Historia: arte y ciencia
Enviado por monchis47 • 3 de Diciembre de 2013 • Síntesis • 5.780 Palabras (24 Páginas) • 569 Visitas
Historia: arte y ciencia 1
La historia médica, dicen correctamente médicos venerables, es el arte central de la atención del paciente. Siguen
citando referencias que sostienen que la historia clínica brinda el diagnóstico en 85% de los casos. Sin
embargo, esta cifra de 85% citada con frecuencia está en duda, porque muchas de las historias dadas ahora
por los pacientes y tomadas por los médicos son, en contenido real, un compendio de datos de los laboratorios
y estudios radiológicos provenientes de visitas anteriores a sus médicos y admisiones al hospital. Así, por
ejemplo, los pacientes traen con ellos expedientes de estudios de laboratorio a los consultorios; el personal y
los estudiantes presentan a los pacientes con principales molestias como “fiebre, leucocitosis, y vegetaciones
mitrales en el ecocardiograma”; y una primera preocupación dada por un paciente en una clínica puede ser
“colesterol alto”. Es difícil escapar a la convicción implícita de que los datos tecnológicos y de laboratorio
son más objetivos y, por lo tanto, más científicos que la información subjetiva reunida al escuchar a un
paciente decir su propia historia. Más aún, los sorprendentes avances en el diagnóstico tecnológico parecen
justificar la reverencia con que se sostienen los resultados que generan.
Desarrollo de habilidades para escuchar
Sin una historia clínica cuidadosa, sin conocer la historia del paciente (lo que pasó con él y sus circunstancias
y su personalidad únicas), la práctica de la medicina deja de ser un arte o una ciencia. Imagine qué opinión
tendríamos de un investigador que toma medidas de referencia y que cultiva microorganismos conocidos
sobre un medio no conocido. ¿Le daríamos crédito a las observaciones de un genetista que intercalara aún los
pares de base más íntimamente analizados dentro de un genoma por lo demás desconocido? El estudio del
paciente comienza con la historia clínica, una historia tomada por una persona entrenada también para escuchar,
porque sólo un observador hábil puede escuchar las inflexiones vocales que sugieren la importancia de
las cosas para el paciente. Sólo él puede leer las claves no verbales que iluminan el significado de las palabras.
Es sólo él quien puede entender no nada más lo que se dice sino también la información que suele ser de vital
importancia y que se reúne cuando los pacientes no dicen las cosas.
La capacidad para tomar una buena historia clínica no puede adquirirse con clases o programas de estudios,
ejercicios estandarizados del paciente, CD-ROM, o incluso textos como éste. Es un arte adquirido con la experiencia,
aprendido con el tiempo, con cada historia sucesiva del paciente y la cuidadosa información de lo que se
desprende de ella. A menudo es frustrante para los estudiantes y los practicantes que quieren saber lo que debe incluir
una historia clínica considerada como buena. Confunden estructura con sustancia. La buena historia clínica
no varía dependiendo de la manera en que uno ordena sus secciones (como enfermedad presente, revisión de sistemas
y aspectos por el estilo), ni con el dominio de la terminología actual y múltiples acrónimos que con mayor
frecuencia oscurecen en lugar de facilitar la comprensión, sino en la historia que el paciente necesita decir y
el médico escuchar, de manera que juntos puedan recorrer el camino de la comprensión de lo que hay que hacer
después. Como cualquier arte (y cualquier ciencia) la habilidad para hacer una entrevista al paciente se construye
sobre el pasado del practicante y requiere experiencia. Es difícil saber qué enfatizar y qué descartar, qué pregunta
hacer después, y cómo dirigir el discurso (sutilmente y sin influenciar marcadamente o modificar su contenido), y
las lecciones nunca terminan. La única forma de aprenderlo es hacerlo, con pacientes reales, una y otra vez.
Más que los hechos
Aquí estamos, médicos en el siglo XXI, equipados con herramientas realmente milagrosas de diagnóstico y
terapia, y los pacientes se quejan de nosotros. Incluso el mejor educado, o especialmente el mejor educado, va
con los curanderos. No confían en el médico. ¿Por qué? Tal vez porque las mayores aflicciones de nuestros
Faith T. Fitzgerald, MD
/ cAPÍTULO 1
pacientes (temor, desesperación, fatiga, y dolor) pueden incluir hallazgos no objetivos. Ningún resultado de
laboratorio o imagen puede plasmarlos. Sólo por medio de la historia clínica los pacientes nos dicen qué tanto
necesitan de nuestra ayuda y cómo es la mejor manera de brindárselas. Ellos nos lo han dicho una y otra vez
en encuestas en que la mayor queja relacionada con los médicos de nuestra era es que no escuchan.
La historia clínica es más que la elucidación de los hechos del caso, más que una construcción de síntomas.
Cuenta la historia de la reacción que tiene un ser humano único con esos síntomas y su impacto en la mente
y vida del paciente, su familia, y sus esperanzas. Escucharlos es más que un conjunto de indicaciones para
estudios posteriores. Es en sí misma un acto terapéutico mayor, y el médico por sí mismo, un potente instrumento
terapéutico. Junto con la colocación de las manos que se sigue en la exploración física, el encuentro
del médico y el paciente cubre una necesidad primordial de la parte vulnerable que debe atenderse, cuidarse y
revisarse.
La historia clínica también da a los médicos la riqueza de sus vidas profesionales. Dentro de unas décadas, al
revisar su carrera en la medicina, un médico no recordará los perfiles químicos, los resultados de la resonancia
magnética (magnetic resonance imaging, MRI), o incluso la mayor parte de los datos médicos científicos de su
práctica pasada. Lo que recordarán y dirán a sus posiblemente aburridos estudiantes, son las historias de cómo
eran y cómo actuaban sus pacientes. Si la duración en la memoria es indicación de la importancia de los eventos,
es la historia clínica, esa historia de cómo el paciente respondió a la coacción, lo que es existencialmente más
importante para el médico y el paciente.
T.S. Eliot una vez escribió: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde
está el conocimiento que hemos perdido con la información?” Los estudios de laboratorio son, sin duda, esenciales
e informativos; sin embargo, el conocimiento sólo surge al
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