Ideal griego de belleza
Enviado por cosccc • 26 de Abril de 2012 • Trabajo • 2.485 Palabras (10 Páginas) • 602 Visitas
Ideal griego de belleza
A. Introducción
El Hipias Mayor tiene el privilegio de ser el primer texto que versa específicamente sobre el asunto de la belleza. En él, Platón apunta que "existe una belleza por la que todas las cosas son bellas". Se distingue así -como recordará también Platón en La República- entre "las cosas bellas" y "lo bello en sí". Nace la reflexión puramente especulativa acerca de la belleza y, por lo tanto, la estética entendida en sentido moderno. Sin embargo caben dos puntualizaciones básicas: a) la posición platónica acerca del arte no se agota en el Hipias, sino que ofrece una riqueza tal de matices que puede llegar a originar una imagen ambigua y contradictoria; b) antes de la filosofía platónica existía ya una reflexión acerca del arte y, sin duda, ideales de belleza, tal como se colige del carácter "anatreptikos", es decir, refutativo y destructivo, del Hipias. Si trata de combatir alguna teoría, debemos sobrentender que ya existían en la época de Platón ideas acerca de la belleza y del arte. Pero podemos ir mucho más atrás…
B. Aurora de la conciencia estética en la prehistoria.
Los primeros objetos artísticos de los que guardamos recuerdo y presencia proceden del Solutrense Medio. Son representaciones murales, tanto de animales como de figuras humanas, y algunas tallas escultóricas de figuras femeninas.
En estas representaciones destacan dos rasgos aparentemente contrarios entre si: su sorprendente realismo y su trasfondo mágico. Pero, en realidad, son características compatibles. El realismo del arte rupestre nace de la imitación de los objetos que plasma, de sus movimientos, de sus gestos, de sus actitudes, incluso de sus gritos. De la minuciosidad en la representación de bisontes, mamuts, caballos salvajes, ciervos, cabras, toros salvajes, jabalíes, lobos y alces deducimos una gran capacidad memorística para la copia exacta sin modelo presente, pero también indica una mágica fascinación por los objetos pintados o tallados. En realidad, las figuras no eran tan sólo representadas sino, al mismo tiempo y sobre todo, invocados. Se pintan los animales deseados para "actuar" sobre ellos, para llamarlos. La pintura de esas escenas sería un reclamo propiciatorio para una fructífera cacería y las grutas, con esas imágenes tectiformes, lugares sagrados, santuarios.
Precisamente el realismo de las figuras cumple una función mágica. De ahí que sean las escenas de caza las que sean objeto estético predilecto. No se pintan otras escenas naturales o sociales. La figura humana resulta esquemática, salvo cuando tratamos otro asunto trascendental para el grupo, aparte de su supervivencia, a saber, su reproducción. Ese sentido de "realismo mágico" se acrecienta en las Venus prehistóricas invocando la fertilidad: "senos voluminosos, vientre prominente, región glútea exuberante, muslos adiposos y, en cambio, brazos delgados, piernas afilándose hacia los extremos, cabeza sin rostro y cubierta de cabello. Las partes del cuerpo que, desde el punto de vista de la representación mágica de la fecundidad femenina, carecen de importancia fueron pues sistemáticamente descuidadas" (R.Bayer, Historia de la estética, p. 14).
C. Estética griega anterior a Platón
Según la tradición mitológica, el arte era gobernado por Apolo, dios de la poesía y la música; y cercanas a éste se encontraban las Musas, hijas de Zeus y de Mnemosine -según algunos autores-de Urano y Gea -según otros- o de Harmonía -según algún otro-.
Para Homero, recordando las religiones primitivas, la fuente de la belleza es la naturaleza: el mar, las fuentes, las folres, las crines de los caballos, las partes del cuerpo humano, los países (por la belleza de sus mujeres), los varones (por su ornamento guerrero, su fuerza, su magnanimidad), de algunos movimientos del cuerpo (de la rodilla, del brazo en el arquero o en discóbolo, en el jinete), del rostro (de la sonrisa, de los labios, de los ojos), del lenguaje, del canto.
Para Homero no existe nexo entre lo bello y lo bueno (en cuanto útil). Sin duda algunas cosas útiles son bellas y hay cosas bellas que son útiles; pero la belleza se refiere al aspecto externo y la bondad, al interno. Homero apunta ciertas relaciones entre la belleza moral (agathós) con el bien: en referencia a la fidelidad del pacto conyugal (Penélope) o de la amistad (Eumeo). Pero, sobre todo, identifica lo bello con lo decente desde el punto de vista social: exigencias sociales cuyo cumplimiento no es un mérito, pero cuya omisión es una torpeza ("escuchar a quien habla", "olvidar al anfitrión en una fiesta". En el fondo, Homero separa claramente la belleza del acto que permanece en el exterior de la belleza interior, específicamente moral.
Para Hesíodo el adjetivo kalós se aplica primordialmente a la mujer, la cual es un kalón kakón, un "mal hermoso" (¡nótese la vetustez de esta opinión aún hoy demasiado extendida!). Existen varios géneros de belleza: el color, la forma, la expresión e incluso la belleza moral. Pero la belleza fundamental se refleja en la belleza femenina, no como objeto de atracción sexual (el desnudo de las esculturas griegas no manifiesta "deseo", sino "verdad"). Afrodita es el modelo de belleza y tanto ella como las Nereidas han surgido del mar. Esta asociación entre mar y mujer es inseparable (con un matiz de peligro: recordemos el canto de las sirenas de la Odisea). Según Hogarth, la belleza del mar nace del hecho de que la "línea de la belleza", la línea más hermosa es la línea ondulada pues responde al movimiento natural del ojo desde el punto de vista fisiológico.
Hesíodo entrevió la compleja relación entre lo bello y el bien. Por una parte, éste se refiere a la calidad de lo útil y por lo tanto exige un medio (un objeto) y un fin; es decir, dos elementos. La belleza no los presupone, es un acto único, total y global. Lo bueno es mediato; lo bello, inmediato. Pero, por otra parte, presiente confusamente la inmoralidad del gusto estético opuesto al esfuerzo por su mera apariencia. Se apunta ya la kalokagathía de los griegos.
Aparte de esta poesía épica debemos considerar a los poetas líricos, a los que clasificaremos en eróticos, heroicos y elegíacos.
Para los primeros, el ideal de belleza ya no está ni en Afrodita ni en Penélope sino en la "muchacha guapa y encantadora" como reflejo de frescura física y, al mismo tiempo, de donaire espiritual. Con la belleza física se relaciona la belleza artística, que aparece por primetra vez en la música (el arpa, la lira, la flauta) y en las danzas. Pero sobre todo, la naturaleza se espiritualiza y se humaniza: los paisajes son "estados
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