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Importancia De Los Juegos Deportivos Colectivos Dentro De Las Instituciones Academicas


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2011  •  2.235 Palabras (9 Páginas)  •  1.577 Visitas

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En los juegos deportivos colectivos, la búsqueda de estrategias explicativas capaces de funcionar bien como reguladoras de la actividad de los jugadores (Menaut, 1982), bien como referencias válidas que permitan orientar la intervención de los entrenadores (Teodorescu, 1984), es una cuestión central que ha motivado la aparición de líneas de investigación y de reflexión profundas en los planos de la enseñanza, entrenamiento y competición (Garganta, 1997b). El conocimiento, la identificación y la definición de la realidad lúdica que conforma cada práctica deportiva pasa, en este sentido, por la formalización y utilización de modelos capaces de interpretar y explicar la lógica de su contenido (cualitativo y cuantitativo) a partir de las dimensiones consideradas como esenciales o más representativas del fenómeno sometido a estudio. La explicación causal de la acción motriz intencional representa el principal reto al que se enfrentan los investigadores que abordan el estudio de los juegos deportivos colectivos. En los deportes y prácticas psicomotrices la acción se construye individualmente; la ausencia de relaciones motrices interpersonales determina que el entorno del juego no se extienda más allá de la situación inmediata que afecta directamente a la persona actuante. Las conductas motrices de los deportistas suponen un fiel reflejo de la actividad intencional de cada individuo. Sin embargo, en los deportes de equipo la acción se construye colectivamente mediante la interacción de los deportistas que participan en cada uno de los actos molares que la componen. A medida que la acción evoluciona en el tiempo se hace más compleja, mediante la progresiva complicación de la estructura de relaciones interpersonales (definida como el sistema N+1 interviniente en la acción (y la dificultad para llevar a cabo los comportamientos solicitados (Serrano, 1996). La implicación de los participantes no se limita a un único entorno inmediato: su comportamiento se ve afectado por hechos que ocurren en escenarios en los que ni siquiera se hallan presentes. La actividad intencional que cada deportista dispone en los diferentes episodios del juego no se corresponde necesariamente con las conductas motrices que percibe un observador externo. Tal singularidad encierra dos importantes obstáculos a la hora de comprender el comportamiento de los deportistas en la competición. En primer lugar, las conductas desarrolladas por los jugadores no son explicables directamente a partir de sus atributos personales. En las situaciones en que el comportamiento o la elección de los individuos dependen de la intervención o la elección de otros sujetos, no suele ser posible llegar a agregados por la mera adición o extrapolación. En segundo lugar, la composición de las acciones individuales da pie a los llamados efectos agregados y puede hacer emerger efectos perversos en las conductas de los deportistas, que, a su vez, pueden convertirse en las condiciones no reconocidas de ulteriores situaciones. Ambas cuestiones devienen finalmente en la indeterminación con la que los comportamientos de los deportistas se presentan ante el observador (complejidad desde el punto de vista del observador). Ello dificulta, por un lado, orientar líneas de investigación en relación a parcelas concretas de los juegos deportivos colectivos (Castelo, 1994) y, por otro, el establecimiento de una correlación y/o coherencia entre la denominada lógica interna del juego y la lógica didáctica de intervención en el entrenamiento (Teodorescu, 1984). ¿Cómo superar esta situación? Esta es la pregunta a la que se tiene intención de responder en las páginas que siguen. En cualquier caso se debe dejar claro desde la introducción las posibilidades del presente ensayo. No pretendemos aquí sentar las bases de una teoría general de la acción motriz en los juegos deportivos colectivos capaz de contener todas las posibles ocurrencias de comportamiento que se suceden a lo largo de un encuentro ludo-deportivo. La intención es mucho más modesta en un sentido y más atrevida en otro. Más modesta porque desde el primer momento se asumió el alcance limitado que actualmente puede proponer una Teoría de los Juegos Deportivos Colectivos, y se circunscribe mejor aún hacía una propuesta desde o sobre la importancia de los Juegos Colectivos dentro de las Instituciones Académicas. Y más atrevida porque, a partir de la aceptación de tal condición, se intentara definir los ejes sobre los que se deberían articular las explicaciones causales de la acción motriz intencional en los deportes de equipo y de su incidencia positiva desde el hecho educativo. Cuando la Teoría de los Juegos Deportivos pretende alcanzar ciertos objetivos, si no hay inferencia causal el análisis es insuficiente. Esto significa que, al igual que una inferencia causal es imposible sin una buena inferencia descriptiva, ésta, por sí misma, suele resultar insatisfactoria e incompleta. No obstante, con esto no se quiere decir que todos los investigadores de los deportes de equipo tengan que intentar, en cualquiera de sus trabajos, dar explicaciones causales a los fenómenos que estudian. A veces la inferencia causal es demasiado difícil y en otras muchas situaciones la descriptiva constituye el fin último de la empresa investigadora. En cualquier caso, esta tarea debe ser abordada con cautela. La inferencia es, por definición, un proceso imperfecto. La incertidumbre acerca de las inferencias causales nunca desaparecerá, pero esto no debe significar que se evite extraerlas. Por el contrario, habrá que hacerlas en cualquier lugar que parezcan apropiadas, pero aportando al lector, al mismo tiempo, la mejor y más sincera estimación de su incertidumbre. Una vez llegados a este punto, tres cuestiones adicionales merecen ser destacadas. En primer lugar, la naturaleza cambiante de los episodios lúdicos que conforman cada juego colectivo, resultado de los efectos de agregación de las acciones de los participantes, determina que los principios que han de ser desarrollados para dar cuenta de los fenómenos bajo consideración no pueden ser absolutos ni estables. El hecho de que un supuesto de trabajo se refiera a la inexistencia de principios absolutos válidos, conlleva la búsqueda de las restricciones bajo las cuales éstos operan y la de los determinantes múltiples del comportamiento como parte estratégica de la tarea de los investigadores, quienes han de describir y explicar este conjunto de restricciones de manera empírica. Este pensamiento irremediablemente conduce al cuestionamiento de una epistemología binaria (en torno a la oposición verdadero/ falso) en beneficio de una epistemología de ámbitos de validez (validez de las observaciones y discursos recogidos por el investigador, de las técnicas empleadas, de los conceptos propuestos o de las propias condiciones de la investigación). De esta forma, no habría

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