Iglesia En Sociedad
Enviado por dsfoknc • 16 de Octubre de 2012 • 3.978 Palabras (16 Páginas) • 451 Visitas
Mucho suele hablarse sobre la importancia del papel de la Iglesia en nuestra sociedad, sobre la posición a menudo tajante de la misma en muchas de las cuestiones que afectan a la vida cotidiana y en la conveniencia o no de que se modernice una institución con miles de años de antigüedad.
La polémica, el debate sin embargo, ha de ser mucho más profundo. Por un lado se encuentran aquellos que consideran el papel de la Iglesia, su misión, por encima de actitudes o pensamientos concretos. Esto lleva a que la idea de modernizarse no sea en absoluto descartable puesto que se considera que haciéndolo va a poder seguir la institución realizando su importante labor social, cercana a los problemas de los ciudadanos. De esta manera la posición en temas como el uso del preservativo, la investigación con células madre... etc podría cambiarse con el fin de adaptarse a la realidad de la sociedad y por tanto ser más eficaces en su labor.
Por otro lado, sin embargo, hay quienes piensan que la Iglesia ha de servir como modelo y como faro de los valores, y que la adecuación constante de estos a la sociedad solo serviría para desvirtuar en parte su mensaje, perdiendo así de una manera clara el "norte", y la relevancia que la presencia de la Iglesia tiene para el día a día ciudadano.
Y por supuesto están aquellos que desean prescindir de la Iglesia, que obvian o no consideran relevante su papel en la sociedad y están radicalmente en contra de todo cuanto simbolizan.
¿Qué posición tomar? En estos temas en los que a menudo entran a formar parte los valores y las consideraciones espirituales, siempre es polémico y complejo tomar una postura... pero parece evidente que si se hace necesario tomar alguna siempre.
http://legalidad.teoriza.org/el-papel-de-la-iglesia-en-nuestra-sociedad-la-fe-y-las-creencias-en-los-ciudadanos
IGLESIA Y SOCIEDAD EN AMÉRICA LATINA
NDC
SUMARIO: I. La Iglesia en América latina y el Caribe. II. Pertenencia religiosa. III. Práctica religiosa y mentalidades. IV. Educación. V. Presencia católica en los medios de difusión. VI. Temas sociales en las comunicaciones católicas. VII. Las Iglesias en la asistencia y promoción social. VIII. La Iglesia ante la mujer.
I. La Iglesia en América latina y el Caribe
El Consejo episcopal para América latina (CELAM), fundado en 1955, incluye 22 conferencias episcopales: al norte, México; en Centroamérica,Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá; en el mar Caribe, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Haití (francoparlante); más la conferencia episcopal de Antillas, con 15 países de los que no son insulares, en Centroamérica, Belice, y en Sudamérica, Guayana (de lengua oficial inglesa, como el anterior), Guayana Francesa y Surinam (de lengua holandesa). Esta conferencia episcopal incluye dos islas francoparlantes: Guadalupe y Martinica, y además Bermudas, frente a Norteamérica, de idioma inglés; en el archipiélago de Antillas: Antigua, Bahamas, Barbados, Dominica, Granada, Jamaica, Santa Lucía y el estado de Trinidad y Tobago, que tienen a su vez dialectos locales, lo que complica su integración. Sudamérica tiene 10 conferencias episcopales: Venezuela, Colombia, Ecuador, Brasil (el único lusoparlante), Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile.
II. Pertenencia religiosa
En 1989 América latina y el Caribe concentraban el 42,5% de los 906 millones de católicos del mundo, con tendencia desde 1970 a aumentar, mientras Europa incluía el 31,1%, con tendencia a disminuir en el mismo lapso.
Los protestantes y evangélicos han aumentado bruscamente entre 1960 y 1985: de 2,1 al 5,5% de la población en Argentina, de 1 al 7,6% en Bolivia, de 7,8 al 17,4% en Brasil, de 10,8 al 12,5% en Chile, de 0,7 al 3,1% en Colombia, de 4,3 al 7,7% en Costa Rica, de 0,3 al 3,4% en Ecuador, de 2,2 al 14% en El Salvador, de 3 al 20,4% en Guatemala, de 10,4 al 17,4% en Haití, de 1,5 al 9,9% en Honduras, de 1,9 al 4% en México, de 4,5 al 9,3% en Nicaragua, de 7,6 al 11,8% en Panamá, de 0,7 al 4% en Paraguay, de 0,7 al 3,6% en Perú, de 6,9 al 27,2% en Puerto Rico, de 1,5 al 6,4% en República Dominicana, de 1,6 al 3,1% en Uruguay, de 0,7 al 2,6% en Venezuela1.
Recientemente está llegando el islam, con mezquitas en las capitales y principales ciudades de Latinoamérica, debido a un renacimiento musulmán, dentro del cual crece el aprecio por una democracia que exigen sus activistas en diversos países árabes, aunque sin la secularización occidental. La corriente mayoritaria acepta el diálogo interreligioso, aunque existen minorías terroristas y fanáticas entre cristianos, judíos y otros credos.
Están surgiendo y creciendo también otros grupos paracristianos, como los Mormones, Testigos de Jehová, Ciencia Cristiana, Nueva Jerusalén; esotéricos, como el espiritismo o la Gran Fraternidad, el movimiento pararreligioso Nueva Era, y orientales como Moon, Ba'Hai, Krisna. Los cultos orientalistas, extendidos sólo entre las tensionadas capas medias, se dedican más a la exploración del yo, para olvidar las propias frustraciones y sufrimientos, descubriendo la propia divinidad con ayuda de técnicas psicosomáticas; y proponen una liberación ajena a la realidad social.
III. Práctica religiosa y mentalidades
La religiosidad tradicional se expresa en el número de bautizos en 1989: 8.887.312 (un 96% menores de 7 años), y de matrimonios sacramentales: 1.659.933, con sólo un 1,3% de uniones de católicos con no católicos. Hay en cada país uno o más santuarios, la mayoría marianos, con peregrinación permanente y en fechas fijas, que muestran públicamente la devoción popular católica, en muchos casos mantenida en privado y con discutible repercusión en la moral personal y social. El compromiso espiritual y apostólico más renovado se manifiesta en unas 257 asociaciones y movimientos laicales, con alrededor de 30 en cada país, y 20 dotados de secretariado latinoamericano.
Sin embargo, la mentalidad ético-religiosa con que se enfrentan los evangelizadores supone fuertes resistencias. Muchos son indiferentes, aun entre los bautizados, que seleccionan lo que les parece bien de la fe cristiana, incluso manteniendo una actitud anticlerical. Hay amplios sectores que rinden culto al placer, al tener o al poder, sin preocupaciones doctrinales. Los jóvenes son atraídos hacia el hedonismo y permisividad norteamericanos, con indiferencia neoeuropea hacia la verdad y los valores, perdiendo el sentido de la vida, apegados a lo sensual y sentimental heredado de indígenas y africanos, pero ajenos a la solidaridad, a lo gratuito y al misterio; si son pobres tienden a la delincuencia o la drogadicción barata (neoprén y pasta base o bazuco); si son ricos, a otros vicios.
Muchos
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