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Historia De Un Gaviote


Enviado por   •  17 de Abril de 2015  •  2.430 Palabras (10 Páginas)  •  173 Visitas

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Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar.

Ensayo

Historia de una Gaviota y del Gato que le enseñó a volar es una narración llena de sensibilidad humana, aún cuando los personajes son en su mayoría animales, nos recuerda valores fundamentales para la crianza y desarrollo integral de los niños de hoy, tales como el cuidado por el ambiente, el respeto por las diferencias, la amistad, la libertad y el amor; y sobre todo nos deja un mensaje de esperanza para mejorar como especie humana, ya que, como comprendieron Zorba y Afortunada nada es imposible y “solo vuela el que se atreve a hacerlo”. (Sepúlveda, 2008). Otros aspectos importantes que podemos encontrar en la obra son: la solidaridad, la colaboración, la tolerancia, la convivencia, el respeto a los otros, la amistad, el sentido del honor, el cumplimiento de la palabra dada y el compromiso, el lograr resolver conflictos de forma no violenta, el valor del desarrollo personal, la superación, y la libertad concebida como responsabilidad individual asociada a la capacidad de elegir, es decir, el libre albedrío, el ejercicio del autocontrol y fijarse metas propias, la confianza en sí mismo.

Difícil elegir desde que perspectiva desarrollar mi trabajo, sin embargo hubo algunas frases que llamaron intensamente mi atención y a partir de las cuales decidí escribir mi ensayo.

Sí. El gato grande, negro y gordo sentía un gran cariño por el niño, y no olvidaba que le debía la vida. (Sepúlveda, 2008).

Desde mi punto de vista esta frase es el ejemplo de la lealtad y me lleva a cuestionarme ¿Cómo vivo la lealtad? ¿Realmente sé qué es? ¿Qué esperan los demás de mí?, la lealtad es un valor, cuando recibimos de alguien cosas buenas le debemos mucho más que agradecimiento, lealtad es corresponder, debemos ser leales con aquello o aquellos que nos han tendido una mano, con la empresa que nos da trabajo, el lugar que nos acoge. La lealtad implica un gran compromiso, estar con nuestros seres queridos en las buenas y en las malas, con nuestra empresa y con la sociedad. Sin embargo ser leal no significa pasar por encima de lo que creemos, para poder ser leales primero debemos serlo con nosotros mismos. La lealtad se liga inevitablemente con la confianza, la honestidad, la amistad, la generosidad, la responsabilidad, es una llave que nos abre puertas para relacionarnos sanamente, no basta con contradecir o criticar actitudes desleales, para tener éxito es necesario ponerla en práctica.

Segunda cita: Sí, hijo. Ser un gato de puerto es una gran suerte, pero tú debes tener cuidado porque en ti hay algo que puede hacerte desdichado. Hijo, si miras a tus hermanos verás que todos son grises y tienen la piel rayada como los tigres. Tú, en cambio, has nacido enteramente negro, salvo ese pequeño mechón blanco que luces bajo la barbilla. Hay humanos que creen que los gatos negros traen mala suerte, por eso, hijo, no salgas del canasto. (Sepúlveda, 2008)

Todos los padres, de forma más o menos consciente, tenemos expectativas sobre nuestros hijos. Las situaciones que presenta la vida, y en este caso los hijos, son las que son; al calificarlas como buenas o malas suele depender de lo que signifique para cada uno y de las consecuencias que se deriven de ella.

Si hablamos con cualquier madre que este a punto de dar a luz nos encontraremos que ya se ha formado algunas ideas sobre como será su bebé dependiendo de múltiples factores. Es tan cierto que incluso canciones se han escrito al respecto:

Yo te esperaba

imaginando a ciegas el color

de tu mirada y el timbre de tu voz.

muerta de miedo

le rogaba al cielo que te deje

llegar lejos , mucho más que yo. (Guzmán, 1992)

Desde el embarazo los padres vamos generando expectativas sobre nuestros futuros hijos; cuando nacemos el primer contacto para ver el mundo son nuestros padres, esto, nos habrá influido tanto de manera positiva como negativa, y es muy probable que nos encontremos actuando de forma muy similar ahora como adultos.

Si los padres fuésemos conscientes de del impacto que nuestras palabras tienen en nuestros hijos, seríamos definitivamente más cuidadosos al usarlas. Algunas expectativas se traducen en palabras y estas palabras a lo largo de la vida llegan a ser “etiquetas”.

Todos hemos llevado o llevamos alguna etiqueta colgada. Así crecimos y de cierta manera hay etiquetas que nos gustan y otras con las que hemos aprendido a vivir. Algunas de estas etiquetas desaparecen pero otras se quedan para toda la vida, llevando al niño (en este caso al gato) a comportarse según su etiqueta y le impiden construir una manera genuina de ser. Las expectativas que la madre de Zorba tenía sobre él no eran muy positivas, por su color negro sería un gato rechazado por los humanos pues era considerado como símbolo de mala suerte, por fortuna Zorba era un gato rebelde, que luchaba por lo que quería hasta lograrlo, comprometido.

Las etiquetas son muy dañinas porque limitan al niño y no le permiten crecer, irónicamente, inclusive cuando aparentemente son positivas; máximo cuando es nuestra madre quien nos la otorga sin que sea su intención, pero no son las madres los únicos seres que pueden etiquetarnos en nuestra vida, al respecto cito el siguiente párrafo “A veces no somos plenamente conscientes pero juzgamos y etiquetamos a los niños prematuramente, condicionando su comportamiento y produciéndoles unas heridas que, metafóricamente, pueden llegar a estar sangrando durante muchos años si no se reconocen y cicatrizan correctamente. Es el llamado «efecto pigmalión» de los padres sobre los hijos, o de los profesores sobre los alumnos. «Demasiadas veces se pronuncian expectactivas o prejuicios durante el proceso comunicativo con los más pequeños sin tener en cuenta que en el futuro pueden originar sentimientos, comportamientos o rendimientos no esperados y/o deseados”, apunta Alba García Barrera, profesora de Psicología de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima). (Fominaya, 2013)

Cuando aceptamos una etiqueta es complicado quitársela de encima, primero porque los demás no suelen poner las cosas fáciles para ello y segundo porque nosotros mismos nos hemos acostumbrado a llevarla. Pero es trabajo de todos dejar de categorizar a la gente por sus puntos débiles o supuestamente débiles o por sus diferencias, porque todos somos perfectos justo en la forma en que hemos nacido. Para ser libres, debemos poder ser como somos, sin necesidad de escondernos para que no nos señalen, como pedía su madre a Zorba.

Debemos enseñar a nuestros niños a ser respetuosos de las diferencias, cualesquiera que estas sean, el respeto a las diferencias, a lo diverso, a las distintas culturas y razas, también debe ser parte fundamental de la educación de damos

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