada por todos como la doncella que superaba en hermosura y donaire a todas las otras distinguidas damas del reino.
Todos los habitantes de Antigua Guatemala, a quienes por aquel entonces se les llamaba “Los muy nobles y leales vecinos de la Capital del Reino de Guatemala”, se enteraron del excelso evento y el rumor de la unión de la dichosa pareja recorrió hasta el último rincón de la bella ciudad, en aquel entonces, la segunda más importante de América después de la Ciudad de México.
Se hablaba mucho del afortunado novio que iba a desposar a la bella mujer, era Don Fadrique de Toledo y Dávalos, un apuesto y joven caballero cuya gallardía, valentía y fortuna no se comparaba a la de otros jóvenes de la época. “Tal para cual” decían los mercaderes que poblaban los portales del rededor del parque central, que se adornaba con su hermosa y perpetua “Fuente de las Sirenas”.
Se hablaba mucho también de la belleza de Elvira, hija del General Don Pedro de Salazar y Herrera Nátera y Mendoza, Capitán General del Reino de Guatemala, cuyas nupcias eran el centro de atención. Decían que no había otra mujer que se igualara en belleza a Elvira y que cualquiera de los acaudalados jóvenes caballeros del Reino, daría lo que fuera por estar en el lugar del joven Don Fandrique.
Pero ninguno de estos comentarios y rumores inquietaban a nadie en la bella ciudad como esta historia que sí que dejaba en qué pensar y hacía tiritar de miedo a todos, incluyendo al mismo Capitán General Don Pedro de Salazar y Herrera, Caballero de la orden de Montesa, comendador de Vinaroz y Benicarlo, capitán de granaderos de reales guardias españolas y mariscal de campo de los reales ejércitos cuya valentía había sido probada en numerosas batallas.
La historia que lograba estremecer la valentía de los más nobles es la de las “Almas negras”, que eran cuatro fantasmas que recorrían sin falta el Palacio de los Capitanes Generales todos los días a las doce de la media noche a un paso muy lento y mesurado, uno blanco al frente y tres negros atrás, como si se tratara de dos escoltas que cuidaban al primero, blanco y muy luminoso. Estos espectros eran los que mantenían flaco y azorado al Capitán General, pues como decían, no se sabía por qué aparecían. Nadie podía asegurar si aparecían en demanda de oraciones para obtener el perdón divino o bien, para augurar días nefastos y tragedias para la ciudad de Los Caballeros de Guatemala. La mayoría de los ciudadanos afirmaban que estas apariciones eran los espíritus de tres negros que fueron condenados a la Horca por el asesinato del Padre Villafañe en el año de 1775. Los condenados se defendían diciendo que iban a morir injustamente ya que por su pobreza y color de piel los estaban acusando de un crimen que no cometieron. Debido a esto, trataron inútilmente de poner toda la resistencia que les fue posible para no ser ejecutados, encerrándose en la capilla de la cárcel del ayuntamiento atrancando la puerta de la misma, con el crucifijo mayor. El carcelero, alarmado por la situación, hizo sonar las campanas del ayuntamiento lo que provocó un levantamiento de la población porque pensaban que algo grave había sucedido, como una invasión de los mercaderes de tabaco que días antes habían amenazado con tomar la Ciudad algo peor como alguna nueva inundación en el Valle de Almolonga. Pero rápidamente se dieron cuenta de que eran los supuestos asesinos del Padre Villafañe quienes se encontraban resistiéndose a la ejecución. El tumulto de gente hizo caer la puerta de la capilla del recinto y sacó por la fuerza a los supuestos malhechores, hecho durante el cual los oficiales del ejército del Reino, enceguecidos por la ira, mataron a balazos a dos de los condenados, quedando uno vivo. La multitud esperó hasta las seis de la tarde, hora en que estaba programada la ejecución para ver que fueran colgados los tres supuestos malhechores. La ejecución, justa o no, se llevó a cabo; aún ya muertos, colgaron a los dos que fueron baleados y al vivo lo ahorcaron luego junto a sus dos compañeros. Por esta razón, las personas creían que las apariciones en el palacio eran las almas de los desdichados negros, ejecutados injustamente y que se manifestaban como los tres fantasmas negros que custodiaban el paso del fantasma blanco, quien era el Padre Villafañe que quería la absolución para los angustiados negros y una condena justa para el verdadero asesino.
La flor y nata del Reino de Guatemala se iba a hacer presente en la celebración de la boda de la ilustre pareja, para ser testigos de la prestigiosa unión aunque hay quienes dicen que la mayoría iba para ver la aparición de las “Almas negras” que se aparecían en el jardín del mandatario.
La fiesta
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