El Viaje Inesperado
Enviado por picorina • 12 de Noviembre de 2014 • 1.475 Palabras (6 Páginas) • 614 Visitas
'Viaje del Beagle' de Charles Darwin
ROSA REGAS
La escritora catalana recorre 'El viaje del Beagle', de la mano de Darwin. Un viaje distinto, entre mágico e inesperado, que cambiará el rumbo de la vida de esos aventureros para siempre. Un viaje que aumentó la afición por la historia natural de Charles Darwin por lo que supuso de trabajo e investigación.
Hace muchos años, cuando tener vigente el pasaporte era casi un milagro para según qué gentes, cuando era difícil viajar porque mil unidades de nuestra moneda apenas alcanzaban para el metro de París, recuerdo que llevaba siempre conmigo el pasaporte cuando lo tenía porque pensaba que si el azar me traía algún viaje imprevisto no era cuestión de perderlo por tener que ir a buscar el pasaporte a casa. Siempre he tenido la convicción de que un viaje, sobre todo si una serie de circunstancias imprevistas son las que lo originan, lleva consigo algo mágico, algo distinto, inesperado que muy posiblemente cambie el rumbo de nuestro quehacer y que la vida no volverá a ofrecernos. Y pienso ahora que tal vez mi inconsciente se guiaba entonces por la historia del viaje de Charles Darwin en el Beagle que había oído contar a mi profesora de Ciencias Naturales.
Porque si bien se mira quizá nunca, o por lo menos no entonces, a principios del siglo XIX, la humanidad habría tenido la posibilidad de contar con esta puerta abierta a sus propios orígenes que es la teoría del origen de las especies. O tal vez los descubrimientos habrían ido por otros derroteros y quien sabe a donde nos habrían llevado al día de hoy. El caso es que fue por el encadenamiento de una serie de hechos inesperados y fortuitos por lo que se embarcó como naturalista en el Beagle aquel estudiante de veintidós años, alegre y extrovertido, llamado Charles Darwin, que hasta entonces se había dedicado a sus cacerías a caballo, a estudiar con mesura, a divertirse. Era el año 1831 y Charles Darwin acababa de recibir su título de «Bachelor of Arts» por los estudios que había cursado en el Christ's College en Cambridge. Cierto es que hacía ya mucho tiempo que tenía la afición por la historia natural. Coleccionaba toda clase de insectos, escarabajos, arañas y hojas, aunque más por diversión que por espíritu de investigación, o tal vez siguiendo por influencia de su abuelo, Erasmus Darwin, un hombre obsesionado por la evolución cuyas teorías se consideraban en aquel momento poco más que extravagantes disparates.
Según dicen los historiadores de la época, era casi imposible que Darwin fuera propuesto como naturalista para un viaje de dos años que el Almirantazgo había decidido que realizara el Beagle alrededor del mundo para continuar los trabajos de cartografía de la costa de Sudamérica y determinar con mayor precisión la longitud mediante cálculos cronométricos alrededor del mundo, además de explorar ríos desconocidos y montañas jamás holladas, y navegar hacia las ignotos hielos del Polo sur. Y tampoco era probable que congeniara, y por tanto fuera aceptado, con el capitán del Beagle, FitzRoy, un aristócrata joven, pero muy experto que había demostrado sus dotes de organización y mando en viajes anteriores. Darwin jamás había pensado en embarcarse, ni a cercanos ni a lejanos mundos, ni tenía idea de navegación. Y sin embargo fue aceptado a pesar de que había otros aspirantes al puesto mucho más preparados que él, porque el capitán FitzRoy había dicho desde el principio que por importante que fuera y por méritos que tuviera, nunca aceptaría a una persona con la que no fuera capaz de entenderse, ya que se trataba de compartir espacios muy limitados en un viaje de muy larga duración. El propio Darwin cuenta lo que FritzRoy esperaba de él: « Me preguntó una vez: ¿le importará que cuando yo quiera estar solo se lo diga y usted deje para mí todo el camarote? Si confiamos el uno en el otro creo que nos entenderemos bien, de lo contrario lo más probable es que nos mandemos al diablo».
Darwin no tenía idea de lo que este viaje supondría de trabajo, de investigación, de afianzamiento de su afición por la historia natural. No podía prever hasta qué punto se despertaría en él la curiosidad científica. Tenía una gran ilusión por el viaje, porque era joven y le corroía la excitación de un destino tan distinto al que se había forjado. Como mucho, siendo como era un hombre religioso,
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