HACIA UNA NUEVA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

HACIA UNA NUEVA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

La Nueva Administración Pública entendida como un nuevo concepto implica no solo la búsqueda de una administración eficiente y económica de los servicios públicos, sino también la búsqueda de igualdad social, la cual básicamente nos indica la priorización de los que menor poder tienen en la actividad política y económica del país.

Es así que la conformación de una administración pública debe estar regida por un sistema político cuya creación se base en cuatro procesos: proceso distributivo, proceso integrativo, proceso de intercambio de límites y proceso socioemocional,

Cada uno de esos procesos tiene  un fin en particular en relación a la consecución de la nueva administración pública. Así tenemos que el proceso distributivo contribuye a la mejor repartición de los bienes generados de la actividad económica del país en base a un análisis costo beneficio y con impulso de funcionarios del poder ejecutivo más enérgicos y más conscientes de su deber de reducir las brechas de desigualdad existentes.

Mientras tanto, el proceso integrativo se dirige a la creación de un sistema jerárquico que se capaz de mantener la verticalidad necesaria para la gestión de instituciones grandes y la horizontalidad necesaria para la generación de autonomía en los funcionarios de nivel operativo. Esto necesariamente debe estar ligado a la participación y apoyo activo de los funcionarios de alto nivel, llámese los nuevos administradores públicos y a un proceso de descentralización autentico.

Al mostrar los procesos de distribución e integración es notorio que para la consecución de la Nueva Administración Pública, es necesario pasar por una ruptura con los actuales esquemas de administración pública, en los que priman paradigmas burocráticos, verticalidad jerárquica en los procesos, centralización, entre otros. Es por ello necesario que exista un proceso encargado del establecimiento de nuevos lineamientos en las relaciones de la administración pública con sus agentes, donde prime la mirada como “cliente” de los ciudadanos beneficiarios de la Nueva Administración Pública.

Finalmente tenemos al proceso socioemocional, el cual podemos decir que es un proceso transversal, sin el cual no sería posible tener éxito en los anteriores procesos, ya que para la ejecución de cada uno de ellos, es menester que los nuevos funcionarios tengan establecidos características individuales y sociales orientados al bienestar común y a la búsqueda de igualdad social, que es el elemento diferencial de Administración Pública.

Por otra parte, un aspecto que debemos considerar si hablamos de una Nueva Administración Pública, es que esta naturalmente conlleva a crear organizaciones públicas eficientes y emprendedoras. Por ello, considerar un giro de características empresariales para estas organizaciones sería bastante factible y propicio. Así tenemos, por ejemplo, que la aplicación de una orientación al cliente - característica propia del sector privado- en los procesos institucionales, tendría una importancia trascendental en el proceso de desburocratización de la Nueva Administración Pública. Esto debe ir acompañado de una profunda concientización, por parte del nuevo funcionario público, del impacto de las labores que desarrolla en la sociedad. Es decir, se debe interiorizar que la función del servidor público no solo termina en la oficina en la que se ejecuta, sino que esta tiene un efecto positivo o negativo en la actividad política, económica o social de algún ciudadano.

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