UN VIAJE INESPERADO

Había una vez un niño que se llamaba Max,  vivía en el bosque, un lugar muy frío dividido en dos partes, una de ellas era muy bonita, llena de aves, flores de todos colores, árboles grandes y fuertes y muchos animales cálidos. La otra parte del bosque era muy tenebrosa, los árboles eran ramas entrelazadas sin hojas y les crecían espinas por todos lados, era sumamente oscuro y la neblina vivía permanentemente ahí, parecía ser de noche todo el tiempo porque no entraba  ni un rayo del sol. Nadie pensaría que ahí pudiera vivir alguien, no animales, ni siquiera insectos.

Max era un niño peculiar,  era lo que el mundo llamaría extraño, de hecho toda su familia lo era, excepto su hermana, Araceli era como cualquier ser humano.  Razón por la que seguramente habían decidido mudarse al bosque, lejos de la crueldad de las personas.  Por alguna causa Max y sus padres no tenían pies, en lugar de ello tenían una especie de poste en la que se sostenían y podían caminar, sus ojos también eran extraños. Por lo demás eran una familia común. Cada vez que Max preguntaba por qué eran así, la respuesta era la misma  -“así somos”-

Un día, Max estaba aburrido, le pidió a su hermana que jugara con él, pero Araceli estaba entretenida dibujando, Max quería que jugaran escondidas en el jardín como hacía mucho no jugaban, pero Araceli ya no lo encontraba divertido así que le sugirió a Max que fuera a buscar insectos, sin más remedio Max salió, pensó que tal vez  podría encontrarse con una aventura o al menos podría encontrar algún niño con quien jugar.

Se adentró en el bosque y cada cosa que observaba lo hacía seguir caminando, de pronto observó una mariposa azul, no pudo evitar seguirla pero dejó de interesarle cuando vio otra más extraña, cada ala era de diferentes colores, al volar iba dejando un polvo dorado por donde pasaba y cuando Max estaba a punto de tocar el polvillo, desaparecía, fue entonces cuando Max pensó que si lograba atrapar a esa extraña mariposa, quizás podría ser normal.

Sin darse cuenta Max había perseguido a la mariposa hasta la parte tenebrosa del bosque, su sorpresa aumentó cuando vio que al cruzar al lado tenebroso la mariposa se hizo negra y gris, su polvo pasó de dorado a café.

Estaba sorprendido con lo que veía pero lo que siguió lo dejó sin palabras………

Había una niña parada dentro de ese bosque tenebroso que lo miraba fijamente, Max estaba muy asustado, tan asustado que no podía hablar ni podía moverse, pero un grito lo sacó de ese estado, la niña le gritaba “¡corre, corre y no te detengas! ¡no mires atrás!”  En ese momento Max empezó a correr, tan rápido como podía alguien que solo tiene una suerte de poste por pie, que a pesar de todo era muy rápido.

No se detuvo hasta llegar a su casa, por mucho tiempo siguió escuchando los gritos de advertencia “¡corre, corre”!    no sabía si en realidad los escuchaba o seguían dentro de su cabeza.

Al llegar a su casa se dio cuenta que nadie más escuchó los gritos a pesar de estar tan cerca de la parte tenebrosa del bosque, se aseguró de cerrar la puerta perfectamente, ver a su familia haciendo sus actividades de rutina platicando y riendo, le tranquilizó un poco, se fue enseguida a su habitación y se encerró, se dejó caer en su cama y todas las imágenes le daban vueltas y vueltas en la cabeza, veía la mariposa, recordaba cómo se había transformado, la cara de la niña, el polvillo dorado de la mariposa tornarse café, ¡los gritos! Que todavía le provocaban sobresaltos,  y  de  pronto se percató de un recuerdo entre el instante en que vio a la niña y escuchó sus gritos,  por un leve momento vio algo así como una sombra oscura y vaporosa que se movía hacía él y no sabía por qué pero fue esa imagen lo que  realmente lo había hecho correr sin para más que la orden de la niña.

Muchas preguntas venían a su cabeza y fue entonces que decidió buscar a la niña que encontró en el bosque para que respondiera todas sus dudas.  Con todo y el miedo que sentía, tomó la decisión de ir a su encuentro al día siguiente.

A la mañana siguiente se levantó muy temprano y se preparó para salir, estaba a punto de hacerlo cuando escuchó a su madre   -“Desayuno listo”-  sin más remedio se sentó a la mesa, al probar el delicioso panqué que su madre había horneado, pensó que había valido la pena esperar, esa mañana toda la familia estaba feliz, por accidente su padre derramó algo de miel y con ello vinieron chistes y carcajadas, Max sabía que era afortunado de tener una familia como la suya, pensó en que sería triste no volver a verlos que quizá ir al bosque en busca de algo desconocido no era tan buena idea como parecía la noche anterior.

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