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¡He perdido mi guagua!


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2018  •  Práctica o problema  •  1.806 Palabras (8 Páginas)  •  169 Visitas

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¡ He perdido mi guagua !

Hace poco, llegaron a casa de la tía Toña una familia de Argentinos, los cuales eran muy amables y disfrutaba platicar con ellos, sobre todo porque me divertía mucho su forma de hablar, a menudo escuchaba palabras raras, jamás escuchadas en mi vida. Una de esas palabras era guagua, la primera vez que la escuché se me hizo graciosa y pensé que se referían a una fruta, pero me explicó la señora Rosa, que guagua se le decía a los bebitos o niños pequeños, sean nenas o nenes. Creo que es una palabra que tiene raíces indígenas.

Doña Rosa era tan gentil, que era difícil negarle un favor, por ese motivo cuando me pedía que le cuidara su guagua, lo hacía con mucho gusto, además la nena era muy linda y se había encariñado conmigo, ambas disfrutábamos estando juntas que aunque no me lo pidiera la señora Rosa, me encantaba cuidar a su guagua.

Unos meses después mi hermana me insistió que fuera a verla, ella vivía en Estados Unidos, en Miami, así que me apresuré a hacer el trámite de mi pasaporte y visa, estaba ilusionada por conocer esa ciudad, bueno ese país, pues sólo había visto algunas fotos y me había quedado impresionada con lo bello de sus paisajes.

Cuando llegué a Miami, mi hermana fue a traerme al aereopuerto, me recibió con un enorme letrero de BIENVENIDA que me avergonzó porque sentí que todos nos veían, en el camino a su casa, pude apreciar lo bello de la ciudad, las lindas casas que había en ella, hasta que por fin llegamos a su casa, al verla no se me hizo nada bonita, era diferente a las demás, parecía una vieja hacienda, la verdad no me explicaba cómo podía vivir en una casa así, estando en una ciudad moderna, sin embargo, al entrar, quedé impresionada por todo lo que la casa tenía. En ella había unos muebles bonitos de madera fina, el piso era de madera también, tenía muchas habitaciones, hasta llegué a pensar que mi hermana refugiaba indocumentados, pero descubrí que no, en la parte trasera tenía un enorme jardín, con flores grandísimas jamás antes vistas, había una gran variedad de árboles frutales, todos ellos estaban llenos de frutas que colgaban de sus ramas, estaba explorando el jardín cuando vi que mi hermana empezó a recolectar fruta y al probarla, quedé maravillada con su delicioso sabor, entendí porque cuidaba con esmero ese jardín.

Después la acompañé a repartir frutas a los vecinos y cada uno de ellos me decía que muy a menudo Claudia, les hablaba de mí diciéndole mis cualidades como pintora y que estaban deseosos de que les hiciera un cuadro y lo mejor de todo que me pagarían, esa última parte sí que me gustó.

Al regresar a la casa del jardín, cómo le llamaban los vecinos, comenté con Claudia que era grato saber que sus vecinos la querían mucho, claro que la fruta ayudaba bastante, porque cuando le regalas cosas a las personas entonces te toman un poco de cariño.

Después de comernos una pizza que le pedí con gran insistencia que comprara, nos quedamos platicando un largo rato, recordando las travesuras de la infancia, sobre todo que durante varios minutos se riera a mis costillas por las cosas chuscas que hice cuando era pequeña, la verdad ni me acuerdo, a lo mejor ni fue cierto, pero en fin, se lo pasé sólo porque me había comprado mi pizza; Luego de nuestra extenuante charla, mi hermana se ocupó de que me sintiera cómoda y me llevó a mi habitación, la cual estaba hermosa y enorme, realmente me sentía muy bien en ella.

La colonia donde vive Claudia, es muy peculiar, en ella habitan en su mayoría personas latinas, sobre todo cubanas y colombianas. Todas ellas muy amables, empecé a hacer amigos, a veces no les entendía lo que decían a sí que siempre preguntaba ¿qué quiere decir eso?, se reían y me decían:

- Contigo hay que traer un traductor.

Por ese motivo en algunas ocasiones no les preguntaba para evitar más burlas.

Días después de mi llegada, mi mamá llamó para saber cómo estaba, le dije que felíz, que jamás me había imaginado que mi hermana vivía en el jardín del Edén, porque eso parecía ese lindo y enorme jardín, lo único que no me gustaba es que me tocaba hacerme cargo de la limpieza, de haberlo sabido ni vengo, no lo digo porque sea floja, lo digo porque el jardín de verdad que era enorme, todos los días llenaba muchas bolsas con sus hojas, hasta me daban ganas de cobrarle un dólar por cada bolsa.

Mi hermana es muy inteligente, al principio se me hacía raro que regalara fruta a sus vecinos, después me di cuenta, que los vecinos venían a comprarle frutas, puesto que al probar la que les regalaba, quedaban enamorados de su delicioso sabor porque de verdad que todas estaban más deliciosas que las que venden en el super, además podían cortarlas ellos mismos. Así que mi hermana tenía su frutería en casa y aunque no lo crean, le iba bastante bien, porque vendía mucho y los árboles siempre tenían frutas listas para los clientes, de verdad que ese jardín era un verdadero tesoro.

Todo parecía muy lindo, hasta que descubrí que en ese jardín, había algunos animales que atraídos por la fruta, habían decidido mudarse ahí. La primera vez que vi a ese latoso mono, me espanté bastante, porque estaba tranquilamente levantando las hojas que había barrido,

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