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Historias Inventadas


Enviado por   •  18 de Junio de 2015  •  1.032 Palabras (5 Páginas)  •  286 Visitas

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La última prueba

No sé como tuve fuerzas para arrastrar el cuerpo y cubrir el agujero, Nadia pesaba más de lo que su poca estatura y su delgadez hacían pensar, o quizás era yo, que a estas alturas estaba al borde del agotamiento. Aun así pude hacer el trabajo medianamente bien y hasta pensé clavar una cruz con su nombre sobre el montón de tierra que ahora era su tumba, al fin y al cabo ella se había portado muy bien conmigo y hasta se puede decir que en algún momento habíamos sido casi amigas.

No sentí remordimientos, ella habría hecho lo mismo, eran las reglas.

Me esperaba la fama y un millón de euros.

Publicado por Lolah en 10:29 11 comentarios:

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Etiquetas: microrrelato

VIERNES, 21 DE ENERO DE 2011

El prisionero. (Cuento medieval)

Cada tarde subo a la torre más alta del castillo donde él está encerrado desde hace ya cinco años. La escalera es empinada y parece que está tapizada de recuerdos de aquel tiempo cada vez más lejano. Cuando llego a la sala redonda donde él me espera mi respiración es fatigosa; aquella juventud que parecía eterna empieza a abandonarme, él, sin embargo, sigue igual que aquel día en que nos separamos, solo en sus ojos se adivina el paso del tiempo, la soledad, la esperanza vencida.

Siempre fuimos buenos compañeros, el mundo parecía creado para nosotros, nuestro pequeño reino era fértil, frondoso; los frutos y los animales estaban al alcance de la mano, y nosotros no dudábamos en cogerlos. Él me acompañaba en mis partidas de caza aunque no disfrutaba como yo la emoción de cabalgar tras la presa, la excitante proximidad del peligro al enfrentarme cara a cara a una fiera. Mientras yo me entregaba a aquellas fiestas de sangre y carne palpitante él se recreaba en la belleza que nos rodeaba, en el agua que corría por todas partes, en los prados cubiertos de hierba fresca. Y los dos reíamos sabiéndonos dueños de todo aquello.

Él prefería la poesía, los libros; en nuestro castillo encontraban abrigo todos los poetas, todos los juglares que cantaban a mujeres imposibles, reinas crueles y distantes que se apoderaban del alma de los hombres. Yo sabía que él esperaba a una mujer así, soñadora y altiva, el ser más bello sobre la tierra. Yo me conformaba con el amor efímero de las muchachas hermosas que poblaban nuestro reino.

Tuvimos algunas aventuras compartidas, fueron las más dulces, las más apasionadas, amar a la misma mujer nos unía más, nos hacía más fuertes aún. Pero pronto uno de los dos se cansaba y el otro no tardaba en seguirlo, había tantas cosas fuera, tantas promesas, tanta vida por delante.

Pero un día llegó ella. Fue una mañana de invierno, fría como un cuchillo pero luminosa y alegre como aquella mujer que nos llegaba como un regalo. Era alta, el pelo oscuro y abundante le cubría la espalda, su piel era clara pero se notaba acostumbrada al aire libre, la boca roja, amplia,

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